El funcionamiento de la política dentro de un país democrático no es muy difícil de comprender; dentro de la sociedad existen intereses y esos intereses cambian dependiendo de las condiciones sociales en las cuales vive la gente. Colombia es un país donde esas diferencias son muy amplias, pues existe una gran disparidad entre aquellos que tienen y aquellos que no. De hecho, según el Banco Mundial, Colombia es el tercer país más desigual del mundo. Dicho en otras palabras, esto significa que los ricos son muy pocos y muy ricos, y los pobres son muchos y muy pobres.
Curiosamente, hemos llegado a un punto de quiebre dentro de la política del país y está en las manos de todos los colombianos escoger entre dos opciones: el continuismo o el cambio. A mediados de este mes, tendremos la oportunidad de escoger democráticamente si queremos seguir manteniendo un país lleno de pobres, injusticias y violencias, o si queremos darle la oportunidad a la novedad.
Hoy en día tenemos a dos candidatos quienes se disputan la presidencia de la República. Por un lado tenemos al señor Iván Duque, candidato que busca perpetuar el continuismo y el orden social establecido y, por el otro, tenemos a Gustavo Petro, un candidato que propone un cambio. Las propuestas de estos dos candidatos son diametralmente opuestas y buscan, como bien se dijo antes, beneficiar distintos sectores de la sociedad.
¿Qué es lo que está en juego entonces? A groso modo podríamos decir que todo. La elección que hagamos los colombianos este 17 de junio trazará las rutas económicas de los próximos cuatro años, garantizará o perjudica la desmovilización de las insurgencias, y perseguirá o colaborará con la corrupción institucional que corroe al país. Por eso está en nuestras manos saber escoger bien y hacer un análisis sobre los posibles futuros gobiernos, desde quienes los dirigen hasta quienes serán las personas que compondrán el próximo gabinete.
Por ejemplo, por el lado del candidato Duque tenemos un bloque compuesto por los representantes de política tradicional y conformado por ciertos sectores de partidos como el Liberal, el Conservador, Cambio Radical, Partido de la U, así como por personas cuestionadas por sus visiones excluyentes y radicales de la sociedad, como el ex-procurador destituido por corrupción, Alejandro Ordoñez, y por personas investigadas por genocidios y nexos con el narcotráfico, como Álvaro Uribe. Por el lado de Gustavo Petro, en cambio, tenemos líderes sociales y campesinos, indígenas, representantes de las negritudes, estudiantes, académicos, personas que pertenecen a la comunidad LGBT, y demás personas humildes que buscan un futuro diferente y más justo para Colombia. El proyecto de Gustavo Petro se enfoca justamente en redistribuir la riqueza del país, acumulada en poquísimas manos, para crear una sociedad más justa, con menos pobres y más clase media. Su proyecto económico es un proyecto sostenible, que respeta el medio ambiente y las fuentes hídricas, que potencia la agricultura y promueve el empleo justo. Su proyecto social se enfoca en garantizar los que, por derecho, nos pertenece a todos los colombianos: educación, salud, techo y trabajo.
Las fuerzas políticas que se oponen a este proyecto basan su discurso sobre el miedo y sobre la creación de un enemigo común; el castrochavismo. Dentro del mundo académico este término no existe, aun así se puede asumir que a lo que se refiere dicho término es a los proyectos comunistas que se han tejido en Sudamérica. Gustavo Petro no es un comunista y nunca lo ha sido. En el pasado fue miembro del M-19, pero todo buen sabedor es consciente de que esta no era una guerrilla comunista; su propósito principal era luchar por democracia real en un país cooptado por el clientelismo y la corrupción.
Otro de los argumentos sobre los cuales se ha fundamentado la campaña de desprestigio hacia el candidato de la Colombia Humana, es que el país se va a volver como Venezuela. Esto es un argumento de fácil de decir pero que de trasfondo tiene muy poco. Cuando la gente se refiere a Venezuela está poniendo en tela de juicio dos cosas: la primera, hace referencia a una dictadura orquestada por el ejecutivo quien se tomó los otros dos poderes: el legislativo y el judicial y, segundo, a la crisis económica que azota este país vecino. Analicemos punto por punto de una manera rápida:
El Congreso que eligió Colombia el 11 de marzo resultó en su mayoría constituido por fuerzas y partidos tradicionales los cuales en este momento manifiestan abiertamente su apoyo al candidato Iván Duque. Esto significa que si Gustavo Petro terminase de Presidente tendría mucho más control por parte del congreso que su contendor, Iván Duque, a quien todos apoyan. Ahora, Duque pretende unificar las altas cortes, lo cual sería el fin de la acción de tutela, el control constitucional y la jurisdicción especial para la paz, entre otras cosas. En otras palabras, destruiría la autonomía que tiene el poder judicial y además dominaría con creces el poder legislativo, tal como lo hace Nicolás Maduro.
En lo referente al segundo punto la reflexión es más o menos similar. La crisis que atraviesa hoy en día nuestra patria hermana se debe principalmente a la monodependencia del petróleo y a las caídas del valor del mismo en el mercado internacional. Iván Duque propone continuar con este modelo extractivista a través nuevas tecnologías altamente criticadas por su impacto ambiental y ecológico, como lo es el fracking, para ello, además, tendría que acabar con mecanismos de acción ciudadana como es la consulta previa. Petro sabe esto y justamente su modelo económico se enfoca en el desarrollo de la agricultura y de la industria nacional, desde una perspectiva totalmente enfocada en lo sostenible lo cual, además de proteger el agua y fortalecer el agro, sería un gran foco generador de empleo.
Considere que la decisión que está en sus manos es una que toca temas de fundamental importancia como los son los derechos humanos, la protección del agua, la creación de empleo y la redistribución de la riqueza del país de una manera más justa. Una buena decisión solo se logra a través del conocimiento de causa y si hoy en día vivimos en un país fragmentado y dividido es por los órdenes sociales impuestos en el pasado y por los políticos que han estado siempre en el poder, dejándolo como herencia de generación en generación. Estos políticos, que alguna vez se opusieron de manera ferviente y se criticaron duramente colaboran hoy en su conjunto para un mismo proyecto político, el del señor Iván Duque. Los políticos de siempre son los únicos a los que podemos culpar de la suerte de muchos de los colombianos que hoy en día están sumidos en la pobreza, así como de la violencia que le ha tocado enfrentar a nuestro país. La pregunta es ¿vamos a elegirlos nuevamente?
La invitación aquí no es a votar por Gustavo Petro, vote por quien quiera, pero vote con conciencia. Vote por aquello que realmente lo convence de los proyectos y no vote con miedo. Colombia necesita una segunda oportunidad y es usted quien decide a qué proyecto político apostarle.