Unir a los países latinoamericanos: otra estrategia del comunismo

Unir a los países latinoamericanos: otra estrategia del comunismo

El proyecto bolivariano de formar una patria grande en Latinoamérica no es viable, pues esta ha sido una estrategia política de regímenes totalitarios

Por: Ariel Peña González
febrero 18, 2020
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Unir a los países latinoamericanos: otra estrategia del comunismo
Foto: Cancillería Ecuador

Nuestros libertadores plantearon la construcción de una Patria Grande hace más de 200 años, esa era una empresa loable; pero con lo que no contaron los padres de la independencia, fue con la aparición en nuestro tiempo de regímenes totalitarios en algunos países de la región, pertenecientes al engendro del socialismo del siglo XXl, que, sin lugar a dudas, es otra mascarada del marxismo. Lo que dificulta buscar una integración realista, ya que el comunismo pretende ante todo avasallar y expoliar a los pueblos para beneficiar a sus élites, demostrándose que la unidad latinoamericana que predica la mamertería es un ardid para meterle gato por libre a los crédulos.

También ha conspirado en contra de la integración el poco desarrollo social y económico de Latinoamérica, que la convierten en la región más desigual del mundo; además, los 34 países de América Latina y el Caribe escasamente representan el 8% del PIB mundial, lo que prueba a las claras que el “imperio” no necesitaría de los países ubicados al sur de su frontera, y por el contrario, Latinoamérica prácticamente no podría subsistir sin Norteamérica, principalmente por las remesas que son el soporte de varias naciones, comenzando por Venezuela, Cuba y Nicaragua, de las cuales viven esos 3 países con sus camarillas comunistas;  determinando que los Estados manejados por bandas marxistas son un disolvente para la integración, por la falta de productividad y sus intenciones totalitarias.

Por eso, pensar en una integración latinoamericana, con gobiernos como el de Cuba, Venezuela y Nicaragua, es una verdadera insensatez, porque hacer alianzas con los regímenes antes mencionados no ayuda en nada, y en cambio aumenta las desgracias y sufrimientos para nuestros pueblos, ya que el marxismo leninismo en todas sus presentaciones es una maldición para las naciones, pues sus fundamentos son la dictadura, la miseria y la violencia como condiciones necesarias de su existencia.

Siempre hay que mencionar que el maniático de Hugo Chávez, azuzado por el sátrapa de Fidel Castro, quería montar la Unión Soviética de Latinoamérica, no propiamente para el progreso de las naciones de esta parte del mundo, sino para reeditar esa gigantesca dictadura totalitaria fracasada en Europa, porque los alucinados que siguen  a la estafa comunista del marxismo leninismo han creído que el engendro del comunismo totalitario es “todopoderoso”, ya que siguen insistiendo en los fetiches del materialismo histórico y la inevitabilidad, advirtiendo que la doctrina absolutista de Marx  es indudablemente  supersticiosa, inhumana y antihistórica.

El Gobierno de Donald Trump, que tiene una postura antiglobalización, como lo expresó en su discurso en la Asamblea General de la ONU el año pasado, puede poner en peligro la globalización de la economía, que saldría afectada por sus políticas proteccionistas, lo cual indiscutiblemente conduciría a una recesión mundial, ya que el país del norte, al ser la primera economía del universo, perjudicaría también enormemente las exportaciones de América Latina que van a EE.UU y que han descendido notoriamente, de acuerdo al informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), esto por las políticas proteccionistas en varios países  desarrollados y la reducción del precio de las materias primas.

Pero volvemos a advertir que los regímenes del socialismo del siglo XXl, a los cuales hemos hecho alusión, como dice el adagio, no tienen ni arte ni parte en una integración latinoamericana, porque sabemos hasta la saciedad que, por ser el comunismo estatista, burocrático y embrutecedor, su única preocupación es montar camarillas o nomenclaturas, para parasitar a perpetuidad con la cosa pública, aplastando la libertad y la democracia.

Es bastante gracioso ver a los seguidores de la llamada izquierda latinoamericana, especialmente la marxista, desgañitarse en contra del imperialismo, como excusa para ocultar el fracaso de los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero cuando un gobierno como el de Trump podría cerrar las importaciones que llegan de los países del sur, no tienen respuesta, creyendo todavía que a base de discursos demagógicos y miserabilistas van a enfrentar lo que podría ocurrir.

Porque a la camarilla zángana del partido comunista cubano no se le puede olvidar, que ha recibido durante 58 años más de 300 mil millones de dólares que le regalaron la URSS y Venezuela. Además, el caso venezolano es más patético porque durante los años del chavismo, en el gobierno se ha cometido un descomunal latrocinio con los recursos de la venta de petróleo, cuantía que ningún país de la región ha recibido. Pues la miseria de las masas es total en la patria de Bolívar, sin embargo, el zafio de Nicolás Maduro se exculpa con el cuento de la “guerra económica y el bloqueo”, así que con esa presentación a los regímenes del socialismo del siglo XXl habrá que marginarlos de una autentica integración, si antes no desaparecen.

Chávez en su burocratismo marxista, creía que la unión de Latinoamérica se hacía mediante aparatos, por eso creó el ALBA (alianza bolivariana para los pueblos de nuestra América), la CELAC (comunidad de estados latinoamericanos y caribeños), PETROCARIBE y el Banco del Sur, el cual nació muerto, también ayudó a formar otro aparato conocido como UNASUR (unión de naciones sudamericanas) que está en vía de extinción. Con todos esos embelecos lo que buscaba el difunto presidente, era empoderar las ideas nefandas del socialismo del siglo XXl, ignorando la genuina integración.

El libertador Simón Bolívar en la carta de Jamaica en Kingston del 6 de septiembre de 1815, planteaba la construcción de una sola nación en el Mundo Nuevo, por su origen, lengua, costumbres y religión, que debería tener un solo gobierno con una Confederación de Estados, sin embargo, veía la imposibilidad de ese proyecto, por los climas remotos, situaciones diversas e intereses opuestos que dividen a la América.

También José de San Martín, el otro libertador de América, de la misma manera quería que se lograse una integración que abarcara todos los frentes de su época, en lo económico con una unión aduanera, en lo político para garantizar la defensa común y en lo social reivindicando la cultura latinoamericana. De ahí podemos observar que nuestros próceres, desde los albores de la independencia, buscaban la unidad de nuestros pueblos, pero en la contemporaneidad para la integración se tiene que descartar la ruindad del marxismo, que con el socialismo del siglo XXl pretende crear una esclavitud en las naciones de América Latina, mediante dictaduras oprobiosas eternas.

Una verdadera integración de  Latinoamérica de ninguna manera puede pasar por las fauces del esperpento comunista totalitario, por ello es menester desechar a los regímenes que mencionamos al principio, y para contrarrestar las posturas del potencias que afectarían  significativamente a la región, de manera coetánea se podría implementar un mercado común latinoamericano, porque una realidad nos trae otra realidad a la que se debe enfrentar con inteligencia y valor, ya que frente al chovinismo, censura migratoria y el proteccionismo a ultranza, la unidad con naciones de gobierno responsables es la salida, para llegar a la integración de  los países, pero algunos de ellos se deben de liberar de la deformidad  del marxismo leninismo.

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