Insultó a Iván Cepeda en el Senado de la República, retándolo a que fuera a visitarlo al Ubérrimo acompañado de Timochenko o Márquez; “cobarde y mentiroso” le dijo en un tuit con tono de matón de pueblo, pero sin responder sus acusaciones. Se refirió a Julián Martínez de noticias Uno, en otro tuit, como periodista pro-Farc, sin presentar un solo elemento o prueba de su inocencia. Así lo ha hecho siempre, despachando a todo el que lo acusa con algo parecido a esa frase famosa de “le doy en la cara marica”, pero de verdad, justicia o reparación, el expresidente no quiere saber nada.
Uribe tiene muchas deudas con la justicia y de todas ha escapado vía insultos o posando de víctima y perseguido político. Pero nunca ha dado explicaciones convincentes cuando se lo acusa de una conducta delictiva, y ya va siendo hora que lo haga, así sea frente a la JEP.
El expresidente no ha aclarado hasta la fecha, por ejemplo, las actuaciones de su gobierno con los falsos positivos o las relaciones de sus militares favoritos con las masacres de los paras; tampoco ha explicado el favorecimiento a sus hijos con los lotes de Faca, ni ha logrado desmarcarse del cohecho en el que incurrieron sus más cercanos colaboradores al comprar el voto de Teodolindo y de Yidis para su reelección. Mucho menos ha intentado dar claridad en los seguimientos y chuzadas del DAS o cosas peores como el asesinato del profesor D´Andreis en Barranquilla. En todos estos delitos y en muchos más ha logrado pasar de agache gracias a su fuero especial de expresidente y a su altanería.
Para completar el panorama, ahora, aparecen las sindicaciones contra él y su familia por subsidios recibidos de Agro Ingreso Seguro, a través de Uribito, el ministro amado, Andrés Felipe Arias, que al parecer les dio una platica para hacer un distrito de riego en las fincas de Córdoba. Mucho peor es lo que denunció Noticias Uno sobre una posible adquisición irregular de 130 hectáreas para completar ese “minifundio” llamado El Ubérrimo. Dijo el informe del noticiero que según la Procuraduría adquirió y acumuló baldíos, en clara violación a la Ley y es el propio Carrillo el que pide que esto sea investigado.
Un político de su calibre, que hasta se dio el lujo de dejar sucesor
y montar una bancada importante en el Congreso, dedicada ahora a la oposición más cerrera,
no puede acallar estas denuncias a punta de insultos y calumnias
Así tenga un partido fuerte como el Centro Democrático y unos seguidores fanáticos que lo consideran dios como Paloma Valencia, ya hay demasiados elementos contra él, como para que siga sin dar cuentas a la justicia. Un político de su calibre, alguien que ha manejado el país a su antojo por ocho años y hasta se dio el lujo de dejar sucesor y montar una bancada importante en el Congreso, dedicada ahora a la oposición más cerrera, no puede acallar estas denuncias a punta de insultos y calumnias.
Ya lo dijo Diego Palacio, su exministro de Salud, cuando solicitó ingresar a la Justicia Especial para la Paz: lo que se hizo, comprar la reelección de Uribe, fue para combatir a las Farc; entonces que vinculen a Uribe a ese tribunal y allí empiece a decir la verdad, esa verdad que el país necesita y está esperando para completar el panorama del conflicto de los últimos 25 años.
No somos los periodistas los que debemos juzgar al expresidente y menos los que podemos acopiar las pruebas judiciales suficientes para que progrese alguna acusación. Noticias Uno hace esfuerzos investigativos, pero no es autoridad y es muy vulnerable ante la intimidación que se desata después de cada denuncia, como pasa con todo aquel que se le ocurre tocar al intocable. Lo único que hemos visto y eso de manera muy tímida fue la retractación del expresidente con respecto a las mentiras en el caso del Colectivo de Abogados José Alvear.
Si se dejan llegar las elecciones del 2018 sin explicaciones, después será muy tarde porque Uribe habrá consolidado su poder, gracias al desprestigio de Santos, para seguir reinando en medio de la impunidad. Y eso no le hace bien a la paz, ni a la democracia.
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