Jossimar Calvo, el campeón mundial silencioso

Jossimar Calvo, el campeón mundial silencioso

El gimnasta cucuteño ganó de nuevo en Croacia

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septiembre 14, 2013
Jossimar Calvo, el campeón mundial silencioso

A las ocho de la mañana el coliseo tan sólo está habitado por una docena de gimnastas que entrenan bajo las órdenes del profesor Jairo Ruiz. De un lado para otro vuelan por las barras de goma estos jóvenes como si fueran criaturas mitológicas. Entre ellos un diminuto pero macizo joven se destaca por su concentración. Mientras el resto habla o canta el reggetón de moda que suena por los parlantes del lugar, el muchacho permanece  inmutable, untándose las magulladas manos de magnesio y miel, observando fijamente los anillos donde dentro de unos segundos se subirá y empezará a dominar con la agilidad de un insecto gigante. Este pequeño hércules  no tiene nada que ver con el niño langaruto, de mirada hundida y tez curtida por el sol que enloquecía a punta de cabriolas, medialunas y parada de manos a Doña Nora 15 años atrás.

Sin saber muy bien qué hacer con ese diablito cargado de energía que no paraba de subirse a los árboles como si fuera un mico anfetamínico, decidió un día meterlo a un vacacional en el instituto de recreación y deporte de Norte de Santander. Nora amaba a su hijo pero su oficio de modista requería toda su concentración. Tenía que coser de sol a sol para poder mantener a sus cuatro hijos ya que su esposo casi siempre estaba por fuera, perdido en cualquier esquina, gastándose los pocos billetes que ganaba en cerveza.

Al segundo día de tenerlo en el vacacional la profesora le preguntó si el pequeño Jossimar había recibido previamente alguna clase de gimnasia “El muchacho está para darme clases a mi” Le dijo la educadora. Nora no supo que decir. En la casa ni siquiera habían visto las olimpiadas “Tampoco jamás había llevado mis hijos al circo”. El chico al parecer había nacido con el don.

La profesora, sabiendo de que al frente tenía un talento de esos que se ven una vez cada siglo llamó a Jairo Ruiz, el entrenador experto en descubrir y pulir a los mejores gimnastas del país. Jairo quedó deslumbrado ante las evidentes capacidades del chico y lo llevó al destartalado centro de entrenamiento del INEM “Allí no contábamos con todas las ventajas que tenemos ahora… a nosotros nos tocaba trabajar con las uñas” Recuerda una década después el entrenador, mostrando orgulloso los implementos que acaban de llegar para conformar el centro de alto rendimiento que el mismo ha ayudado a construir “Jossimar era tan pequeño y tan flaco…. Nunca tenía hambre, a juro tenía que tomarse la sopa. Nunca probaba el seco. Estaba ingerido. Acá Jesús Romero (Quien después fuera campeón nacional y panamericano) le puso el apodo de lentejita y así se quedó, porque era tan pequeñito como una lentejita”. Pesaba 16 kilos y apenas rozaba el metro de estatura.

En el 2010 a sus 15 años Jossimar Calvo fue tercero en el suramericano de Mar del Plata, en el 2011 ganó oro y plata en los Panamericanos de Guadalajara. - Jossimar Calvo, el campeón mundial silencioso

En el 2010 a sus 15 años Jossimar Calvo fue tercero en el suramericano de Mar del Plata, en el 2011 ganó oro y plata en los Panamericanos de Guadalajara.

El muchacho acaba de terminar el primer esquema del día, la exigente práctica de las barras paralelas. Un esquema consiste en hacer un ejercicio de diez maneras diferentes sobre alguno de los aparatos típicos de la gimnasia. De cuando en cuando Jossimar Calvo, el reciente campeón del mundo en Eslovenia en la modalidad de barra fija, se mira las ampollas que tienen sus muñecas. Allí la piel se le ha abierto y se deja ver un pedazo de carne teñida de amarillo por culpa del líquido que se aplica para sanar la herida. Además, debido a la exigencia del entrenamiento, una de sus uñas se ha levantado provocándole una hemorragia. Le pregunto a Jairo Ruiz, su mentor, amigo y entrenador si no es necesario que el muchacho descanse unos minutos ya que se nota que el dolor es intolerable. Jairo comienza a sentirse molesto con mi presencia, se levanta y sin hacer más comentarios va hasta donde está el campeón del mundo y le dice que si se va a quejar mejor se va para la casa. “En deportes de alta competencia no existe dolor ni cansancio, sólo exigencia” Se sienta en la silla y su rostro pétreo se quiebra en una sonrisa “Ese pelado está acostumbrado a sufrir”.

“El era el más pequeño de la clase- Recuerda su madre- y como era tan flaquito pues se la montaban. Casi siempre le robaban la platica del transporte y tenía que devolverse para la casa a pie. Llegaba todo deshidratado por culpa del calor y con los piecitos llenos de ampollas”. Lo peor era cuando a la humilde modista se le dañaba su máquina de coser “Entonces tenía que trabajar en lo que fuera, me tocó muchas veces lavar ropa ajena, hacer oficio en casas, todo para darles comida y educación a mis hijos”. A penas conseguía para llevar un pan a la mesa. Si el niño quería ir a entrenar tenía que recorrer a pie los ocho kilómetros que había desde su casa hasta el coliseo del Inem..

Más que disciplina lo que tenía el joven era una obsesión. Le gustaba competir, ganarle a los más veteranos, ser el mejor. Su mamá y su entrenador creyeron en él. La oportunidad llegó en el 2001, en primer pre- infantil que compitió “No gané pero estuve allí, compitiendo” recuerda Calvo mientras tararea una de sus bachatas favoritas. “Cuando se empieza en un deporte uno debe darse de lleno, hay que tener mucha disciplina, uno sólo puede pensar en esto, no se puede desviar de los objetivos. Yo no creo que yo sea una persona común y corriente, para empezar nunca tuve infancia. La exigencia del entrenamiento me llevó a ser maduro más rápido que el resto”. La alegría de la bachata no logra calmar el dolor que siente en esa uña que aún sigue levantada, de ella sale una gota de sangre, espesa y roja. Sus muñecas, colmadas de ampollas, aún tiemblan por el esfuerzo que tuvo que hacer en la disciplina de la que es rey: las barras paralelas.

Con el paso de los años Jossimar Calvo empezó a crecer, a fortalecer su cuerpo, a tener más apetito. Poco a poco se fue convirtiendo en lo que prometió desde su más tierna infancia: ser el mejor gimnasta del país. Los éxitos fueron llegando. En el 2010 a sus 15 años fue tercero en el suramericano de Mar del Plata, en el 2011 ganó oro y plata en los Panamericanos de Guadalajara, este año campeón del mundo en Eslovenia y segundo lugar en Portugal.

Ahora mientras mira el potro que va a saltar en cualquier momento mantiene su mente en blanco, respira, vuela, da dos giros en el aire y cae en posición de firme, con la frente en alto, con absoluta naturalidad, como si fuera propio de los humanos violar a su antojo las leyes de la física. Está entrenando para los panamericanos que se disputarán a partir del 10 de agosto en San Juan de Puerto Rico.

En abril de este año, Jossimar Calvo, alcanzó la medalla de oro con su gran actuación durante la Copa Mundo de Gimnasia Artística de Eslovenia. - Jossimar Calvo, el campeón mundial silencioso

En abril de este año, Jossimar Calvo, alcanzó la medalla de oro con su gran actuación durante la Copa Mundo de Gimnasia Artística de Eslovenia.

Pero estas justas son tan sólo una parte en la exigente preparación que seguramente llevarán a Jossimar Calvo a conseguir la meta que se ha trazado: Una medalla olímpica. Jairo Ruiz está convencido de que el objetivo se puede lograr. El me explica que tan sólo tres gimnastas en el mundo pueden hacer un puntaje de 6.9 en barra paralela “Jossimar está en ese selecto grupo”. Pero lo que más alienta la fe del entrenador es lo completo que es este joven de 19 años “Él se destaca en todos los ejercicios, no puedo decir que haya uno sólo en que no sea bueno. Yo nunca creí ver algo así. Sin duda que él es el mejor gimnasta en la historia de este país…. De lejos lo es”.

Su entrenador me dice que el pico de rendimiento de Calvo está muy lejos, “El tiene solo 19 años y un gimnasta da lo mejor de si entre los 23 y los 24 años, Jossi llegará a Rio con 22 años, una edad ideal para aspirar a estar entre los mejores”.

Sólo dos obstáculos se le presentan al joven para aspirar a conseguir su sueño olímpico, unas son las temidas lesiones,  algo que Dios y sobre todo Doña Nora lo han mantenido al margen “Por eso me mandé a tatuar a Jesucristo y a mi madre en la espalda, gracias a ellos nunca me he lesionado” lo otro es el mismo. “A veces me dan ganas de dejarlo todo. Es mucho el cansancio y muy poca la vida social que puedo tener, no me queda tiempo para nada” dice este joven introvertido pero poseedor de una sorprendente inteligencia. “Para que negarlo, a mi las muchachas me gustan mucho, por eso los compañeros me llaman terremotico”

Doña Nora y Jairo cuidan en todo momento al gimnasta. “Muchas chicas tratan de acercarse al muchacho y lo mejor es que por ahora esté alejado de cualquier tipo de romance” el trasnocho y el amor para un atleta de alto rendimiento pueden ser perjudiciales. Para distraerse Jossimar sale al cine de vez en cuando “La última película que vi fue el domingo, Wolverine 2, me gustó muchísimo” casi siempre va con su mamá o con alguno de sus amigos. “Las chicas no son prioridad… por el momento” aunque sus compañeros envidian el éxito que tiene con las jovencitas. De cuando en cuando aparecen por el coliseo un ramillete de chicas que quieren conocer al joven campeón. Jairo entonces se pone recio y las espanta como moscas.

La presión de que el país lo considere un medallista olímpico en potencia lejos de atormentarlo lo divierte. “Yo me aburro es en los entrenamientos, pero en competencia, con un estadio lleno me dan ganas de lucirme. Yo puedo con todo esto” dice Jossimar Calvo, un deportista que a pesar de tener todas las tentaciones a su alrededor sigue con su voluntad de hierro, trabajando incansablemente por convertirse en el primer gimnasta colombiano poseedor de una medalla olímpica. Para lograrlo y ganarle a potencias como China, Japón o Estados Unidos entrena día y noche, los siete días de la semana. Después de ganarlo todo se retirará y todavía muy joven disfrutará de sus logros, de su fama y se insertará después de tanto sacrificio, de tanto dolor, a la vida social que nunca ha podido tener.

Foto portada: Comité Olímpico Colombiano

 

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