Para nadie es un secreto que el 2020 comenzó con el pie izquierdo e incluyó una pandemia, situación para la cual ningún país del mundo estaba preparado y por la cual se decretaron una serie de medidas en pro de garantizar la vida y cortar el avance del contagio: las cuarentenas fueron una de las medidas más recurrentes en el mundo. Sin embargo, después de meses de confinamiento, se evidenció que este generó que se afirmaran y aumentaran las brechas de las desigualdades sociales, sobre todo en los países en vía de desarrollo, como Colombia.
En esa situación, la desigualdad y la pobreza aumentaron de forma dramática: pequeños negocios cerrados, muchas personas perdiendo su empleo y muchos niños desertando de la educación “virtual” porque no contaban con los medios (computador o acceso a internet). Con semejante crisis, los Estados empezaron a ver que a quienes más afectaban dichas medidas eran a las personas con menores recursos; cosa atípica y que requería de unas medidas que contrarrestaran los efectos: aumento del desempleo, pobreza, deserción estudiantil, hambre y brecha de desigualdad. Al fin y al cabo, no se podía perder el avance en materia social que muchos países habían logrado en los últimos años.
Por tanto, era indispensable que los gobiernos manejaran la situación de un modo en el cual se salvaran vidas y las personas más vulnerables no se vieran directamente tan afectadas. Sin embargo, muchos países en vía de desarrollo fracasaron en el intento, circunstancia que les ha llevado a tener una crisis económica insostenible y un manejo de la pandemia algo cuestionable, como es el caso de Argentina, por ejemplo.
Es por eso que la pandemia ha tenido efectos graves en materia social. Un ejemplo muy claro de esta brecha social se presenta en la educación, que pasó a ser virtual como una de las medidas de confinamiento. No obstante, no se tuvo en cuenta que muchas familias contaban con más de un hijo y que en muchos casos no tenían los materiales necesarios para que los niños accedieran a su derecho a la educación.
Lo anterior sin contar que en Colombia, por ejemplo, de acuerdo al Mintic (2019) la mitad de la población no cuenta con acceso a internet, siendo este uno de los países con una de las tasas más bajas. Y en esa transición a lo virtual actual, pues es claro que se presentan unos retos gigantescos porque no todos pueden estar en igualdad de condiciones para acceder al estudio, trabajo y demás actividades vía online. Sin olvidar que en las zonas rurales se presentan unas condiciones muchísimo más complejas.
En ese sentido, la pandemia ha causado un retroceso en el avance de cerrar las brechas sociales existentes y presenta un reto para los gobiernos, en especial de los países en vía de desarrollo, donde situaciones como la corrupción y las crisis económicas agudizan aún más los efectos traídos por el coronavirus en materia social.
Es claro que lo que nos trajo la pandemia nos hizo visualizar más las desigualdades existentes y los gobiernos poco capacitados para enfrentarlos.
