Montar una serie CSI sobre el origen del coronavirus es indudable que será una idea cinematográfica durante mucho tiempo. No dudo un segundo que múltiples series se dedicarán a ello, eso sin dejar de mencionar que ya ha habido películas que han tratado el tema, aunque sin que sean acompañadas, la publicidad de su audiencia, por la tendereta de muertos a nivel mundial.
Hoy, un artículo aparecido en Los Angeles Times explora el asunto del origen del virus que es tanto como precisar dónde estuvo el paciente cero.
Se ha descartado la fiebre que sufrió un contable de 41 años a quien le extrajeron los dientes de leche que todavía no había cambiado a su edad, por extraño que parezca. Tampoco sería otro tipo tres días después, un 11 de diciembre, vendedor de mariscos del mercado de Huanan.
El caso para la trama de una serie de capítulos de CSI se podría basar en los siguientes macabros criterios: “La explicación alternativa más destacada es que el virus se trajo o se creó en el Instituto de Virología de Wuhan y luego se liberó a la comunidad de forma deliberada o accidental.
“Worobey fue uno de los 18 investigadores que firmaron una carta abierta en mayo que pedía una mirada más cercana a la posibilidad de que el coronavirus emergiera del laboratorio. Ahora lo ha hecho él mismo, y las pruebas que ha recopilado apuntan fuera de ese escenario”.
Es decir, como en cualquier buena trama que se respete, los presupuestos iniciales o supuestas hipótesis de trabajo para fundar la investigación se cayeron. Ahora toca volver a las tradicionales escenas: volver a mirar las imágenes del crimen. ¿Qué es lo que no hemos estado viendo?
Pero, ¿por dónde se arranca? La situación es crítica: “El mercado de Huanan se cerró y desinfectó el 1 de enero de 2020, por lo que cualquier evidencia que pudiera vincular a animales específicos con el virus desapareció hace mucho tiempo. (Los investigadores chinos recolectaron muestras de 188 animales en el mercado, pero todos dieron negativo)”.
Me recuerda, no sé por qué lo que me ocurrió cuando leí sobre la Teoría de la Inflación del Universo: si es cierta toda la información inicial sobre el origen del Universo desapareció y, lo que es peor, no hay forma de recuperarla jamás. Entonces, solo cabe la esperanza de que tal teoría sea falsa.
¿Hay algo peor que la desaparición de las señales de Huanan? ¡Sí! Ahora se sabe que “(…) Desafortunadamente, es posible que el caso nunca sea mucho más fuerte que eso. Como sabemos ahora, las personas pueden transmitir el virus SARS-CoV-2 sin enfermarse. Eso significa que no habría registros médicos de muchas de las personas que ayudaron a que la pandemia despegara”.
Es decir, adiós paciente cero; no se puede detectar si el transmisor fue asintomático ya se trate de animal (más plausible) o de persona.
Todavía cabe que no haya sido asintomático, nos conviene mantener la esperanza de que se obtenga el paciente cero. Hay un subgrupo de CSI dedicado a ello.
Por tanto, es absolutamente necesario que se abran otras pesquisas. Esto es clave no solo para averiguar sobre el origen del Covid 19. Se trata de investigarlo para saber, si es que fuera extensible, cómo defenderse de nuevos ataques de nuevos virus que pudieran ser más letales.
Una pesquisa que yo abriría sería saber si tal virus puede realmente ser producido de manera artificial. Y, sobre todo si pudiera ocurrir por error ya sea voluntario o involuntario. Si fuere artificial, ¿estaría en capacidad de producir, cepas nuevas, es decir, mutantes? El caso es que seguir esta seguir sale muy caro. Se necesitarían investigadores de muy rara alcurnia.
Una de las razones para intentar saberlo es que no estamos seguros que gente que quiera ganar dinero a expensas de las pandemias mundiales, no se invente uno nuevo. Obsérvese cómo grandes compañías de capital privado, dedicadas a la salud o a los bancos, obtuvieron ingentes cantidades de capital de inversión al tenor de la pandemia.
¡Totalmente gratis! ¡Algunos sin reembolso! Sin mayores esfuerzos, ni agotadores debates en ninguno de los Congresos de los países del mundo.
Entonces se puede partir de aquella frase de, ¡Cherchez la femme!, para insinuar quién pudiera haber calculado obtener enormes beneficios si tal plaga existiera.
No creo que exista semejante persona, individual o corporativa, y ser así de calculador; como tampoco puedo imaginar jamás que Osama Bin Laden hubiera pretendido que las Torres Gemelas se cayeran una tras otras sin siquiera ladearse, lo cual siempre he considerado imposible.
Pero los hechos son los hechos. Así se cayeron las Torres Gemelas. Así estamos ante la masacre del Covid 19. ¡Y el rancho ardiendo con una cuarta y masiva oleada!
Y a todas éstas, nadie da idea de que la investigación de CSI haya dado un paso adelante. Estamos en medio de esas escenas de capítulos enteros en que el asesino en serie sigue matando y los policías, muy afamados y ya reunidos en un cuerpo de tareas especial, no tienen ni idea; a lo sumo la huella esquiva de una suela de zapato. ¡Esperan que el asesino cometa un error!
La prensa, los medios todos, han dejado ser imaginativos. No atacan la imagen perversa del virus. El Covid 19 todavía no se llama El asesino simétrico. ¡Simétrico porque arrasa hasta con el nido de la perra!
Tampoco se llama El destripador de pulmones. Ni El multiplicador de hospitales de emergencias. Ni El irruptor de amantes escondidos (que ya no pudieron seguirse viendo). Ni El creador de máscaras. Ni El encerrador de niños.
Mientras tanto el virus progresa como si estuviera inventando su propio lenguaje, es decir, algo totalmente inusitado para un miserable virus.
Tiene algo a su favor para salir impune: se ha dejado de llevar el registro del número de los muertos o, peor, la suma creciente ya no causa pavor. Pronto podrá no ser más que una gripita miserable como dijo Bolsonaro, ¡vaya, genio! Además, le han salido aliados: hay gente que no se quiere vacunar y dice tener razones, no necesariamente religiosas.
Hay grupos políticos que dicen que vacunarse es una tendencia comunista. Tiene algo mucho más risible: es al único al que Trump no le achaca el supuesto fraude. Ni siquiera quiere mencionarlo: por algo será.
Ahora bien, ¿habrá calculado la investigación del CSI que quien haya inventado el virus prepara nuevas cepas, es decir, estarían propagándose imitadores criminales de peor catadura a captar la atención del público cinéfilo?
¿Cuál será ahora el paciente cero de la variable Delta supuestamente engendrada en Brazil? Si realmente la investigación CSI prosigue, entonces en algún momento debió salir una comisión especial de investigadores hacia allá en vuelo expreso y súper secreto. ¿Habrá alguna conexión con Wuhan?
Si existen grupos que se niegan a vacunar, ¿están en conexión con quienes inventaron el virus para acabar con la humanidad? ¿Hacen parte del 1% del churubito de súper mega trillonarios que han optando por quedarse con el mundo para ellos solos?
Lo que vemos es que el campo de investigaciones del CSI se amplía, y todavía sin tener la más mínima pista.