En el marco de la XIV edición de la Semana Cultural, organizada por la Universidad del Magdalena, el día 6 de mayo del 2014, se había estipulado la presentación del dramaturgo, comediante y director de teatro colombiano conocido en el mundo de las tablas como "Primo Rojas".
El actor bogotano, para quienes no lo saben, es una de las figuras más rutilantes de la escena cultural del país. Precisamente, por está razón, fue invitado a ser parte del calendario de eventos del alma máter ubicada en la ciudad de Santa Marta. Con su obra "De como un pobre entierra a la mamá", una creación de humor negro, supremamente bien elaborada y que deja al desnudo la ridícula diferenciación de clases sociales y la incongruencia de la "aristocracia" colombiana, utilizando de forma magistral elementos como la crueldad, la degradación y la obscenidad, para dar como resultado una experiencia liberadora, en la que el personaje en tarima, pretende arrancar del pensamiento colombiano, individual y colectivo, ideas vagas sobre la "falta" de cultura de los estratos sociales más bajos de la geografía nacional.
Al parecer, la visión cultural limitada del grueso del público, estudiantil, de la ciudad de la costa caribe no les permitió apreciar el trasfondo de la obra. Fue tal el descontento del público, que el comediante tuvo que ser retirado de la tarima sin terminar su show y siendo abucheado por algunos personajes, quienes realmente parecen estar perdiendo su tiempo en el proceso de formación académica. Gritos e insultos era la respuesta de un público agresivo, poco cordial y sin idea alguna sobre el significado de la palabra respeto. Algunos (muy pocos), sí lograron entender el escenario en el que estaban ubicados y sentían VERGÜENZA tras la manifestación, primitiva, de los estudiantes universitarios. Los más pintorescos personajes, se atrevían a gritar "No vales monda rolo", en un acto que de cultura cada vez tenía menos y de ignorancia empezaba a llenar el ambiente. Finalmente, ante la agresión masiva, el escritor del libro SANCTI ESPIRITUS COLOMBIANUS, publicado en 2004 (cuando la mayoría de esos que exaltados gritaban y chiflaban, eran apenas unos niños que jugaban a la pelota o con muñecas), tuvo que bajar del escenario y dar por terminado el evento.
Por supuesto, un acto cultural puede no ser del agrado del público en general, pero eso no da carta libre para caer en el irresponsable y reprochable acto de irrespetar a su creador. Un agravante, y lo que más llamó mi atención tras conocer el suceso, fue el escenario donde se llevó a cabo el incómodo momento para el comediante, organizadores y público en general. Si esto hubiese pasado en un bar, plaza o calle cualquiera, no habría llamado mi atención porque, probablemente, la persona que grita en la calle, escupe en un bar u orina en una plaza no tiene ningún tipo de proceso formativo profundo y por está razón, presente acciones arcaicas. Acá, se suponía que en el evento iban a estar "personas" en proceso de formación académica superior, pero al parecer tiene más concepción sobre el respeto a una propuesta cultural un orangután africano. La Universidad es el lugar donde debe ser aceptada la universalidad de culturas, conceptos, tradiciones y valores (o al menos esa era la idea al momento de ser creada está institución), por eso, aún cuando el humor de "Primo Rojas" no resulte interesante para la población costeña, en su gran mayoría, lo último que se esperaba era una reacción, de este tipo, por falta de tolerancia. Aunque debo confesar que la noche anterior, le expresé ese "miedo" a Andrea una amiga personal (estudiante de derecho de está institución educativa) con quién hablé acerca de la futura presentación.
La verdad, dudo que en la Universidad de Harvard, alguno de sus estudiantes hubiese (por lo menos) pensado en responder de está forma tras no compartir la creación artística de una banda de flauta peruana, por ejemplo. Seguramente, algunos de los que leen esto ahora, deben recordar mi nombre y asociarlo de manera directa con la diatriba que escribí en contra de un cantante de champeta, éxito en esa región, hace apenas unas semanas; probablemente, esos mismos que esa vez me crucificaron en la costa caribe, lo vuelvan a hacer en está oportunidad. La verdad, no me importa si lo hacen o no porque tengo claro que con estas líneas, y con las de la diatriba contra Mr. Black, no pretendo tocar las fibras de ninguno de los habitantes de la costa caribe. En suma, me preocupa demasiado ver el accionar del futuro inmediato de nuestro país. No quiero imaginar cual será la reacción de alguno de los futuros profesionales, cuando no consigan un empleo. Definitivamente, nuestro país sigue respondiendo a una frase que utilizo, usualmente, cuando las cosas están mal y parece que van a empeorar: El niño llora y la mamá le pega.
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