Una nueva y atemorizante variante del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha sido hallada circulando en Países Bajos ("Holanda"). El patógeno parece ser más transmisible y severo que otras versiones del mismo, pudiendo aumentar su presencia en sangre hasta casi seis veces más y acelerando la reducción de linfocitos T CD4 por 2.
Sus portadores tienen una alta probabilidad de desarrollar SIDA en un estimado de dos o tres años, comparado con los seis a siete (incertidumbre mediante) de las cepas en circulación actualmente. La buena noticia es que sigue siendo vulnerable a la medicación antiretroviral actual, sugiere el análisis realizado a 100 pacientes.
Según el estudio, publicado originalmente en Science, esta mutación parece haberse dado a inicios de los años 90 y se expandió rápidamente en los 2000, encontrando una caída por el 2010, presuntamente por las medidas implementadas para frenar el VIH en general. Otros dos países de Europa, Bélgica y Suiza, respectivamente, poseen un par de pacientes con la misma variante.
En un momento en que "variante" y todas sus implicaciones es la palabra que acompaña las noticias del covid, esta del VIH, hoy, nos sugiere que "los virus no siempre evolucionan a cepas menos perjudiciales", recuerda una de las investigadores citadas por Nature.
El hallazgo no preocupa a miembros de la OMS, aunque sí advierte sobre la importancia en la preparación y vigilancia de cambios importantes en la evolución de esta infame pandemia.
Un duro golpe de realidad
El escurridizo patógeno, que ha cobrado la vida de decenas de millones de personas, es un éxito evolutivo que ha adoptado múltiples estrategias para escabullirse de las defensas de nuestro organismo y nuestras mejores ideas para afrontarlo.
De entre estas estrategias, mutar muy rápidamente ha dificultado enormemente el hallazgo de una cura o una vacuna. A 40 años de los primeras alertas de la existencia del SIDA, en 1981, nuestro mejor arsenal contra el virus se compone de preservativos, educación sexual, test, medicamento farmacológico pre y posexposición y terapia antirretroviral para los portadores que ataca al intruso desde distintos flancos, enfocados en su método de reproducción, disminuyendo su presencia en la sangre y evitando así la transmisión a otras personas por vía sexual.
Estudios ubican el paso del virus a los seres humanos, a inicios del siglo XX, en África, como producto del consumo de carne de mono practicado por algunas culturas nativas del continente, y una expansión favorecida por la circulación de personas, durante la Primera Guerra Mundial, la exportó dentro y fuera él.
Significó un duro golpe a la esperanza y furor despertados por la extinción de la viruela, a mediados de la misma centuria en la lucha contra las enfermedades transmisibles.
Menos de una decena de pacientes, en la trágica historia de esta pandemia, han logrado curarse de este padecimiento, aunque gracias a atípicos y muy inviables métodos.