Una moción que vende

Una moción que vende

¿Realmente sirven estas medidas para lograr cambios sustanciales como sacar a un ministro o solo son una forma de buscar el reconocimiento de "mírenme que sí trabajo"?

Por: Jesús Alberto León
junio 20, 2019
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Una moción que vende
Foto: Twitter @GuillermoBotero - @MinHacienda

El simbolismo en los actos políticos siempre ha tenido una importancia fundamental a la hora de la toma de decisiones. El uso de la guillotina en Francia, creo que es un buen ejemplo. Como referente de la Revolución francesa, el acto de cortarle la cabeza a Luis XVI fue un golpe de efecto con una carga simbólica determinante para lo que siguió. Pudo haber otras maneras, pero quitarle la cabeza justo a la cabeza de la monarquía lo cambió todo.

En la actualidad esta búsqueda sigue siendo importante en los ambientes políticos. Por suerte, las maneras han cambiado y ahora no son tan sanguinarias. Sin embargo, el objetivo sigue siendo mover las fibras o intentar conectar con el público. Y aquí los medios, en especial las redes sociales, juegan un factor clave.

Ahora bien, la semana pasada se discutió y votó la moción de censura* a Guillermo Botero, el actual ministro de Defensa, que después de la publicación de la investigación del New York Times —que evidenció cómo miembros de la fuerza militar habían estado siguiendo directrices que pedían cumplir con las cuotas de un mínimo de bajas, sin importar si se tenía toda la certeza de que eran miembros de grupos armados— quedó en el ojo del huracán ante la ciudadanía y la opinión pública, por recordarnos lo que ya sucedió con los falsos positivos.

Entre el 2006 y el 2010 se efectuaron cerca de 50.000 civiles, muchos en condiciones que aún el país no conoce. Este es uno de los capítulos más lamentables de los últimos años en Colombia, al que además se le conoció como falsos positivos. Es tan grave este accionar que el coronel retirado Gabriel Rincón, haciendo particular hincapié en lo ocurrido, dejó un escabroso testimonio sobre la Brigada móvil 15, en donde ilustra cómo las Unidades Esparta 1 y 2 presentaban constantemente muertes ilegales y extrajudiciales a petición de las altas fuerzas militares: “Todas las mañanas el general Mario Montoya transmitía por la frecuencia radial el top 10 de las unidades con más bajas acotando que los que no estaban ahí, no servían para nada. No podían pasar más de 30 días sin que un batallón diera resultados”.

Con este escenario tan preocupante, lo más lógico parecía ser que la cabeza del ministro rodaría —metafóricamente—. Por ende, los sectores alternativos en el Congreso veían con mucho positivismo la moción, tanto que la retiraron en primer momento esperando que se publicara completo el reportaje del New York Times para llegar con más sustentos y posibles pruebas. Era la posibilidad de que por primera vez una moción de censura lograra sacar a un ministro de su puesto. Era el momento, ¿o no?

Durante este gobierno ya se había presentado una moción de censura al ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, que había sido ampliamente aplastada tanto en la Cámara como en el Senado. Una de las conclusiones que dejó este suceso es que si no se llega con pruebas realmente concluyentes, que no dejen lugar a dudas, la moción se cae porque en principio este es un acto político. Pues bien, aunque el ministro tuvo interferencia en el tema de los bonos agua, que fue el principal argumento para juzgarlo, esto lo hizo cuando fue ministro durante el gobierno de Álvaro Uribe, así que en teoría no incumplió con ninguna de sus funciones actuales.

En la era de las audiencias digitales se creó la necesidad de estar en una constante campaña, mostrando resultados o dando de qué hablar siempre. Hay una obligación de querer figurar y es ahí donde entran los actos políticos. Una moción de censura se vende con una premisa que acaba siendo primicia noticiosa, ¿pero va a tumbar a un funcionario de gobierno?, ¿tienen quienes las presentan los suficientes argumentos para conseguir esos ¾ de votos del total de la corporación? Así mismo, siendo que generalmente la presenta un sector de la oposición, ¿prevén que van a convencer al alto número de congresistas independientes o simplemente les sirve para buscar el reconocimiento de "mírenme que sí trabajo"?

Ahí es donde entra mi principal pregunta: ¿sirven más estas medidas que buscar otras acciones que puedan propiciar unos cambios un poco más sustanciales o de raíz? Desconocer que en la era de las redes sociales las audiencias exigen resultados a corto plazo sería un error, porque, además, cada congresista tiene que competir contra 200 más a la hora de contar los resultados y las audiencias no perdonan medio descache; pero qué bueno encontrar políticos que también piensen en medidas un poco más funcionales. Nadie dice que esté mal la fama o ganar 10000 seguidores, pero es triste que en el fondo sus acciones no aporten realmente nada a los cambios que constantemente evocan estar buscando.

* Es el mecanismo que tiene el Congreso para poder relevar de su puesto a un ministro por no cumplir a cabalidad sus funciones.

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