Nos burlamos de las idioteces de Maduro y Cabello en Venezuela y aquí estamos peor porque hace tiempo entramos en la segunda patria boba y estúpidamente no queremos salir de tan odiosa situación; llenamos recintos, calles y parques al llamado de un caudillo que no quiere la paz y cuando él quiere alimentar su desmedido ego, lanza cualquier balandronada al aire y automáticamente miles de seguidores, como ovejas al matadero, comerciantes, obreros, amas de casa, políticos de poca monta, pseudointelectuales y hasta pastores manipuladores de las mentes, salen a las calles a repetir lo siempre repetido, a lanzar vivas a su caudillo y a oponerse a todo aquello a lo cual se opone su fuente de inspiración suprema: es la segunda patria boba de Colombia, no queda la menor duda.
En la escuela y el colegio veíamos con estupor cómo nuestros antepasados vivieron una época de oscurantismo en la cual se vivía de guerra en guerra, de golpe de estado en golpe de estado, de peleas entre unos y otros sin que ninguno de los bandos tuviera claras las razones de sus trifulcas, una época de caudillos cantiflescos que llevaban a las guerras civiles a sus ingenuos seguidores, mientras ellos continuaban manipulando el descontento para continuar repartiéndose la torta del poder: La Patria Boba, que hoy estamos repitiendo desafortunadamente.
Esta generación ha visto las desastrosas consecuencias de otros caudillos en el resto del mundo; Hitler en Alemania, Gadafi en Libia, Duvalier en Haití, Mussolini en Italia, Chávez y Maduro en Venezuela, Sadam Husein en Irak, Pinochet en Chile, y aún no cae en cuenta del gravísimo peligro que tenemos los colombianos de caer en las garras de los omnipresentes, de repetir la historia de muchas naciones que pagaron con la sangre de millones de sus hijos la estupidez del caudillismo.
Por primera vez en casi 6 décadas y después de cuatro años de increíbles esfuerzos y denodados sacrificios que implicaron ceder en muchas de las apreciaciones nacionales que considerábamos inamovibles, se firmó un acuerdo de paz que tuvo en cuenta a todos, absolutamente todos los actores del conflicto, una segunda oportunidad sobre la tierra como sabiamente anticipó Gabo, e increíblemente nos vemos abocados a un peligroso juego de voluntades encontradas, a una polarización increíble, tan peligrosa como la guerra, una actitud estúpida que en otras partes del mundo la ven exactamente como nosotros vemos lo que está pasando en Venezuela.
Respetando el pensamiento de todos, respetando el libre albedrío que tenemos los colombianos para votar por lo que consideramos es lo mejor para el país, hacemos un fraternal llamado a todas las mentes cuerdas de la nación, a nuestros lectores, vecinos, padres, hermanos, hijos, esposos, esposas, nietos, suegros y allegados, para que entiendan que su voto el próximo domingo, decidirá si seguimos en la guerra, si buscamos la paz o si continuamos en una segunda patria boba peligrosamente cercana al caudillismo, que las generaciones futuras no quisieran ver.