Una Navidad contemporánea

Una Navidad contemporánea

Una breve mirada al panorama que enfrentamos por estas fechas

Por: Felipe Solarte Nates
diciembre 19, 2019
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Una Navidad contemporánea
Foto: Pixabay

El culto romano instituido por el emperador Julio Cesar celebrando el 25 de diciembre el nacimiento del Sol Invicto del Dios Apolo, coincidiendo con el solsticio de invierno, fue rapiñado por los fundadores de la Iglesia ante el desconocimiento de la fecha del nacimiento de Cristo.

Su significado de esperanza renovadora de vida encarnada en el niño Jesús marcó el espíritu de la Navidad, que el 26 de diciembre también era celebrada paganamente por los nórdicos vikingos coincidiendo con el nacimiento del dios Frey, el del sol naciente, la lluvia y fertilidad.

Así, en el calendario cristiano nos acostumbramos a vivir esta época como la de las vacaciones las novenas, regalos, la música, baile, el trago, y en los años 60, la de la pólvora a manos y bolsillos llenos y de quemados a la lata, entre ellos yo, que por celebrar con mucho ardor el nacimiento del sol y del Niño Dios, un 24 de diciembre de 1965, cuando tenía 10 años, me quemé en Santander de Quilichao y estuve tres meses en el hospital San José de Popayán y seis meses más —en la casa de mi tía Emma y mi padrino Roberto Ante leyendo y oyendo radio, "encuevado" bajo el encorvado "iglú" de varillas sobre el que echaban las cobijas para que no se me pegaran a la carne viva—, esperando a que entre innumerables inyecciones y curaciones, me cicatrizaran las heridas.

A contrario de las Pascuas y la Semana Santa, donde se exalta la tortura y muerte de Cristo —que tanto se regodean en rendirle culto y replicar entre sus humildes súbditos muchos gobernantes para después asistir a misa a confesarse, pedir perdón y comulgar al buen estilo fariseo—, la Navidad es la fiesta por excelencia de los niños con su fantasía intacta.

En esta época, mientras vuela la imaginación de los infantes que pueden mandarle cartas al niño Dios y al Papá Noel y felizmente pueden ser recompensados, las precoces Gretas Thunbergs y las movilizaciones de millones de jóvenes en numerosos países, entre ellos Chile y Colombia, marcan el sello de los tiempos y la incertidumbre de los cada vez más rápido madurados niños acerca de su futuro y el de la vida en el planeta al que se imaginan con Santa Claus, surcando el cielo en carruajes tirados por renos, tratando de abrirse paso entre nubes de humo por los cada vez más frecuentes incendios forestales, la contaminación, basura y plástico volando por todas partes.

Después de la Segunda Guerra Mundial y en épocas de la Guerra Fría, la amenaza de la hecatombe nuclear pendió sobre las cabezas de los jóvenes que en los países capitalistas desarrollados implosionaron contra la política y estilo de vida de sus mayores desbordándose en protestas estudiantiles masivas contra los represivos y anticuados sistemas educativos manifestados en Francia y Alemania en mayo del 68 y en los Estados Unidos contra la guerra del Vietnam y el auge de la Contracultura que se evidenció en la lucha contra el racismo, el feminismo, la libertad sexual y en general el rechazo al modelo de vida consumista al asumir el hipismo con su vida en comunas y sobre todo en las letras y la música, con el apogeo del rock durante el Festival de Woodstock.

En los países "tercermundistas" de los 60 y 70, la juventud estuvo más influenciada por las ideas revolucionarias de cambio hacía el socialismo que tenía para escoger entre los modelos de China, la Unión Soviética y Cuba.

Las protestas masivas y beligerantes huelgas estudiantiles que en la Colombia del Frente Nacional tuvieron su apogeo en los años 70, en medio de Estado de Sitio permanente, tenían gran influencia de diferentes grupos que aspiraban a cambiar la sociedad por la vía legal o por las armas.

Las protestas actuales en Francia, Ecuador, Haití, Chile, y ahora en Colombia, abarcan sectores amplios de la población, además de los trabajadores y empleados que poco a poco se sumaron al movimiento iniciado el 21 de noviembre: estudiantes, ecologistas, animalistas, LGTIB, feministas de nuevo cuño, familiares de los desaparecidos, indígenas, comunidades negras, campesinos, etc, coincidiendo en luchar contra el sistema neoliberal encarnado en dirigentes como Trump, Bolsonaro y Uribe, quienes solo ven el "progreso" en las estadísticas enfocadas desde el punto de vista de las ganancias que les reportan a las elites que cada vez acaparan más tierras, minas, industrias, bancos y multiplican sus ganancias apoderándose de los Estados y gobiernos y adecuando sus instituciones, políticas económicas y tributarias a favorecer sus desbordados apetitos de riqueza, mientras como langostas voraces acaban con los ecosistemas sobrevivientes en el planeta y ponen en riesgo hasta la supervivencia de la plaga humana.

En esas estamos en la Navidad de 2019, que a su estilo espero disfruten mis amigos lectores.

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