Uribe es un peligro y en Estados Unidos lo saben. Los demócratas le tienen preparado (en sentido político) un cajón hecho a la medida de su corta estatura si llegan al poder en las elecciones Estados Unidos 2020. Ya han dado señales en este sentido. Por ejemplo, les molesta que un hombre tan cuestionado e investigado por nuestra justicia sea visto como un “héroe” por los líderes republicanos. Además, andan muy enfadados con el manoseo del uribismo en la actual contienda electoral. Es el uso y abuso de la misma estrategia que llevó a la Casa de Nariño a Duque; es decir, a Uribe en cuerpo ajeno. Me atrevo a asegurar que la suerte de Uribe está echada de llegar Biden a la presidencia.
Por otra parte, el machado sofisma “castrochavista” le ha dado al expresidente colombiano un rol casi omnipotente en este mundo. El capitalismo deshumanizado, salvaje y violento le ha concedido ese estatus. Por eso en Colombia tiene a sus pies todos los poderes del Estado, y a la policía y al ejército y a los gremios y a la farándula y a cierto sector del periodismo elitista. Menos al pueblo colombiano que en su inmensa mayoría rechaza esa ideología emanada de la mente más increíblemente astuta que yo haya conocido. Uribe, en últimas, hace las veces de plenipotenciario de ese capitalismo inhumano que protagoniza sus últimos estertores. Parece que también le han dado el poder de exportar a Estados Unidos y al resto del mundo nuestra división y ese odio tan bárbaro y tan colombiano. En lo sucesivo todo anhelo de paz, de democracia verdadera, y los sueños de justicia, equidad, y defensa de los derechos humanos podrían ser derribados de un hachazo con el argumento inicuo y simplista del castrochavismo. Sería el triunfo de la ignorancia más arcaica sobre el humanismo y la razón. Una especie de retorno empeorado a la era de las cavernas.
Créanme, el asunto pasó a mayores y no sé hasta dónde lleguen sus consecuencias. Por ejemplo, en Estados Unidos donde la compra y venta de armas tiene mínimas restricciones la gente en su paranoia anda enfierrándose y de qué manera. Algo sin precedentes en el país que es referente del progreso, de la libertad y de la democracia para todo el mundo.
Es también sabido que Uribe le habla al oído a Trump y lo está asesorando, de ahí que el eje de su campaña en la recta final se enfoque en los fantasmas uribistas. Trump parece un ventrílocuo de Uribe. Sí, el maestro de ceremonias que oficia en este turbio y expectante panorama es nada más y nada menos que nuestro expresidente. No es descabellado suponer que un mundo en manos de estas dos personalidades payasescas y peligrosas padecería el mismo síndrome de nuestro conflicto interno. Llamémoslo categóricamente así: la colombianización del mundo. Porque en manos de Uribe-Trump reinaría, quizás, la discriminación, el odio, la división, la desigualdad, la incertidumbre. Pero todos tranquilos: primero Estados Unidos deberá demostrar que nuestra estupidez no es producto de exportación. Creo, al menos, guardo la esperanza de que el estrambótico Trump sufra un estruendoso fracaso en beneficio de la paz, la salud, la justicia y la democracia del hemisferio.