Universidades ventorrillo, una pandemia dentro de la pandemia

Universidades ventorrillo, una pandemia dentro de la pandemia

El culto al dinero se ha tomado las instituciones de educación superior. Las manifestaciones son diversas y algunas hasta vergonzosas

Por: Carlos Eduardo de Jesús Sierra Cuartas
diciembre 14, 2022
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Universidades ventorrillo, una pandemia dentro de la pandemia
Foto: Rawpixel

Que el mundo universitario ha adquirido — o, más bien, reforzado— un talante crematístico, de culto al becerro de oro, por obra y gracia del neoliberalismo, es una realidad harto enojosa de larga data que no sorprende en modo alguno a toda persona que mantenga un talante observador y crítico al respecto.

Ahora bien, con esta pandemia aún en curso, sin final obvio a la vista, semejante talante ha cobrado nueva vida, como si el coronavirus le hubiese infundido una vida adicional inusitada.

En otras palabras, las burocracias universitarias se mantienen atrapadas en una sempiterna dimensión crematística. Por así decirlo, habida cuenta de que suele decirse que el oro es el excremento del demonio, las burocracias de marras serían dichosas a más no poder si pudiesen contar con un diablito con diarrea.

En todo caso, este contexto de pandemia permite apreciar que ese culto al becerro de oro presenta manifestaciones diversas, entre las que cabe mencionar:

1. La multiplicación de las tiendas universitarias, dedicadas a la venta de chucherías de todo tipo, como camisetas, cachuchas, llaveros, bandanas, agendas, lapiceros, etcétera, etcétera, con las que, según dicen, buscan promover el "sentido de pertenencia", el cual no pasa de ser, al fin y al cabo, una enfermedad infantil, todo un sarampión.

2. Las campañas de diversa pelambre para recolectar "donativos", destinados, según se dice, a "ayudar" a estudiantes y empleados afectados por la pandemia. Como quiera que sea, se pretende que esto tiene un efecto balsámico dizque para incentivar la "solidaridad". Sabe Dios cómo tendría lugar esto porque la solidaridad, la verdadera solidaridad, tiene lugar en ámbitos de comunidad que han cimentado, a lo largo de generaciones, valores de uso, no vulgares valores de cambio. Y los reales ámbitos de comunidad no son los que solemos ver en las universidades hoy por hoy.

3. Las áreas de la salud, como los servicios médicos, los cuales arrastran crisis financieras desde hace años, crisis que han saltado a la vista con esta pandemia, al punto que, no pocas veces, cada cual ha tenido que arreglárselas para procurarse las diversas dosis de la vacuna por otras vías, amén de cargar sus propias mascarillas y botellas de alcohol o gel alcohólico.

Sirva de ejemplo en este momento una flamante campaña de vacunación para la influenza convocada por Unisalud, de la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, para el 6 de noviembre de 2022, destinada a la población universitaria, o sea, varios miles de personas. Empero, la dotación de vacunas al respecto es la espectacular e impresionante suma de... cien pinches dosis. Cosas estas del Tercerísimo Tercer Mundo. Por supuesto, la crisis en cuestión no ha sido óbice para reforzar los copagos y las cuotas moderadoras.

4. Como parte del panorama hilarante, a la vez que trágico, de la salud, no están al margen las áreas de Seguridad y Salud en el Trabajo, dedicadas a hostigar a los miembros de la comunidad universitaria para hacerse exámenes médicos de esto, lo otro y lo de más allá, así no tengan problemas de salud a la vista.

En otras palabras, estamos ante la exacerbación del monopolio radical de los "expertos" de la salud, quienes mueven pingües capitales en sus empresas gracias a la "generosa" colaboración de las áreas antedichas. Para colmo, esto sucede sin parar mientes en los bastante obvios riesgos de contagio por Covid en los consultorios y demás instalaciones médicas, auténticas fuentes iatrogénicas.

5. La búsqueda y persecución permanente y cuasiobsesiva de convocatorias de todo tipo que permitan allegar "recursos", todo bajo el pretexto de las finalidades académicas, aunque resulta harto difícil disimular el entusiasmo producido por la llegada de Don Dinero, ese poderoso caballero.

En fin, estos son apenas unos cuantos ejemplos que, en cualquier caso, no agotan el muestrario variopinto de manifestaciones del culto al becerro de oro en las universidades, un culto que no solo no ha menguado con la pandemia aún en curso, sino que ha cobrado nuevos bríos.

En suma, estamos ante la inevitable pandemia de las universidades ventorrillo. Y no hay vacuna para esta pandemia, habida cuenta de que la estupidez humana jamás duerme, siempre está al acecho para hacer de las suyas.

En fin, si de buscar el verdadero conocimiento se trata, es menester hacerlo en instituciones de índole alternativa, bien distintas a las universidades, instituciones que estén comprometidas con la preservación de lo mejor de la ciencia y la cultura.

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