No puedo decir en este momento cual es mi ideología política ya que sinceramente ninguna me convence. Considero que en este país todo lo político es un saludo a la bandera y el refugio, en muchos casos, de personas mentirosas, mañosas y más que nada oportunistas dispuestos subirse al tren de la victoria, sin importar los medios y a veces ni siquiera el fin mismo.
Expreso sin ningún tapujo que no me gusta el presidente ni tampoco el expresidente, sin embargo considero que cada uno tuvo sus pros y contras que muy probablemente podré ampliar en otra ocasión.
Ahora capítulo aparte merece el fenómeno verde del que fui testigo en las pasadas elecciones presidenciales de 2010 y que según pienso fue el karma de ese partido.
El partido verde a primera vista es una buena opción ya que no está contaminado por las grandes inversiones de los partidos tradicionales, ni por los políticos pendencieros que venden su alma por un plato de lechona untado de mermelada. Por el contrario tiene gente que todavía siente pasión por lo que hace, gente joven con la firme idea de cambiar la forma de hacer política y lo más importante, gente que piensa fuera de la caja en un escenario en el que los Gerlein, Roy Barreras, Merlanos y Gavirias son reyes.
Pero una cosa si es cierta, a los aspirantes y candidatos les falta un verdadero grupo de electores, porque si mal no recuerdo hace cuatro años, todos, absolutamente todos los jóvenes universitarios que me encontraba en la calle se jactaban de ser los más políticos del país, a lo que siempre les respondí: ustedes nunca van a ganar! Y les confieso que mientras le expresaba eso a cada muchacho con el que hablaba, esperaba estar equivocado. Este país necesita un cambio otra forma de pensar y ver las cosas, pero mi escepticismo se basaba en la experiencia con los jóvenes de hoy en día.
¿Por qué los jóvenes? La razón es simple, a los veinteañeros de hace cuatro años y a los de ahora no les importa nada, excepto su propio beneficio, pero lo anterior no pasaría de ser una anécdota excepto porque esos jóvenes eran el principal capital electoral del Partido Verde, esos muchachos que comentaban en redes sociales, que se indignaban cuando se les hablaba de Uribe o Santos, que se proponían cambiar el país, esos mismos jóvenes que le hicieron pensar a muchos que lograrían llegar lejos con un partido recién creado, si esos mismos jóvenes idealistas embriagaron a gran parte del país, y finalmente no pasó de ser una borrachera maluca de esas en la que uno se pelea con el amigo, la novia, se va sin pagar y no sabe cómo llegó a la casa o peor aún no sabe si está en su propia casa.
El guayabo de la borrachera verde vino el día de las elecciones, cuando esa horda de seguidores, militantes y capital electoral siquiera se levantó de su cama para acudir a las urnas. Es muy triste pero finalmente se cumplió lo que yo expresaba, a los jóvenes simplemente les interesa hacer parte de algo para sentirse incluidos, pero realmente no les importa ir más allá de lo evidente y construir un futuro porque lo que se busca a la hora de elegir un gobernante o representante finalmente es eso, comulgar con sus ideas y propuestas para labrar un mejor porvenir no solo para nosotros sino para nuestros hijos. Pero como lo dijo alguna vez un viejo cascarrabias: cuando uno esta joven, cree que va a ser joven toda la vida.