El miércoles 15 de abril ocurrió un ataque perpetrado por las FARC contra el ejército en el norte de Cauca. Como lo narra Semana.com,“a las 11:30 de la noche una lluvia de plomo les cayó encima. Según los sobrevivientes, el efecto sorpresa fue tan grande que resultó difícil reaccionar en términos militares efectivos. El combate duró pocos minutos. Pasada la medianoche, junto al humo, el olor a pólvora y los gritos de angustia, quedaron tirados en el piso los cadáveres despedazados de 11 soldados y otros 17 heridos. También dos guerrilleros cayeron muertos”. Esta tragedia dejó como resultado zozobra y un mal sabor sobre el proceso de paz.
Las reacciones no se hicieron esperar y, desde luego, todas apuntaban a un solo pensamiento: el rechazo total de este ataque propinado por las Farc hacia las Fuerzas Militares. Y aunque la gran mayoría de las opiniones estaban en contra de este hecho, había unas diferentes de las otras. Este atentado creó nuevamente un debate en el país que se polarizaba en dos bandos, los que están a favor del proceso de paz y los que están en contra de éste.
Obviamente uno de los pesos pesados, por no llamarle el campeón, en contra del proceso de paz, es el senador Álvaro Uribe Vélez. El expresidente, desde su trinchera, de inmediato empezó a lanzar pajaritos azules cargados de “dolor” y profunda “tristeza” por lo ocurrido.
Está bien, Uribe tiene todo el derecho de estar indignado, enfadado, triste, acongojado, furibundo, sorprendido y todas las emociones que por la sangre del paisa corran en ese momento; y sí, también puede despilfarrarse en comentarios a través de su escudo favorito, el Twitter.
Tan solo el 15 de abril, día de lo sucedido, Uribe publicó alrededor de 30 tuits sobre lo ocurrido en Cauca. Esto hasta ahora es normal, pues desde que el senador del Centro Democrático tiene esta red social, todos los días plasma casi la misma cantidad de comentarios sobre cualquier tema.
En la madrugada del viernes 17 de abril fue conocido públicamente el anuncio de Uribe: suspendería su viaje a Brasil para ir al sepelio de uno de los militares asesinados en Carmen de Bolívar, atendiendo al llamado del padre del militar. Para muchos es una muestra del “buen” corazón que posee el expresidente. Sin embargo, no considero que haya sido con el fin de acompañar a la afligida familia. Si hubiese sido así, también habría ido a los entierros de algunos de los jóvenes muertos por los falsos positivos. En realidad, Uribe lo que hizo fue aumentar el bombo y el amarillismo a esta tragedia y se llevó las cámaras de televisión hasta el sepelio con el objetivo de seguir hundiendo el dedo en la llaga a los colombianos y, por supuesto, aumentar su fama de “buena persona”.
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