Colombia vive ya dos semanas y media de intensas movilizaciones sociales iniciadas el 28 de abril, cuando se inició un Paro Nacional contra una reforma tributaria promovida por el gobierno del derechista Iván Duque que grababa con impuestos a las clases medias y los pobres. Un rol destacado en las protestas ha tenido la guardia indígena, orgánica surgida en las comunidades para defender los territorios de actores armados, a quienes enfrentan desprovistos de armas, en forma grupal y recurriendo a la palabra.
El Ciudadano conversó con Viviana Álvarez, integrante de la Guardia Indígena de Rio Sucio, en el departamento de Caldas, en el occidente de Colombia, quien actualizó las informaciones de lo que ocurre en Colombia, en donde según la ONG Temblores, hasta este viernes se habían registrado 39 muertes de personas a manos de la policía o de grupos paramilitares.
Las Guardias Indígenas se originaron en la zona del Cauca, al sur occidente de Colombia y recogen la tradición de cuidado de la cultura y resistencia del Consejo Indígena del Cauca (CRIC) del pueblo nasa. Surgen en cada comunidad o pueblo indígena y, en tanto forma de organización, se han extendido por varias regiones colombianas para enfrentar la violencia de paramilitares, siendo así copiadas por comunidades afrodescendientes, quienes crearon guardias cimarronas. Incluso se han creado núcleos en ciudades, como Bogotá.
Las organizaciones indígenas del sur y occidente de Colombia han participado en las movilizaciones nacionales realizando mingas. “La minga es algo que se hace siempre – relata Viviana, entrevistada por El Ciudadano – un trabajo en conjunto que se hace en las comunidades por el bien de todos. Minga es lo que estamos haciendo. Minga es salir a reclamar nuestros derechos. Minga es trabajar todos juntos. Es resistencia”.
La minga y la guardia indígena a su paso por distintas localidades y ciudades colombianas han recibido mucho cariño de parte de los habitantes de las ciudades.
Tras el conflicto armado: monocultivos y mineras
Viviana contó que la guardia indígena surgió en Caldas como respuesta a las concesiones de explotación otorgadas a compañías mineras, principalmente canadienses; y el monocultivo, como el pino y las paltas, que están apoderándose de amplias zonas del territorio indígena de la región del Cauca. “Están cultivando el aguacate con nuestros recursos hídricos y están usando agroquímicos que afectan la salud de las personas”- relató.
La región de Caldas tiene cultivos de café, caña y plátano, entre otros productos locales -según cuenta Viviana- los que se han visto afectados últimamente por Cartón Colombia con el cultivo del pino, además de la llegada del aguacate.
Pese a que las comunidades indígenas apoyaron las negociaciones para el cese del conflicto armado y la desmovilización de la guerrilla, “los acuerdos no han traído la paz a sus territorios”- detalló Viviana, dando cuenta de que “después que grupos armados como la FARC dejaron de hacer presencia, llegaron las multinacionales que están arrasando con los territorios indígenas”.
Según relató Viviana, “las guardias indígenas se inician por esas problemáticas que se han dado en los territorios. Es una forma de hacerle frente a los grupos armados sin armas. Simplemente nos armamos con nuestros valor y con nuestro bastón de mando, para hacer control territorial”.
El cuerpo de la comunidad frente a las armas
En toda Colombia hay unas 50.000 personas integrantes, pertenecientes a más de 1.200 espacios indígenas a nivel nacional. Las guardias indígenas pueden ejercer funciones jurisdiccionales sobre territorios indígenas, lo que es posible dada la Ley 246 de la Constitución colombiana de 1991. Sin embargo, en su declaración de principios explícitamente se distancian de ser una estructura policial y se definen como un mecanismo humanitario y de resistencia civil.
El principal instrumento de la guardia indígena es la palabra y el bastón que porta cada uno para enfrentar a sujetos armados. “Nosotros utilizamos el diálogo con esas personas y les pedimos de cierta forma que se retiren de nuestros territorios y dejen que la tranquilidad vuelva a cada uno de nosotros”- dijo la entrevistada.
“Estamos asentados varios territorios indígenas organizados en resguardos, cabildos y parcialidades. Tenemos muchas diferencias, pero de salir a la minga nos encontramos y nos unimos a la minga indígena”- afirmó.
Contó además que en Caldas “nos vimos afectados por distintas situaciones de violencia que sufrimos. Muchos han ofrendado la vida por velar por los derechos y la paz en los territorios”.
Consultada respecto de la estrategia del rechazo del uso de armas para enfrentar a hombre armados, Viviana planteó que los indígenas se dieron cuenta de que llegar a lar armas “aumentaba la violencia”. Su opción por la palabra y el bastón indígena, según cuenta, “es una forma de mandar un mensaje de que las balas y las armas no llevan a nada bueno. Solamente llevan muertes y más represión. Y así lo han entendido grupos armados, porque siempre cuando hay una situación de estas ellos a veces respetan y ven que lo único que nosotros queremos es el bien para nuestras comunidades”.
Destacó sí que han tenido muertos entre quienes defienden desarmados las comunidades, “a veces los guardias hacemos un compromiso que ofrendamos la vida”- comentó.