La Universidad Distrital al igual que la educación estatal superior no son solo un bien público, son además un bien común. Algunas teorías contemporáneas han postulado, a raíz de ciertas luchas de resistencia, la idea de “lo común”, como una categoría social en la que se conjugan esfuerzos colectivos, intereses coincidentes, democracia participativa y reciprocidades en las tareas por parte de los miembros de una comunidad, cuerpo de deliberación, de diálogo y de creaciones. “Lo común” es el esfuerzo que agrupa a dichos miembros en la perspectiva de un horizonte compartido, con valores agregados.
En tal sentido, la universidad pública y en particular la Distrital Francisco José de Caldas conforman una “institución de lo común”. La movilización por fortalecerlas, en su momento, vitaliza esa existencia de lo común; pero así mismo la apertura de las actividades académicas, su normalización y el ejercicio pedagógico en las aulas y en los laboratorios son actividades que le dan forma elevada a ese bien común, el mismo que se teje en las relaciones que hacen avanzar el conocimiento y que afirman la ética ciudadana, al lado del espíritu crítico.
De ahí que, sin lugar a dudas, el regreso a las clases y la reanudación del semestre sean acciones progresistas en defensa de esa existencia de lo común, encarnada en ese bien insustituible como lo es la Universidad Distrital.
¡A elevar entonces la conciencia sobre la necesidad de ese bien común, en los términos de su apertura y normalización académica; por cierto, una conciencia colectiva de progreso y transformación que dé paso a un horizonte compartido de ciencia y creación, y que a la vez sea crítico y ciudadano!