Según la Real Academia de la Lengua Española, RAE, el termino paradoja es un ‘’Hecho o dicho aparentemente contrario a la lógica'' o “Figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven una contradicción”.
Precisamente a partir de esta conceptualización del término, este articulo tiene como propósito poner de manifiesto lo que para mí es Colombia, una gran paradoja, y sin llegar a exagerar, una gran contradicción.
Históricamente hemos sido un pueblo que ‘gracias’ al infortunio, la esperanza, el renacer, el cambio y todo aquello que nos ha podido llevar a la mejora como nación no se ha podido efectuar, tanto es así que el constante y perpetuo sufrimiento, desgracia e ignominia que hemos padecido ha traído tantos estragos que hoy en día el cambio, lo positivo, la mejora ha sido vista o considerada como una amenaza, como una utopía, o simplemente como una constante para otros, y no para nosotros.
Tanto ha sido la paradoja o contradicción que nos ha acompañado en nuestras catastróficas y trágicas vidas como país que hasta la paz la hemos visto fanáticamente como una trampa, como una amenaza o como un asunto de un partido o ideología política.
Esta tanta la paradoja y contradicción como nación que muchos han considerado por ejemplo que para encontrar o hallar la paz el único medio posible es la guerra, guerra que sin lugar a dudas he hecho que los colombianos pensemos que el fin si justifica los medios, que la violencia es normal, natural y hasta necesaria, en donde esta tiene alguna excusa o justificación, a pesar de que por simple lógica la violencia nunca la tendrá.
Frases como, ‘por algo sería’, ‘Por eso les pasa lo que les pasa’, ‘Él o ella se lo buscó’ son algunas de aquellas diatribas que se han empleado para demostrar la degradación humana y cultural que hemos llegado como pueblo.
Muy bien lo expresaba el libro Manual de funciones para ser un buen colombiano (2019) cuando decía parafraseando que los colombianos nos formaron con una conciencia violenta, esa que ha hecho que la armonía, la paz, el bienestar y los derechos humanos no tengan cabida en el país de los cien años de soledad, ya que estos han sido considerados como un regalo imposible de obtener, o como un asunto o reclamo de mamertos, subversivos o asociales.
Esta paradoja llamada Colombia no es más que un mal producto de una sociedad que parió la ignominia desde que se fundó como república, y sobre todo cuando comenzó a dejar la responsabilidad de este barco a aquellos verdugos que nos han mal gobernado, y cuando dejamos el asunto político que es de todos, en manos de la ignorancia, la avaricia de poder y de aquellos pocos privilegiados que han desangrado lo poco que ha quedado en este desbarrancadero como decía Vallejo.
Es ya una costumbre escuchar por los siglos de los siglos a los colombianos quejándose del país que les toco o tienen, sin embargo, de manera paradójica siguen eligiendo a los mismos perpetuadores de sus males. Es ya una costumbre ver a los colombianos protestar por todo, sin embargo, cuando es el momento o el día de las elecciones las urnas se hallan vacías.
Es ya costumbre ver colombianos saliendo del país en busca de nuevas oportunidades, sin embargo, juzgamos y criticamos al vecino cuando el migrante pobre llego a nuestras fronteras. Es ya una costumbre creernos con autoridad moral para hablar de todo, pero ya ni eso nos queda.
Hoy en épocas de elecciones este artículo no es más que un simple mensaje a la reflexión, ya que en mi humilde opinión el primer paso o cambio inicia en esa jornada.
Llegó el momento de vivir sabroso. Llegó el momento que los de abajo llegan arriba. Llegó el momento de una Colombia en donde lo ilógico, la contradicción y la paradoja no sea un paisaje constante, sino un pasado y una huella de las luchas por tener una Colombia por fin, Humana.
