No hay duda: el cambio climático está ampliando la cobertura del trópico y el alcance de comportamientos asociados. Parejo al deshielo de los cascos polares, Washington se convierte, velozmente, en la capital de los Estados Bananeros Unidos. Quien va a gobernar el país, para más prueba, no es un descendiente de migrantes mexicanos, dominicanos o colombianos, o de italianos bulliciosos, sino de abuelo alemán, aunque se dice que Friedrich Trump, nacido en 1869 en el Palatinado germano, montó un exitoso burdel en la época de la fiebre del oro en el oeste norteamericano.
De pagar balcón: no hay día en que Trump y su entorno no nos obsequien piezas maestras de chabacanería, improvisación, ruptura de reglas de juego, ataques personales, conflictos de interés. Más allá del contenido de la política exterior, de la comercial o la de inmigración, con lo cual se puede o no estar de acuerdo, lo fascinante son las formas en que el presidente electo actúa y, sobre todo, reacciona. Nos garantizará, mientras lo tumban por conflictos de interés o incapacidad, como en Ecuador o Brasil a Bucaram o a Dilma, diarias sorpresas de incontinencia por twitter o en ruedas de prensa.
Nos garantizará, mientras lo tumban por conflictos de interés o incapacidad,
como en Ecuador o Brasil a Bucaram o a Dilma,
diarias sorpresas de incontinencia por twitter o en ruedas de prensa
No hay que mirar, entonces, al vecindario para encontrarnos con ricos exabruptos. Se quedan cortos los nuestros y hay ejemplos a granel.
Para referirse a su adversaria Hillary en los mítines políticos de campaña, no la bajaba Trump de torcida y reclamaba para ella la cárcel. Contrástese, por ejemplo, con la forma poética en que Chávez se despachó contra su detestado colega Vicente Fox en las Naciones Unidas, apelando a una copla del folclor llanero: “Oiga Presidente Fox, yo soy como el espinito que en la sabana florea / le doy aroma al que pasa / y espino al que me menea.” Auténtico espíritu popular.
O su forma de relacionarse Donald con las mujeres. El video, grabado en el 2005, conocido un mes antes de las elecciones presidenciales, en el que Trump recomendaba mandarle, de una, la mano a las mujeres, a partir de su propia experiencia de manoseo, jamás tendrá el aire discreto de algunos fenómenos comunicacionales que por aquí se han presentado. Si se recuerdan las fotos ansiosas, algunas censuradas, que el antiguo defensor del pueblo colombiano remitía a una colaboradora, se estará de acuerdo en que el acoso, acá, tenía algunos ribetes propios del deseo.
¿Qué tal la manera como se tramitan las ruedas de prensa en la era Trump? La de antier, primera en seis meses que concedía, abundó en perlas. Una, cuando Jim Acosta, de CNN, pidió la palabra. El presidente electo: “Su organización es terrible. A usted no le permito preguntar. Ustedes producen noticias falsas”. Acá es distinto. “Siguiente preguntica”, solía uno escuchar. Qué fineza.
La forma velada de tirarse al adversario electoral en los Estados Unidos es brutal y no repara en la calidad de la información. Ya son conocidas las denuncias, puestas sobre el tapete por la CIA y el FBI, del hackeo ruso para desfavorecer a Clinton. Ahora se conoce otro informe en el sentido contrario. Historia de buitres: un millonario republicano que detestaba a Trump contrata una firma para buscarle debilidades al precandidato en el 2015. La empresa, Fusion GPS, subcontrata, a su vez, a un experto británico en asuntos rusos, ex – agente del M16, el mismo de James Bond, para que averigüe acerca de las relaciones de Trump en Moscú. El financiador, una vez Trump se convierte en el candidato oficial, se retira del cuento y militantes demócratas se interesan por los hallazgos. Resultado final de la consultoría: comportamiento sexual impublicable de Trump durante sus estadías moscovitas, relaciones comerciales dudosas con magnates rusos y, en el tramo, final, gestiones de sus colaboradores para promover el hackeo ruso en contra de su adversaria Hillary.
Nada de lo anterior está comprobado. Y, sin embargo, el informe se filtró a la prensa pocos días después de que los servicios de inteligencia se lo presentaran al mismo Trump y a Obama, sin verificar el contenido. ¡Ah! No hay que olvidar que los servicios de inteligencia han sido humillados, por torpes e incompetentes, por Trump. No es improbable que a algún despechado de la CIA o del FBI se le haya zafado una copia del informe a la prensa.
Compárese con las filtraciones de las ías de estos lares. De buen lenguaje, aunque también sirvan para linchar por anticipado. O con las labores del hacker Sepúlveda o de la Matahari criolla , la detective del DAS que pagó a dos señoras contratadas para labores de limpieza para que instalaran micrófonos en la sala de sesiones de la Corte Suprema de Justicia. Parecen de dibujos animados de Disney al lado de la suciedad de por allá.
Habrá noticias de este corte a diario. A largo plazo, queda la esperanza de que la línea de Meryl Streep en los Globos de Oro sea la contrapartida esperada: asumir el reto mediante una batalla cultural en favor del respeto y la democracia.