La Universidad Nacional es una instancia de consulta para la toma de decisiones del devenir del país. Suministra luces sobre qué hacer frente a determinado reto social. Su prestigio ha sido labrado por su protagonismo a la hora de coadyuvar en la resolución de los desafíos del país de manera efectiva. Creo que estos hechos no han ido en menoscabo de su autonomía, porque el destino de la Universidad puede ser cualquiera, excepto el de dedicarse a mirar su ombligo.
Los profesores de la Universidad Nacional de Colombia están en todas partes. Se los ve en casi todos los foros y debates discutiendo los asuntos más decisivos de la academia y la sociedad. Publican sus artículos en los espacios de opinión en diversas revistas y periódicos de circulación nacional, y hasta en Facebook y Twitter exponen sus criterios con respecto a la actualidad. Opinan sobre ciencia, la investigación, la política, la paz, etc., así como lo hace el profesor Rodrigo Uprimmy en El Espectador.
Al profesor Alejo Vargas lo he visto en Señal Colombia presentando el programa "La Paz en Foco", donde se conversa sobre el Proceso de Paz entre el Gobierno Nacional y las guerrillas. Asimismo, el profesor Carlos Medina Gallego recientemente subió a Facebook unas imágenes de su visita a las Zonas Veredales Transitorias de Reincorporación ZVTN en el contexto del Censo Socioeconómico realizado por la Universidad Nacional de Colombia.
Un exestudiante de la Universidad Nacional me decía que los profesores esta alma mater embrujan con la palabra y las ideas porque son eruditos. Ese es el deseo de los estudiantes hiperactivos y estudiosos: encontrar profesores y universidades hiperactivas, inquietas, en el sentido de la investigación y las nuevas formas de construir saberes que incidan de manera positiva en la comunidad en la que está sumergida. ¿Es mucho pedir?
