Wilson Flórez y Sandra Camargo decidieron mudarse a la casa que alguna vez fue la de la pequeña Yuliana Samboní. La familia Samboní ya no vive en el barrio, pero la presencia de la niña aún permanece y así la recuerdan sus antiguos vecinos.
La fachada del lugar cambió y la casa dejó de ser un pequeño techo blanco levantado sobre pilares que recuerdan las chozas de las ciénagas. Ahora las paredes son rosadas con morado en honor a Yuliana. Wilson y Sandra le hicieron un homenaje a la niña y piden que se haga justicia en el país, pues desde su muerte otros 400 casos de feminicidio se han presentado en el país. Los nuevos dueños de la casa, que la arrendaron por $300.000, la recuerdan por lo que les contaron los vecinos. Ellos sabían de la historia del lugar, pero dicen no tener miedo porque nunca conocieron a Rafael Uribe Noguera. El barrio, hundido en el olvido, ha luchado para mantenerse vivo: los graffitis llenan las paredes, al igual que en las inmediateces del edificio Equus 66, donde fue encontrado el cuerpo de Yuliana el 5 de diciembre de 2016 en el apartamento de Uribe Noguera, quien fue condenado a 58 años de prisión.
La vida en el barrio Bosque Calderón cambió por completo en un año. Al principio nadie quería hablar del tema. El ambiente se ponía tenso cuando alguien preguntaba por la pequeña Yuliana y su familia. Pero el tiempo ha pasado y el silencio ya no reina en las calles. La lucha ha sido difícil, sin embargo, el recuerdo de Yuliana acompaña a los más de 30.000 habitantes y les da fuerza para seguir pidiendo que el barrio sea legalizado.
La peor parte la viven los Samboní. Juvencio Samboní y Nelly Muñoz tuvieron que volver a la vereda El Tambo, municipio de Bolívar. Quedarse en Bogotá era impensable. El recuerdo de Yuliana los atormentaba en cada rincón de la pequeña casa. En el barrio también habitan 80 familias caucanas que como ellos llegaron a la capital detrás de una vida mejor. Conseguir trabajo en Bogotá era muy fácil para Juvencio. Pero no podían quedarse, el dolor los aplastaba.
Además de la condena de 58 años, Uribe Noguera fue multado con 1.200 millones que debían ser pagados a Juvencio y la señora Nelly, pero Uribe se negó diciendo que no tiene plata y ahora los Samboní vuelven a sentir el peso de ser víctimas. Ellos necesitan rehacer su vida en otra parte, pero ahora son tan pobres que no pueden moverse de El Tambo. El único consuelo que tienen es que pueden ir a llevarle flores moradas, todos los días, a Yuliana que descansa en su tumba.
Hoy, 4 de diciembre, un año después de su muerte, las personas se están reuniendo frente al edificio Equus 66 para protestar y pedir que las condenas contra los violadores y asesinos de menores de edad se encrudezcan. Cajas llenas de firmas exigen que se haga un referendo, mientras la ciudad vuelve a sentir el peso del crimen que estremeció la cotidianidad de los colombianos.