Desde que la Corte Suprema de Justicia decidió llamar a indagatoria al senador Álvaro Uribe Vélez en medio de la investigación por un caso de supuestos falsos testigos, donde el alto tribunal lo investiga por los presuntos delitos de soborno y fraude procesal, se ha levantado un tsunami político, noticioso, de especulaciones y acusaciones por el referido llamado a indagatoria.
El país debido al gran despliegue y cubrimiento que se le ha dado a la noticia del senador se encuentra sumiso, dentro de un letargo y concentrado al acontecer del proceso, el cual han convertido en un show mediático, donde abunda la desinformación, acomodan y plantean hipótesis de acuerdo al interés de quien informa o analiza el proceso.
Se oyen voces determinando la culpabilidad del senador, otras que esbozan su inocencia y otras más atrevidas que hablan de confabulación, complot y montaje, desacreditando al máximo tribunal de la jurisdicción ordinaria, poniendo en tela de juicio la dignidad de los magistrados, presidente y hasta que no se demuestre lo contrario del senador Uribe.
Es tal el grado de saturación que los medios han dispuesto sobre la noticia del senador que han logrado cautivar la atención, hipnotizar a los colombianos, los cuales han descuidado el interés sobre el acontecer nacional y noticias sobre violencia, abuso y prostitución de menores, masacres o casos de corrupción que afectan al pueblo.
Colombia, es hora de despertar, de apersonarnos e interesarnos por los problemas que afectan al país, como la red de prostitución que operaba en Cartagena, donde reclutaban adolescentes y niños para posteriormente abusarlos, explotarlos y prostituirlos, socavando con ello el futuro de estos menores y violentando sus derechos.
No podemos dormirnos en los laureles mientras regresan las masacres, violencia y el dolor. Por ejemplo, en El Tarra (Norte de Santander) ocho personas fueron asesinadas y otras dos resultaron heridas en un ataque armado en un establecimiento comercial. Colombia no puede regresar a la ignominia del pasado y permitir que se reanude el derramamiento de sangre y la pérdida de vidas humanas.
Es inaceptable que bajemos los brazos en la lucha contra la corrupción. Como muestra, en La Guajira pretendían adjudicar licitación de 1.2 billones de pesos a un único proponente, lo que encendió las alarmas por posible corrupción, o que la inversión de 15 mil millones de pesos para la modernización del aeropuerto de San Gil solo haya alcanzado para la terminación de la pista para despegue y aterrizaje de aeronaves, pero no para el terminal aéreo para el despacho y recibo de pasajeros.
Hemos olvidado el asesinato de líderes sindicales, el incremento del microtráfico en las ciudades y el consumo de drogas (principalmente en menores de edad), la implementación de los acuerdos de paz, los problemas del sector salud, educación y sistema pensional por centrarnos en el llamado de indagatoria del senador Uribe.
El senador y su grupo de abogados que se enfoquen en su defensa, que la Corte que determine si es culpable o no, que los medios de comunicación entiendan que existen otras noticias de más interés para el país y que nosotros a los colombianos no nos dejemos obnubilar más.