Las centenarias tablas de tronco de Sarhua en Perú o el tejido en crin de la región chilena del Maule son algunas de las expresiones que buscó resguardar los talleres formativos “Aprendiendo con el patrimonio inmaterial para el futuro sostenible”, que organizó la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe (OREALC/Unesco Santiago) en Ecuador, Chile, Perú y Guatemala, durante los últimos meses.
En estas instancias participaron agentes de la educación y miembros de diversas comunidades portadoras de una o más prácticas del patrimonio cultural inmaterial o “patrimonio vivo”. Estas expresiones, saberes o técnicas transmitidos por las comunidades de generación en generación proporcionan a las comunidades un sentimiento de identidad y de continuidad que favorecen el desarrollo sostenible de las comunidades locales.
Nicolás del Valle, coordinador del sector de cultura de la OREALC/Unesco Santiago, indicó que “estos talleres buscaron fortalecer las capacidades de las personas y comunidades que contribuyen a salvaguardar el patrimonio vivo a través de prácticas culturales y programas de educación formal y no formal. A través de estas iniciativas se ha facilitado el intercambio de experiencias entre docentes y educadores tradicionales de países y comunidades diversas por medio del desarrollo de iniciativas innovadoras o del diseño de actividades significativas de los agentes en el territorio”.
Mary Guinn Delaney, jefa de la sección Educación Transformativa de la misma oficina, destacó el rol de estos talleres para consolidar la identidad nacional, la cohesión social y el diálogo intercultural, así como el papel del patrimonio vivo en la promoción de la diversidad de las expresiones culturales y en el seguimiento de la aplicación de la Convención para Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (2003). Delaney también expresó el deseo de que estos talleres ayuden a fortalecer una red de distintos agentes de la cultura y la educación.
En esa línea, se espera para 2022 una recopilación de las experiencias seleccionadas como parte de un estudio regional que reunirá alrededor de 200 prácticas educativas de 15 países de América Latina y el Caribe. Un insumo esencial que contendrá orientaciones y recomendaciones para los tomadores de decisiones de la región.