El hirviente vocinglerío colombiano por andar crepitando su fastidio racista por las expresiones provocadoras de la vicepresidenta Francia Márquez, no ha querido darle verdadera importancia a Aurora Vergara, la ministra de Educación, una verraca mujer, una verraca ministra. Nacida en 1987 en un Cali desde donde su madre tuvo que huir cuando su padre, empleado de las Empresas Municipales de Cali engrosó la hecatombe de desaparecidos rio Cauca abajo y nunca más volvió a la vida .
Criada, refugiada, exiliada y educada en Istmina desde 1991 en la Escuela Normal de Nuestra Señora de las Mercedes supo de la vida, dirigida y aupada por su mamá ,una antigua aseadora del juzgado en Cali. Conoció el afecto y el apoyo por sus tías y por su gente de Istmina. Pasó su infancia y adolescencia en una casa con piso de barro, en donde primero se hacía oficio, después se estudiaba y cada que podían se leía. Fue a graduarse como socióloga en la Universidad del Valle, hizo maestría y doctorado en la Universidad de Massachusetts en Amherst, estuvo como profesora durante 10 años en la Universidad Icesi de Cali donde fue la directora del Centro de Estudios Afrodiaspóricos, se ganó el premio Martin Diskin de la LASA, y ha escrito varios libros sobre investigación social y estudios afrolatinoamericanos.
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Una huérfana de la violencia citadina caleña. Una chocoana a mucho honor y gloria, por su rostro, en sus palabras y en sus escritos no asoma una pizca de odio ni resentimiento
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En agosto fue llamada por el ministro Alejandro Gaviria para ser su viceministra y el presidente Petro la posesionó como su reemplazo en la última crisis. Quienes han sido sus alumnos, quienes la conocen, abundan en calificativos. Una huérfana de la violencia citadina caleña. Una chocoana a mucho honor y gloria, por su rostro, en sus palabras y en sus escritos no asoma una pizca de odio ni resentimiento, mucho menos de venganza. Su gesto es de comprensión, de afabilidad, pero sobre todo de mujer negra orgullosa de serlo. Tal vez por ello el país se fija más en la otra cara de la moneda que representa doña Francia con sus odios y sus venganzas trashumantes en cada frase y no resalta esta verraca mujer, esta verraca ministra, Aurora Vergara.