Los grandes atropellos de la historia no siempre se cometen por odio, sino por indiferencia hacia el otro. En el odio, el otro, el odiado, está presente, existe, incluso se podría decir que es imprescindible como sostén del odio. La indiferencia despoja de entidad al otro, lo cosifica, lo puede considerar obstáculo o apoyo o ambas cosas a la vez, o una y otra sucesivamente, pero siempre lo excluye de la categoría de un “nosotros” dotado de derechos, necesidades y aspiraciones que el otro no tiene. Ésa es la base del pensamiento colonial […]”
Teresa Aranguren; Palestina. El hilo de la memoria.
Los actuales acontecimientos en la Franja de Gaza no son nuevos; la magnitud de los últimos ataques del Estado israelí hace que el conflicto se visibilice, pero la guerra cotidiana, psicológica e indiscriminada de la que es víctima el pueblo palestino es histórica. Sin que ello se deba a causas religiosas (musulmanes, judíos y cristianos por siglos convivieron pacíficamente en territorio palestino) o de odios interraciales, al contrario, la guerra que libra el Estado sionista en Palestina es una típica guerra por territorio, y los intereses de Israel, Estados Unidos y miembros de la Liga Árabe como Arabia Saudita son eminentemente geopolíticos
Para comprender este conflicto es necesario tener en cuenta varios factores que lo agudizan como son: la situación de los refugiados palestinos, la ilegalidad de asentamientos israelíes en territorio palestino, la destrucción de cosechas y árboles palestinos, la construcción de un muro de segregación en Cisjordania, la violación de las resoluciones de la ONU por parte de Israel y la imposibilidad física de un Estado Palestino unido geográficamente.
A grandes rasgos el incorrectamente denominado “conflicto palestino-israelí” puede reseñarse en cuatro fases, como lo sugiere Fawwaz Trabulsi. La primera que va desde 1917 a 1948 se enmarca en la vigencia del mandato británico que administró la Palestina histórica hasta la creación oficial del Estado de Israel; abarca la Declaración de Balfour de 1917 en donde el reino Unido se declara a favor de la creación del Estado de Israel, la resolución 181 de la ONU de 1947 que aprueba la partición de Palestina en dos Estados (el de Israel con dimensiones territoriales muchísimo menores a las actuales), la internacionalización de la ciudad de Jerusalén, y el regreso de los palestinos refugiados; el fin del mandato británico en mayo de 1948 y la creación del Estado de Israel, todo ello en el contexto de las luchas independentistas árabes contra potencias colonialistas como Francia e Inglaterra (casos de Líbano, Siria, Egipto e Iraq).
La segunda fase del conflicto abarca los años 1948 a 1956. En 1948 la ONU emite la resolución 194 sobre el derecho de los palestinos a regresar a los territorios de los que habían sido desplazados por la fuerza (en lo que en árabe se denomina la Nakba o catástrofe) y la obligación de Israel de compensar económicamente a las víctimas por los daños materiales sufridos por la expulsión de sus territorios.
Una tercera fase comprende el período 1957 a 1967. En junio de 1967 se desarrolla la guerra de los seis días que involucró a Siria, Egipto, Jordanía e Israel, ocasionada por la expansión territorial de Israel que ocupó los Altos del Golán en Siria, la Península del Sinaí en Egipto y Jerusalén de Este (barrio musulmán), en donde los países árabes fueron derrotados, la capacidad militar de Israel se potenció y sus territorios se expandieron incluyendo la Franja de Gaza y Cisjordania, violando las fronteras que se habían establecido en la resolución 181 de la ONU.
La última fase comprendería desde 1967 a la actualidad. En el 67 la ONU emite la resolución 242 en la que insta a Israel a abandonar los territorios ilegalmente ocupados y reitera el derecho al retorno de los palestinos, en 1979 Egipto cedió la franja de Gaza para la creación del Estado palestino, y en 1988 Jordania haría lo mismo con el 70% de la Cisjordania que controlaba, el resto del territorio histórico de Palestina quedó en manos de Israel. En 1982 en Beirut se produce la masacre de Sabra y Chatila perpetuada por falangistas libaneses aliados al ejército de defensa de Israel en donde torturaron y asesinaron a miles de refugiados palestinos.En 1987 el pueblo palestino de Gaza y Cisjordania se enfrenta con piedras al ejército de Israel como resistencia y rechazo a la ocupación del territorio palestino, así como a los asentamientos judíos, la destrucción de los árboles frutales y olivos, y a los controles militares en la zona, en lo que se conoce como la Primera Intifada.
En 1993 se inicia una serie de negociaciones entre el estado de Israel y la OLP, allí se acuerda que la parte administrativa de Jerusalén Este estaría en manos de la Autoridad Palestina, y que la Vieja Ciudad Judía pasaría a administración israelí, así mismo se estableció la detención de asentamientos israelíes en territorio palestino y el fin de la intifada iniciada desde 1987, acuerdos que Israel incumplió. En el año 2000 fracasan las conversaciones entre el líder palestino Yasir Arafat con el israelí Ehud Barak en Camp David y se inicia la segunda Intifada que duraría hasta 2005. Mientras tanto en el 2002 Israel inicia la construcción de un muro en que separa Jerusalén Este de Cisjordania, imposibilitando que palestinos musulmanes y cristianos visiten lugares sagrados, dividiendo familias y restringiendo el acceso a los servicios de salud y educación que brinda la ciudad anexionada por Israel. En el año 2006 por elecciones populares Hamás (organización política radical) gobierna la Franja de Gaza, mientras en Cisjordania gobierna la organización Al Fatah.
En el año 2008 Israel inicia la operación militar “Plomo fundido I” contra la Franja de Gaza causando más de 1.400 civiles palestinos muertos, en 2012 Israel lanza una ofensiva militar denominada “Pilar de Defensa” en la Franja de Gaza con el objetivo declarado de diezmar al gobierno de Hamás. Tras casi un mes de ataques aéreos el saldo fue de 155 palestinos y 5 israelíes muertos.
En el año 2012 la ONU admitió al Estado de Palestina como Estado observador no miembro en la Asamblea General, reconociendo el derecho del pueblo palestino a establecer un Estado con las fronteras establecidas antes de 1967.
En el 2014 los grupos Hamás y Al Fatah acordaron un gobierno de unidad, ocasionando el rechazo de Israel frente a esta decisión, y en consecuencia la creación de más asentamientos judíos en territorios palestinos. Las últimas semanas, como respuesta a tres mísiles lanzados por extremistas de Hamás en la franja de Gaza (dos impactaron en los escudos antimisiles israelíes y el otro en una zona deshabitada), Israel inicio bombardeos e incursiones militares terrestres indiscriminados en Gaza, ocasionando miles de refugiados y cientos de personas heridas y asesinadas, en una operación que denominó “Margen protector”, que se asume como defensiva y que aparece como abiertamente desproporcionada.
Este recorrido general quiere ser un lente para asumir la ocupación israelí como un asunto eminentemente político, y no religioso. Reconocer los desfases y violaciones a los Derecho Humanos que comete el Estado israelí no es un asunto antijudío, ni antisemita, es un asunto de reconocimiento del otro, tal como lo comprenden a su vez rabinos resistentes al sionismo y valerosos resistentes a la guerra, objetores por consciencia al servicio militar israelí, jóvenes denominados “Shministim”. Así mismo reconocer el derecho de autodeterminación del pueblo palestino no significa sin más avalar la legitimidad de Hamás -sobre ello cada quien decidirá-, ni las acciones desesperadas y suicidas de algunos palestinos, pero sí implica reconocer claramente al pueblo palestino como víctima de una potencia económica y militar como la israelí, y del fracaso del sistema internacional como protector de Derechos Humanos.