Desde sus columnas en Semana, Daniel Samper Ospina siempre ha sido crítico del uribismo. Sin embargo, en un país donde casi un tercio de población lee apenas un libro al año, “el obstáculo” que significaba leer a Daniel para poder disfrutar de su humor, era cómodo para el poder, a fin de cuentas, eran casi los mismos riéndose de la tragedia nacional que él caricaturiza. Pero todo cambió en la feria del libro de 2016, donde Daniel desde el semi-anonimato gracias a un país que no lee, participó como un escritor contemporáneo más y fue testigo de la multitudinaria convocatoria del youtuber Germán Garmendia en la presentación de su libro Chupa el Perro.
La avalancha de adolescentes que atrajo el chileno dio material suficiente para que Daniel satirizara algo que para entonces quizá le parecía indignante. Hizo un video en Youtube y lanzó a manera de broma su carrera de youtuber de 40 (o de 41). Hoy esa broma, que incluso le valió fuertes críticas de los ahora colegas suyos, se ha convertido en un trabajo audiovisual elaborado. El canal de #HolaSoyDanny, el youtuber de 40 (ahora de 42), tiene 326 mil seguidores y un área de influencia mayor que sus columnas.
El efecto mediático de Daniel a través de su canal de Youtube lo ha perfilado como uno de los formadores de opinión más influyentes del país a través del humor político, pero también lo ha graduado como un peligroso enemigo de la extrema derecha colombiana, que antes lo miraba con el desdén de saber que sus opiniones y denuncias estaban distantes de amenazar su maquinaria electoral.
En respuesta a la creciente popularidad de Daniel, el uribismo, lejos de debatir democráticamente, ha optado por promover una campaña de desprestigio para frenar la influencia del youtuber de 42. Empezó llamándolo payaso y ahora no lo baja de promotor de pornografía infantil y violador de menores. Estas inverosímiles acusaciones retratan no solo la desesperación del senador Uribe, sino también la bajeza con la que históricamente ha participado del debate político en Colombia.
Que se aludan a calumnias y difamaciones en vez de debatir, es una práctica común del expresidente Uribe, señalamientos irracionales a diestra y siniestra que nunca terminan en denuncias formales porque precisamente son invenciones suyas sin sustento, cuya única intención es desprestigiar a sus detractores en momentos políticos puntuales.
Ejemplos del alto vuelo del debate político de Uribe son fáciles de encontrar:
- La campaña presidencial en la que fue reelegido, cuando no tuvo reparo alguno en acusar de guerrilero a su maestro y contendiente en la carrera presidencial Carlos Gaviria. “Lo que le va a tener que decir el doctor Gaviria al país es sobre su sesgo guerrillero... que le cuente al país, que nos diga claramente cuál es su amistad con el ELN y con las FARC” (http://www.semana.com/nacion/articulo/carlos-gaviria-el-profesor-de-alvaro-uribe-velez/422796-3).
- Dijo en campaña, para luego, una vez fallecido el Dr. Gaviria, reconocerle que fue un defensor de la democracia (https://twishort.com/gOVhc).
- También se recuerdan las acusaciones al senador Yimmy Chamorro de recibir dineros del cartel de Cali (http://www.elespectador.com/noticias/judicial/corte-suprema-se-inhibio-de-abrir-investigacion-contra-articulo-528604), el prometido debate de control político al senador Iván Cepeda por sus supuestos nexos con las FARC (http://www.elespectador.com/noticias/politica/uribismo-promovera-debate-sobre-relacion-de-congresista-articulo-517475)
- La infame analogía con un caballo enfermo que hizo sobre la capacidad de gobernar de Antanas Mockus y su enfermedad del Párkinson (https://www.youtube.com/watch?v=2vmE_4H2BcU)
- Las ya conocidas acusaciones al periodista Daniel Coronell donde lo señala como socio de Pastor Perafán (http://www.pulzo.com/nacion/peleas-daniel-coronell-alvaro-uribe/PP146317) e incluso se jacta de haberlo salvado de una extradición (lástima por él que no pudo salvar a la mitad de su gabinete de enfrentar a la justicia).
Todas, acusaciones sin sustento, que infortunadamente cumplen su función de manipular a la opinión pública, razón por la cual constituyen una práctica que Uribe y el uribismo se niegan a abandonar.
El episodio de Daniel Samper con el uribismo en donde manipularon su trabajo como director de la revista Soho para presentarlo como un abusador de menores, es apenas el prólogo de la maquinaria de injurias y calumnias de la derecha radical en Colombia que enfila baterías para la campaña presidencial.
Por lo tanto, resulta predecible la futura andanada de falsas acusaciones contra cualquier candidato que se les aproxime o aventaje en las encuestas. Uribe y el partido de los que piensan como Uribe, en vez de controvertir con altura e ideas, lacera con mentiras la dignidad de sus opositores, poniendo en evidencia la ausencia de una propia.