El 7 de abril salimos desde CATAM 17 estudiantes de distintas universidades de Bogotá. Tomamos un avión militar para dirigirnos hasta Valledupar, acompañados por funcionarios del gobierno y Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz.
Nuestro viaje obedecía a la iniciativa de un grupo de estudiantes de la Universidad de los Andes, quienes nos extendieron la invitación a las demás universidades presentes, entre ellas la Libre, Nacional y Rosario. El fin de este proyecto no solo consistía en llevar los mensajes de la cuidad a los guerrilleros concentrados en dicha zona veredal con libros con dedicatorias y cerca de 40 cartas, sino también en ser comunicadores de las preocupaciones y de las percepciones del grupo guerrillero concentrado en esa zona del país a la sociedad colombiana.
A través de un espacio didáctico de construcción colectiva que nuestros amigos de “Historia entre todos” se pensaron, pudimos interactuar con los guerrilleros rasos de la zona, en total fueron 60. Para nuestra actividad era necesario despojarnos de los prejuicios y de toda aquellas expectativas que tuviéramos de nuestra visita y de los propios guerrilleros para lograr un espacio que representase una “acción sin daño”. Y despojarse de los prejuicios no es fácil, darles la mano no es sencillo, y mucho menos lo es hablarles como iguales, porque se nos ha hecho entender como colombianos que la guerrilla de las FARC-EP es causa de la violencia en Colombia. Aunque efectivamente lo es, no nos hemos detenido a pensar que son también una consecuencia de la violencia estructural del Estado que durante años y décadas llevo a Colombia a una profunda desigualdad y muerte.
Durante el taller, la primerísima conclusión que uno puede sacar luego de despojarse de los prejuicios que nos acompañaban desde la cuidad es que son campesinos, campesinos armados sí, pero gente humilde que durante mucho tiempo sufrió todo tipo de atropellos y que gracias al proceso de paz tiene la esperanza de volver a vivir en familia y tener hijos sin la necesidad de la guerra.
Una vez cerrado el espacio jugamos fútbol, lenguaje universal que une a las gentes. Volvimos a Bogotá con un gran número de goles, pero un poco más conscientes de la otra Colombia. Para nadie es un secreto que para entender este conflicto hay que conocer lo que pasa en las regiones. Es necesario encontrar la forma de hacerle entender al pueblo colombiano que existe una brecha enorme entre el campo y la ciudad, pero sobre todo que los guerrilleros que a mediados de este año dejarán las armas son seres humanos. Ese será el primer paso y el más importante para lograr la reconciliación.