Una violación es una violación, punto
Opinión

Una violación es una violación, punto

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abril 04, 2014
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Para mí es obvio que cuando se habla de violación  se refiere al  acceso carnal violento, que presupone la ausencia total de consentimiento por parte de la víctima.

Por eso me sorprendí cuando en las redes sociales se empezó a hablar de  la “Cultura de la Violación” —Rape Culture— como si frente a esto existieran matices.

El concepto que se viene usando en los Estados Unidos desde 1975 cuando la periodista, feminista e investigadora Susan Brown Miller publicó su libro En contra de nuestra voluntad: Hombres, Mujeres y Violación. El argumento central de la publicación era que los hombres usan la violación para perpetuar la dominación masculina a través del miedo.

Hoy esta noción se utiliza mas específicamente para referirse a los abusos sexuales contra estudiantes universitarias y todos los hechos que acompañan el antes y después de la violación. La presión de grupo, la burla de compañeros, las sustancias psicoactivas, la manipulación de la verdad sobre los hechos cuando son denunciados, los chistes acerca de dichos eventos, y las amenazas posteriores.

Quienes han acuñado el concepto, argumentan que con él se ha dado voz a las víctimas que no de otra manera pueden describir lo que sucede hoy en día en varias universidades y colegios de Estados Unidos. Según sus defensores, es el vehículo más efectivo para describir un problema sistémico que viene en aumento y que está afectando seriamente a la sociedad.

Según estadísticas recogidas a principios del año por la Casa Blanca,  a pesar de que una de cada cinco mujeres es asaltada sexualmente en las universidades, solo una de cada doce lo reporta. Además, solo hasta hace poco se aceptó que por años, los abusos sexuales que ocurrían cuando había alcohol o drogas de por medio no se clasificaban como violaciones, ya que se asumía que había algo de culpa de la víctima.

Sin embargo, en febrero la Cadena Nacional de Violación e Incesto  (RAINN por sus siglas en inglés) le envió una carta a la Casa Blanca en la que argumentaba que no se podía culpar a la “Cultura de la Violación” por los asaltos sexuales en las universidades.

La organización argumenta en el documento que a pesar de que el concepto como tal ha ayudado a darle luz a la problemática, no hay que olvidar que “las violaciones no son causadas por problemas culturales, sino por actos conscientes de individuos que deciden cometer un acto violento”.

Y es que según investigadores, solo el 3 por ciento de los hombres en las universidades son responsables del 90 por ciento  de las violaciones. Más de la mitad  de estos individuos tienden a repetir sus acciones. Según RAINN, a pesar de que 3 por ciento no es un número pequeño, no es suficiente para hablar de una “Cultura de la Violación”.

Por eso mismo, argumenta RAINN, las acciones encaminadas a la prevención de estos hechos que solo se enfocan en el tema de la masculinidad, no son tan efectivas, ya que los victimarios son criminales a los que no se puede reprogramar con mensajes tan sencillos.

Ambos argumentos fueron duramente ventilados a través de redes sociales y artículos de prensa esta semana, luego de que fueran mencionados nuevamente en una columna de opinión.

Los más feministas se mostraban enfurecidos e indignados con la idea de reestructurar o incluso erradicar el concepto. Y quienes defendían esto último aducían que al considerar que hoy en día se vive en una “Cultura de la Violación“, se está no solo ignorando los avances de más de 30 años de feminismo en práctica,  sino clasificando a hombres inocentes y respetuosos como criminales.

Y aunque Colombia no es Estados Unidos, el debate también existe. Son frecuentes las conversaciones entre padres, maestros y jóvenes acerca de la culpabilidad o no de jovencitas que se involucran en encuentros sexuales sin quererlo y como producto de los tragos, o las drogas. Sin ir más lejos, aún se debate si la manera de vestir de las jóvenes puede o no ser causa de un abuso sexual.

En mi cabeza y desde mi perspectiva de mujer, todo este debate es fútil. Una violación es una violación. No hay pliegues ni matices. Cuando no hay consentimiento de una de las partes para sostener un encuentro sexual (quienes están en estado de embriaguez o han consumido drogas han perdido toda su voluntad y por ende no tienen manera de consensuar nada) y se lleva a cabo, se comete una violación.

@Silviadan

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