“Abstraer lo que es común y esencial a muchas cosas, para formar un concepto general que las comprenda todas.” Esa es una de las acepciones que el diccionario de la RAE asigna al verbo generalizar. Y me gusta la definición porque resume tanto lo valioso como lo chocante del concepto.
Al intentar, desde la estandarización, expresar un concepto absoluto que comprenda todas las cosas analizadas, el proceso de generalización se hace chocante porque las excepciones son excluidas del análisis que genera el concepto, pero no lo son del concepto mismo.
Es obvio que cuando alguien dice “Los futbolistas no saben hablar”, no ignora que algunos sí lo saben hacer. Es solo que los considera una minoría que no invalida la afirmación. Lo desagradable es que nadie presenta la generalización y la excepción al mismo tiempo -“Los futbolistas, excepto Valdano, no saben hablar”- y si lo hiciera ya no estaría generalizando. Con ello, entonces, los futbolistas que sí saben expresarse ante un micrófono, se ven incluidos de forma injusta en el concepto general.
Lo valioso de generalizar (porque algo valioso tiene) es que, como lo dice la definición, “abstrae lo que es común y esencial a muchas cosas”, y eso, querámoslo o no, nos permite tener al menos una visión general del fenómeno.
Como muchos otros tipos de afirmaciones, las generalizaciones pueden ser o no tomadas en serio en la medida en que estén respaldadas por validadores como la estadística, la historia o el tiempo.
En 60 % de los 16.845 accidentes de tránsito registrados en Medellín
durante los primeros cinco meses del 2016,
estuvieron involucradas motocicletas
Estadísticas, digo, como la siguiente: de los 16.845 accidentes de tránsito registrados en Medellín en los primeros cinco meses del 2016, en 10.213 (el 60%), estuvieron involucradas motocicletas.
La forma en que conduce la aplastante mayoría de los motociclistas en Medellín representa una amenaza para ellos mismos y para el resto de la ciudadanía. Esa es una afirmación generalizadora bastante común en nuestra ciudad y, como todas las generalizaciones, agrupa injustamente a unos cuantos que no la merecen. Pero es, también, eso no puede ocultarse, una generalización validada de sobra por las estadísticas.
Hace mucho rato el asunto de las motocicletas desbordó la capacidad (o la voluntad) de las autoridades. Y no se ve una luz al otro lado del túnel. ¿Proponer una salida? Solo se me ocurren medidas de orden restrictivo y punitivo. Pero no soy un experto en el tema y doctos tendrá la Secretaría de Tránsito. Por hoy, a manera de catarsis, me permito —sin remordimientos— la incómoda generalización.
No los motociclistas, sí su forma de conducir: esa es una absoluta plaga en la Medellín de hoy.