Me atrevo a decir que, en Colombia, e incluso a nivel mundial, todas las personas adultas sin importar su nivel educativo, su profesión, su lugar de vivienda (zonas urbanas o rurales) tienen una opinión en común: el país está cansado de la corrupción y que este es el responsable de todos los males del país y del mundo.
De estas personas, una gran mayoría, llega a pensar que todos los políticos son iguales y que lo único que quieren es llegar a los cargos públicos para poder robar y beneficiar a sus familiares y amigos, sin considerar las necesidades de la comunidad. Piensan que nada cambiará y que da igual quien sea el elegido por votación popular. Lo anterior, ha sido una de las principales causas para que la mayoría de la población (más del 50%) se abstenga de votar, y que sean tan indiferentes y se permita que los corruptos hagan de las suyas.
Sin embargo, existe otro pensamiento que las personas tienen en común y es creer que los únicos que pueden hacer algo por las regiones, ciudades o el país son los políticos. Creen que estos son los únicos que pueden formular, priorizar, implementar y evaluar las políticas públicas, los únicos que pueden gestionar los recursos disponibles para lograr solucionar los problemas que afectan a una comunidad.
Por todo lo anterior, para acabar con la corrupción y empezar a solucionar aquellos problemas que de verdad son prioritarios para la sociedad se hace necesario:
- Que las personas sean políticamente activas, dejen de ser indiferentes y se vuelvan más críticas (no criticones). Que sean personas que proponen ideas y soluciones, y que estén dispuestas al respeto de las diferencias y al debate.
- Sería bueno que las personas se volvieran más patrióticas, que sientan su país no solo cuando algún deportista o la selección gana algún torneo; es tener sentido de pertenencia hacía su barrio, ciudad, región y sobre todo, país; sentir dolor de patria cada vez que un compatriota sufre o muere injustamente, por negligencia, falta de gestión por omisión, en fin; y tener la necesidad de hacer algo para que eso no vuelva a pasar.
- Y como último, lo más importante para que deje de existir la corrupción es que las personas dejen de pensar que los políticos son indispensables para el diseño e implementación de las políticas públicas. Las personas se pueden organizar por barrios, conjuntos, veredas, localidades, para diseñar e implementar por su cuenta soluciones a los problemas que sufre su población.
Esto no es nada fácil, pero no es imposible. Se puede iniciar con la construcción de cultura ciudadana, es decir, la promoción de comportamientos que hagan más fácil la convivencia en las ciudades. Un ejemplo que se está dando hoy en día es que las personas que viven en las ciudades aledañas a la sabana de Bogotá y tienen que trabajar en Bogotá, se están organizando por medio de redes sociales para poder compartir los carros y acercar a sus vecinos a la capital. Esto mismo se puede hacer a nivel de barrios y conjuntos residenciales en Bogotá, se reúnen los vecinos, aquellos que tienen carro dan a conocer sus rutas de trabajo y horarios de salidas y aquellos vecinos que les puede servir se organizan para poder compartir el carro. Esto permitiría descongestionar las vías principales, las estaciones y buses de TransMilenio, y reducir la contaminación.
Promover este tipo de ayudas hace que las personas sean más activas y estén comprometidas con los problemas de la ciudad. Ya organizadas las personas se puede quitar paulatinamente la responsabilidad de los políticos y trasmitírsela a la comunidad; por tanto, si el político tiene menos responsabilidad, tiene menos oportunidad de caer en la corrupción. Incluso, si las personas son activas y organizadas, aquellas tareas que no pueden hacer como sociedad, se pueden constatar a través de una veeduría. Por una sociedad menos indiferente y más organizada, dile sí a la autogestión.
