Frente a las enfermedades y al sufrimiento, el ser humano siempre ha encontrado formas de alivio o de alejamiento, estableciendo toda una cultura que se expresa con la simple y lógica conducta de autocuidado ante cambios climáticos o de asentamiento en un nuevo espacio territorial; espacio cerca de fuente de agua fresca, tierra fértil y recursos naturales suficientes (animales para la caza y flora para recolectar alimentos) o de adecuada salubridad, higiene en la disposición de cadáveres (cementerios y tumbas individualizadas), apoyo en el duelo ante la muerte, asistencia en el parto y en la estabilización de fracturas, o el uso de plantas medicinales para aliviar distintas dolencias.
Medicalización* de la vida del hombre, que expropia conductas ancestrales, disminuyendo la capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas y las capacidades de enfrentarse al enfermar y al morir. Ya que no todo síntoma, factor de riesgo o sufrimiento, es una enfermedad. Llevando hoy a verdaderas masas de pacientes a requerir atención por simples cuadros gripales y a un consumo irrefrenable de medicamentos para todo y para siempre. Cuyo tratamiento siempre es el mismo y en cualquier caso, lo que se necesita es mayor precisión diagnóstica. Con explícito compromiso social, que obliga no sólo a considerar el daño al paciente por el uso innecesario de antibióticos ”por si acaso”, sino en el mundo, a los millones de pacientes que mueren anualmente por resistencias bacterianas (creadas en parte por este abuso**). Pues cada adversidad e inconveniente vital se convierte en un mal, y hay “una píldora para cada mal”. De forma que se desbordan los dispositivos sanitarios, con grave riesgo para la atención oportuna de los pacientes graves.
Profundo cambio cultural y social del sistema de la salud, que en el mundo se ha transformado en una maquinaria comercial al servicio de intereses particulares y que se ha vuelto en contra de las personas a las que proclama servir. En el que se ha desplazado al campo médico la búsqueda de soluciones a problemas inherentes a la realidad subjetiva de las personas y a la obsesión por una salud perfecta, convirtiéndose en un factor patógeno predominante. Mezclando la política y la publicidad interesada, con la prevención, y así "una persona sana es solamente un enfermo sin identificar". Situación que no depende sólo de los médicos y de los medicamentos, sino de la negación de todo dolor y del rechazo a todo riesgo al mínimo imprevisible. Sin olvidar la “ocupación” del espacio sanitario, que se niega o dificulta a quienes de verdad precisan de un tratamiento. Consumo compulsivo y creciente de recursos sanitarios (visitas, pruebas, medicamentos, cirugías), que con el mismo razonamiento la embarazada sana se convierte en una enferma durante nueve meses.
Y por la misma razón no se puede envejecer con dignidad, pues se precisa tratamiento hormonal para la menopausia o testosterona para la andropausia; medicamentos varios para la osteoporosis, hipertensión, colesterol y diabetes; antidepresivos y somníferos para el estado de ánimo; gotas para el “ojo seco”; una píldora para la erección; un protector del estómago para tanta píldora que se ingiere; sin olvidar los infaltables de la circulación y de la pre-demencia. De donde el resultado final, es el consumo insaciable y perjudicial de bienes que dañan a individuos y sociedades, que sólo benefician a una élite médica-investigadora y a los accionistas de las empresas del sector (farmacéuticas, tecnológicas, alimentarias, de gestión y otras). Sin embargo, los medicamentos contienen fármacos, y los fármacos pueden ser beneficiosos en su justa necesidad.
Abuso y uso indebido de fármacos en animales y humanos que está contribuyendo al aumento de la amenaza que representa la resistencia a los antimicrobianos. En los cuales existen algunos tipos de bacterias causantes de infecciones humanas graves, que ya son resistentes a la mayoría o a la totalidad de los tratamientos disponibles, existiendo pocas alternativas prometedoras en fase de investigación. Que de no tomarse pronto medidas, hacia el 2050 la práctica totalidad de los antibióticos serán ineficaces para prevenir y tratar enfermedades humanas. Por lo que la Organización Mundial de Salud (OMS), de conformidad con su mandato de proteger la salud pública, ha elaborado directrices para contribuir a preservar la eficacia de los antibióticos de importancia para la medicina humana, mediante la reducción de su uso innecesario en los animales. Recomendaciones que abordan el uso de los antibióticos en los animales con diferentes fines, como la estimulación del crecimiento, la profilaxis en ausencia de enfermedad o el tratamiento y el control de enfermedades ya diagnosticadas.
Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos de la OMS, que se sustenta en un enfoque normalizado de recopilación, análisis e intercambio de datos sobre la resistencia a los antimicrobianos a nivel mundial. Para orientar la adopción de decisiones e impulsar la acción local, nacional y regional. No siendo en este contexto del todo verdad, que haya que vacunar siempre a las personas (la vacuna puede tener efectos secundarios adversos), ni que los antivirales sean tan necesarios (el oseltamivir o tamiflú no tiene mayor efecto que la aspirina). Pues lo que en realidad sucede, es que para inyectar cualquier medicamento al mayor número de personas, se infunde al paciente miedo a la enfermedad. Palabra 'paciente', que proviene del latín "patiens", o "patientis", participio presente del verbo "pati" que significa aguantar, sufrir o padecer.
Referencias
Paul-Michel Foucault (1926 - 1984), filósofo, sociólogo y psicólogo francés - Historia de la medicalización. Juan Gérvas, doctor en medicina, Equipo CESCA - Escuela Nacional de Sanidad, Madrid (España). Ricardo La Valle, médico clínico - Hospital Italiano de Buenos Aires. OMS.
Notas al texto
(*) La medicalización es el proceso social que pretende convertir situaciones que han sido siempre normales en cuadros patológicos y resolver, mediante la medicina, situaciones que no son médicas, sino sociales, profesionales o de las relaciones interpersonales. Ampliación de las fronteras de la enfermedad a fin de acrecentar los mercados para aquellos que venden y proveen tratamientos. Proceso de la medicalización, que según Foucault, comenzó en el siglo XVIII con la aparición de la Medicina Social del Estado (Prusia). A fines del siglo XX se producen cambios sociales que influyen en el proceso de medicalización, como la revolución industrial, el crecimiento de las ciudades, la urbanización de la población, el liberalismo económico y las guerras mundiales. Durante el proceso de Revolución Industrial (siglo XIX) se desarrolla la industria química, que a su vez originó la farmacéutica, complemento de la medicina científica que avanzo sobre el hombre no enfermo arrogándose un poder normalizador. Que con la caída del Acuerdo de Bretton Woods y la posmodernidad, posibilitó el proceso de la medicalización indefinida, con el fin de maximizar el lucro obtenido de la medicina como mercancía.
(**) De acuerdo con los centros para el control y la prevención de enfermedades, entre un tercio y la mitad del consumo de antibióticos en humanos es innecesario o inapropiado. Antibióticos que tratan las infecciones bacterianas, no las infecciones virales y que en los últimos años, la velocidad de la resistencia a los medicamentos ha contribuido a una cantidad cada vez mayor de problemas médicos: enfermedades más graves, recuperación más prolongada, tratamientos más caros.