Existe hoy un fenómeno político en la aspiración a ser el presidente de la República por la Colombia Humana llamado Gustavo Petro. Este fenómeno está expresado en más de 80 concentraciones que en la plaza pública de los municipios más importantes del país realizó esta campaña con resultados sorprendentes que muestran el fervor y el clamor popular frente a esta candidatura.
Tres circunstancias que pueden explicar ese fenómeno son la paz, la corrupción y la precariedad social y laboral.
La firma del acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc es un hecho histórico, uno de los más importantes desde el punto de vista político en los últimos 53 años. Con ello se ha desarmado la guerrilla de mayor presencia e incidencia en el conflicto armado en Colombia, y por ello eliminar de él este protagonista y lograr desaparecer un actor de la violencia política, es un hecho muy favorable para la lucha política civilista en Colombia.
Hay que anotar eso sí, que este importante hecho se ha venido desarrollando no sin grandes sobresaltos que en algún momento hacen prever un posible fracaso, por los obstáculos que los señores de la guerra y las bandas paramilitares vienen ejerciendo.
Una vez firmado el acuerdo de paz, la sociedad colombiana ha podido conocer múltiples escándalos de corrupción que permanecían ocultos: el escándalo de Odebrecht, el de Reficar, el Cartel de la Toga, la caída del puente del Chirajara y al que hoy asistimos con la circunstancia trágica en la represa de Hidroituango. Todos muestran que la clase política asociada con el gran empresariado en sus meganegocios se han quedado con buena parte de estas inversiones llenando sus bolsillos y fracasando en las obras que debieron hacer.
A estas situaciones hay que agregarle otra forma de corrupción: la evasión tributaria. Según muchos estudios, alcanza más de $40 billones que sumados a los $50 billones de corrupción, consolidan una escandalosa cifra que se le niega a la inversión social.
Colombia es el tercer país más desigual del mundo
y tiene la más alta tasa de desempleo
en América Latina
En estas circunstancias se vuelve importante y relevante hablar de las condiciones de precariedad social y laboral que vive el país: la informalidad, el desempleo los bajos ingresos, las líneas de pobreza, la alta desigualdad. Colombia es el tercer país más desigual del mundo y tiene la más alta tasa de desempleo en América Latina. Ahora que el conflicto armado ha disminuido, nos ha dejado ver otras cosas, y es que atravesamos por una circunstancia del desarrollo económico social y laboral muy desigual y muy precario en Colombia.
Hacia el futuro inmediato, al menos dos candidatos presidenciales, el del Centro Democrático y de Álvaro Uribe, el señor Iván Duque y el candidato de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, sostienen que para resolver los grandes problemas económicos, sociales y laborales del país hay que realizar una nueva reforma tributaria estructural, una nueva reforma pensional y una nueva reforma laboral que flexibilice aún más las condiciones de empleo y de ingresos de los trabajadores.
Estas propuestas regresivas son más de lo mismo y los colombianos van entendiendo que no satisfacen las necesidades que hoy requieren para buscar una mejor condición de vida, cuando la posibilidad de la paz y la lucha contra la corrupción podrían dar una nueva alternativa a estas grandes masas ciudadanas.
Por eso es que Gustavo Petro este 27 de mayo puede convertirse en el fenómeno político más significativo en los últimos 70 años: elegir un presidente por fuera de las élites que nos han gobernado y por tal motivo que luche contra la discriminación y establezca nuevas condiciones económicas, sociales y laborales en el país incluidas obviamente mejores condiciones ambientales y de justicia para la inmensa mayoría de los colombianos.