Algo le hace falta a la Defensoría del Pueblo: una mujer. En estos días de agitado ambiente predictivo sobre la posible terna para este cargo, lo realmente esencial de la misma es que ojalá la integren el mayor número de mujeres posibles.
Debe ser un compromiso con la sociedad. La historia de las mujeres en nuestro país siempre ha sido de valentía, abrazan un gran sentido de la ética y no es posible que una entidad que cumplirá treinta años solo haya tenido en su cúpula a hombres, evidenciando un machismo que no es sano para los tiempos actuales. Es necesario el equilibrio.
La brecha aún se mantiene. Es bueno recordar que en Colombia las mujeres apenas llevan sesenta y cinco años con derecho al voto, es decir, reconocidas como ciudadanas. Aunque la ley de cuotas permitió un avance de mujeres en cargos directivos, la influencia de los hombres en posiciones de poder sigue siendo mayoritario.
La distancia es grande. A pesar que el 52% de la población del país lo componen mujeres, los cargos como presidentes o vicepresidentes de juntas directivas lo ocupan hombres. Apenas un 25% están representados por mujeres.
La igualdad es una expresión de cambio. Y esto no puede ser un asunto exclusivamente de las mujeres, es un tema que compete a toda una sociedad. Reconocer que la mujer es capaz y lo ha demostrado en muchos escenarios, es síntoma de madurez social.
El presidente Duque tiene en sus manos esa gran responsabilidad y hasta podría pasar a la historia como el gobierno que facilitó el camino para que por primera vez tengamos una defensora del Pueblo.
No todo puede ser pantalones y corbatas. El poder femenino es muy útil, necesario y urgente. Sobre todo en materia de derechos humanos, si una mujer lidera una entidad que defienda estos preceptos, podemos estar más seguros que se realizará una gran tarea.
Llegó la hora de un antes y un después. Es posible que en septiembre Colombia estrene a una mujer como defensora del Pueblo, candidatas hay tan diversas como preparadas, es solo cuestión de tiempo para aclarar este panorama. Necesitamos una defensora.