Tanto que criticaron a Uribe diciéndole que es un fascista, que apoya a grupos paramilitares, tanto que hablaron de su discurso de odio y éste político, resultó el más hábil desde la época de Laureano Gómez, va y se saca el As de la manga: indulto para la 'guerrillerada', para esos muchachos que ya empacaron las armas y se peluquearon como Maluma, para esas muchachas que aprendieron a usar el maquillaje y se aprestan a bailar como Shakira, para los campesinos que se cansaron de ver como sus jefes negociaban en La Habana mientras ellos eran devorados no sólo por las balas del Ejército sino por la infinidad de mosquitos que pueblan nuestras selvas.
Lo que no pudo hacer el Estado en 20 años lo hizo Uribe en una noche: convencer a los muchachos que podrán volver a la vida civil sin ningún problema. Con esta jugada además debilitaría el poder negociador del Secretariado de las Farc quienes están tan débiles que no pueden si quiera pensar en volver a las armas. Por eso es que pide calma, porque sabe que con su jugada del 3 de octubre, que beneficia a los guerrilleros más pobres, dará un golpe sobre la mesa que dejará temblereco todo lo que se ha puesto sobre ella.
Bienvenidos los muchachos a las ciudades, a la civilización. Bienvenidos al temor de Dios y al capitalismo. Sabrán por fin lo hermoso que es pasearse por centros comerciales, de ir al cine, de comprarse unos zapatos o maquillarse sin tener al lado a un comandante guerrillero que les cuestione sus gustos. Bienvenidos a la libertad. La sociedad colombiana debe estar preparada, como buenos católicos que somos, a recibirlos, a cobijarlos, a hacerles olvidar los malos tratos, las torturas.
Con el secretariado debilitado, sin los guerrilleros rasos acompañándolo, será más fácil llegar a un acuerdo de paz. Gracias Uribe por pensar en esos muchachos perdidos en la selva, olvidados incluso por sus propios jefes.