Un día, Christian Daes, empresario barranquillero y uno de los accionistas de Tecnoglass, le dijo a un periodista que cuando a él le cerraban las puertas siempre le quedaban las ventanas.
Esa frase se convirtió en sentencia. Él y su hermano José Manuel se convirtieron a punta de esfuerzos en los segundos ventaneros del mundo y volvieron a Barranquilla en un referente mundial del tema.
Hace un año a Christian se le metió en la cabeza una idea —quienes lo conocen bien dicen que con él es primero haciendo y después diciendo—, construir un símbolo inolvidable en el corredor industrial de la circunvalar con la vía 40 de Barranquilla, donde está ubicada la planta de Tecnoglass.
Se puso manos a la obra y en alianza con la Sociedad Colombiana de Arquitectos, y tras la convocatoria mundial de un concurso digital de diseño donde se inscribieron más de 100 concursantes de todo el planeta, un jurado calificador encabezado por el Ministerio de Cultura de Colombia escogió una obra que tiene por nombre uno indiscutible: Ventana al mundo.
Diana Escorcia, una arquitecta barranquillera, interpretó a la perfección lo que el estricto grupo de jurados querían para Barranquilla. Dos columnas monumentales de 40 metros de altura, cada una hecha de aluminio y vidrio —los materiales base de la compañía—, en una rotonda en la entrada de la vía circunvalar, con colores alusivos a la capital del Atlántico, que se iluminarán con energía solar, contarán la historia de la ciudad.
La Ventana al mundo será inaugurada en julio próximo y será el aporte que la marca Tecnoglass y sus cabezas, los hermanos Daes, le harán a su ciudad antes de la inauguración de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, que vivirá la arenosa entre el 19 de julio y el 3 de agosto.
La estructura ya muestra su esqueleto y en menos de 20 días empezará a ser vestida con vidrios de alta densidad, en colores rojos, amarillos, verdes y azules, los mismos que escogieron más de 1,300 internautas a través de las redes sociales.
El aluminio, que es uno de los materiales emblemáticos de la empresa, complementará este icono que promete ser un punto de atracción de esta ciudad que se está remozando y que cada vez toma más interés por su transformación.
“Será como el obelisco de Buenos Aires, pero en este caso será un lugar de actividad y disfrute que se convierta en un paradigma, un símbolo que represente todo lo que somos y que cuente lo que ha sido nuestra historia”, dice Christian Daes, emocionado, al mostrar orgulloso los planos terminados y la animación en tercera dimensión que deja ver este imponente proyecto que dejó de serlo para convertirse en una realidad que mezcla cultura y emoción.
El esqueleto de la monumental obra está casi listo para ser vestido. Debe soportar los fuertes vientos que provienen de la desembocadura del río Magdalena, sitio que servirá de telón de fondo para la ventana.
