Conseguir la paz de forma negociada es un logro político, sin embargo, el ELN usa esos espacios para fortalecerse y tomarse por la fuerza nuestro estado social de derecho.
El gobierno nacional ha puesto en marcha uno de sus proyectos más ambiciosos y costosos políticamente hablando, con su promesa del cambio frente a la violencia se la está jugando toda para alcanzar la pacificación del país y por eso suscribieron, prácticamente al tiempo, cuatro acuerdos de cese al fuego con diferentes grupos armados que alimentan y generan, en términos de la convención de Ginebra; el actual “conflicto armado doméstico”
Los acuerdos se suscribieron con la Segunda Marquetalia, grupo disidente de las extintas Farc- EP y su Estado Mayor Central bajo el mando de alias Iván Mordisco; igualmente, el gobierno accedió a una suspensión de hostilidades con los narcoparamilitares denominados Autodefensas Gaitanistas de Colombia o Clan del Golfo, del mismo modo se pasmaron las operaciones militares en contra de las Autodefensas de la Sierra Nevada y contra la guerrilla del ELN.
Uno de los obstáculos más difíciles para conseguir la anhelada pacificación, se revela con la presión social para que todo le salga bien o para que todo le salga mal al gobierno. Por su lado, el gobierno en cada paso que da, arrastra y genera reproches altisonantes, críticas para observar con lupa y comentarios destructivos que siguen, persiguen y rodean al gobernante progresista, cuyos desaciertos, como haber decretado un cese al fuego bilateral falsamente, expresar públicamente que las negociaciones con alias Iván Mordisco pudieron ser prematuras o “tolerar” el secuestro de Luis Manuel Diaz, solo alimentan el fuego encendido por la oposición, para que la opinión pública se asfixie y buscando aire, piensen que las negociaciones están más llenas de expectativa y esperanza que de razón y prudencia.
Sí la razón en la negociación con el ELN desde el espectro de la filosofía política estuviera sugerida por Emanuel Kant, padre de la Paz Perpetua, para aconsejar al presidente Petro, el entusiasta progenitor de la Paz Total, seguramente las decisiones del gobierno no serían las que se adoptan. Kant escribió un pequeño tratado en el que planteó a los estados del planeta, en 1795, cómo llegar a la terminación de todos los conflictos armados internacionales para encontrar una concordia universal.
En esencia, Paz Total del presidente Petro y Paz Perpetua de Kant, buscan lo mismo: la terminación negociada del conflicto. Aunque la primera busca la pacificación del Estado colombiano y la segunda, materializar un deber de la razón: “No debe haber guerra” para garantizar la paz entre estados a perpetuidad.
Si Kant asesorara a Petro en la negociación de paz con el ELN, a ciencia cierta, creo que el autor de la Paz Perpetua, le diría al de la Paz Total que, con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional, no se debe negociar.
Para llegar a la conclusión de que con el ELN no se debe negociar, a Kant solo le bastaría establecer que dicha guerrilla ya había utilizado la negociación para fortalecerse y volver a atacar, así hizo en 1975
Para llegar a esta conclusión, tal vez a Kant solo le bastaría con establecer que dicha guerrilla ya había utilizado la negociación para fortalecerse y volver a atacar, así hizo en 1975, cuando prácticamente las fuerzas militares del Estado desarticularon el mando central del ELN, pero al versen debilitados, engañaron al presidente Alfonso López Michelsen haciéndole creer que querían dejar las armas y esto finalmente, les permitió sobrevivir y fortalecerse.
Pero esa no fue la única ocasión, pues el presidente neoliberal César Gaviria consiguió que el ELN se sentara a negociar y como resultado, el montón subversivo solo desmovilizó una pequeña fracción del grupo, mientras que, el resto del conjunto se fortaleció. Al presidente Ernesto Samper, también lo traicionaron, pues en plenas negociaciones en Maguncia, Alemania, el ELN realizó un atentado en Antioquia que dejó 70 personas muertas.
Para Kant, “no debe considerarse como válido un tratado de paz que se haya precisado con la reserva secreta de provocar otra guerra en el futuro” y con los antecedentes del ELN, es muy probable pensar que dicha guerrilla busca espacios en la negociación para fortalecerse, desacreditar al gobierno y tomarse por la fuerza nuestro estado social de derecho.
Una de las premisas de la paz perpetua es que para negociar, las partes no deben o no debe interesarles depender del conflicto, las partes no necesitan la confrontación para existir, los oponentes desgastados, fatigados, y desinteresados no requieren continuar en la guerra; sin embargo, Pablo Beltrán, el maquiavélico líder del ELN, ha hecho pública la intención de esa guerrilla frente al conflicto, para seguir en guerra, pues en medio del cese al fuego, reconoció que estaban secuestrando “para buscar finanzas”, secuestrar, cometer delitos que violan el derecho internacional humanitario y la Convención de Ginebra para obtener recursos económicos. ¿será que el ELN está tan golpeado militarmente y se siente tan repudiado por la sociedad como le paso a las Farc, que quieren negociar y dejar la violencia para siempre?
Ahora bien, el secuestro del padre de Luis Díaz no solo corre el velo al ELN respecto a su extrema necesidad de mantenerse en una guerra irregular de quinta generación como la nuestra, ese secuestro realmente son dos autogoles de la desafiante guerrilla, pues, además, afectó de gravedad la confianza en medio de las negociaciones. Por algo el gran periodista Gonzalo Guillén dijo: “No hay que agradecerle nada a los HDP. del ELN”, no obstante, ese secuestro sí le permitiría a Kant enmarcar esa estratagema deshonrosa del ELN en una de las reglas que no deben romperse cuando se busca la Paz Perpetua: Ninguna de las partes que están en medio de una negociación “… pueden permitirse el uso de hostilidades que imposibiliten la recíproca confianza en la paz futura; tales como el empleo de secuestradores, extorsionistas y asesinos.
Kant podría establecer que no existe un atisbo de “confianza en la conciencia” del ELN y en la del disidente Iván Mordisco de la segunda Marquetalia. Valga la oportunidad para decirlo, de llevar a cabo el perverso convenio con estos combatientes, más adelante, en las condiciones adecuadas, podrán aprovechar la primera ocasión para volver a la guerra. De hecho, la nueva Marquetalia surgió después de las negociaciones de la firma del acuerdo en Cartagena y el teatro Colón con las extintas Farc. De llegarse a un acuerdo de paz bajo esas condiciones, el acuerdo no sería más que un armisticio, una paralización temporal de las hostilidades; una paz a mordiscos, nunca una verdadera paz, una paz total que extermine por completo las causas de “… una futura guerra posible”-
Si Kant pudiese asesorar al presidente Petro le diría: presidente, no se deje engañar, suba la moral de sus tropas, acreciente sus ejércitos, no negocie con quien le demuestra que quiere seguir peleando y que depende de la guerra para seguir existiendo.
@hombreJurista