Son pocas las noticias, los reportajes o crónicas que transmiten los principales medios de comunicación masivos sobre lo que, realmente, ha ocurrido en el país. Están callados, alelados, perdidos entre un mar de desinformación que confunde, politiza y manipula.
Sin embargo, cuando los medios masivos y tradicionales se confabulan con el Estado, ningún buen resultado habrá para el pueblo. El que haya visto alguna transmisión de estos días, en la que la mayoría de colombianos son reducidos a unos vándalos, sabrá que lo que digo es verdad.
He expresado mi desaprobación al gobierno de Iván Duque, pacífica y legalmente, aprovechando los derechos que como ciudadano el Estado debe garantizarme, así como a los millones de colombianos que también protestan. Esto, al parecer, los medios masivos no lo notan.
¿Vieron la transmisión de RCN sobre los capturados del toque de queda y no sobre los vándalos que violentaron conjuntos residenciales en muchas localidades de Bogotá?
Si no lo vieron, los invito a que revisen la insensatez de un medio de comunicación que osa en llamarse “líder en noticias, líder en opinión”. Como este, la mayoría. Los titulares de cualquier género periodístico, en resumidas cuentas, dicen: “Los vándalos son los protagonistas del Paro Nacional”.
No obstante, las nuevas ciudadanías digitales han transmitido, a través de sus redes sociales, lo verdadero de estas manifestaciones: cientos de policías violentando casas, rompiendo vidrios, transportando a encapuchados y dejándolos frente a conjuntos.. Mejor dicho, el que quiera ver estos videos que busque en cualquier red social. Están por montón.
Sobre este punto, Jennifer Beltrán, reconocida líder estudiantil, dice que los estudiantes rechazan “el uso de la violencia en nuestras movilizaciones, provenga de donde provenga (...) y hemos hecho un llamado a las autoridades a respetar el uso de la protesta”. Es decir, los encapuchados estelares de los noticieros no representan a manifestantes.
Se ha dicho mucho sobre las estrategias de manipulación del Estado, eso está muy bien. ¡Excelente! Los colombianos hemos entendido que estamos en un momento crucial para definir el rumbo de nuestra historia como nación, así como el porvenir de la vida de cada uno de los que protestan.
Pero aún falta por entender que los medios de comunicación, transmitiendo la marcha como una crisis social, como una catástrofe pública (nombrada así por una periodista de City Tv), influyen en las percepciones de la gente y perjudican cualquier avance que produzca la protesta social. Además, legitiman los actos de represión por parte del Estado.
Vale la pena recordarle a estos comunicadores el pronunciamiento de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos con respecto a este paro nacional. En el que resalta a la protesta pacífica como “un derecho humano cuyo ejercicio fortalece la democracia”.
Afortunadamente, en Colombia, hay muchos periodistas que hacen su trabajo ética y decentemente.
Uno de los principios del periodismo es la objetividad. Muchos dicen que tenerla es imposible, otros opinan que sí. En todo caso, mi intención con este artículo no es satanizar ningún medio. Lo que pretendo es que se haga un análisis a cómo transmiten e informan.
Pienso que Colombia necesita que haya unos comunicadores sociales y periodistas con informes más claros y profundos, en los que el debate sea el centro de la transmisión. No a unas periodistas que, estúpidamente, llaman “catástrofe pública” a una manifestación social legítima y legal.
Lo mismo opina Catalina Jiménez, estudiante de Sociología, que ha marchado durante el 21 y 22 de noviembre. Ella ha trabajado en distintas zonas colombianas, donde el conflicto armado es protagonista y dice que: “He protestado estos dos días pacíficamente. Sin ofender al Esmad, o a la Policía Nacional, ni a nadie. Estamos bailando, alzando nuestra voz por el futuro de nuestro país. Le pedimos a los medios que, por favor, transmitan realmente lo que pasa, que no tergiversen la información. Comprométanse con Colombia”.
También, que las nuevas generaciones son más conscientes y que las redes sociales están sirviendo para visibilizar situaciones que los medios tradicionales difícilmente transmitirían.
“Debemos seguir adelante, alzando nuestra voz. No todos somos vándalos, ni anarquistas. Queremos que nuestra voz sea escuchada, que se demuestre que los buenos somos más”, afirma.
En todo caso, el cubrimiento de la mayoría de los medios de comunicación colombianos sobre este paro nacional deja mucho que pensar. Por ejemplo, que están untados hasta el tuétano, hasta las entrañas, de la politiquería que gobierna a esta nación.
Sigamos publicando en redes, en portales de periodismo independiente, nuestras opiniones.
Anímense a escribir artículos, a leer sobre política, sobre historia. Al fin y al cabo, esto es lo único que nos queda y nos ayudará para organizar nuestra voz, como pueblo indignado que desea una mejor nación.
En conclusión, estos días demuestran que la historia, aunque a veces tardía, se repite: la revolución social, contra todos los intereses elitistas o conspiratorios, es imparable. No importa la represión que se dé, la tergiversación de algunos medios o las mentiras que se digan, Colombia está renaciendo. ¡Arriba la fuerza colombiana!
Nota. Los invito a revisar los medios de comunicación extranjeros. En ellos se encuentra buena información sobre lo que acontece en Colombia por estos días.