Cuando Uldarico Peña, el popular líder de los taxistas y gerente de Taxis Libres, enfermó de cáncer, el presidente de la compañía y verdadero zar del gremio, José Eduardo Hernández, empezó a buscar quien reemplazaría a Peña, que desde siempre fue el rostro de la empresa. A don Eduardo, como le dicen sus casi 50 mil taxistas en todo Colombia, nunca le ha gustado el protagonismo ni ser la cara visible de la compañía. Es un hombre mucho más administrativo que mediático.
Taxis Libres, la empresa que controla el 40% de los taxis de Colombia, y las otras compañías que la rodean y que se han creado bajo la sombrilla de Eduardo, son administradas y dirigidas por miembros de la familia Hernández. Uldarico llegó lejos porque junto a Eduardo, cuando ambos eran taxistas en El Dorado, fundaron en 1986 Radio Taxi Aeropuerto que después se convirtió en Taxis Libres.
Fueron amigos y socios durante toda la vida. En las necesarias capitalizaciones Eduardo se quedó con el control de la empresa. Uldarico, el hombre del bigote y el carisma se quedó con la gerencia y la interlocución mayor de los taxistas, era un temible a la hora de negociar tarifas y manejar los paros en Bogotá.
Cuando la enfermedad debilitó a Uldarico en 2017, y se vio la necesidad de buscar gerente, Eduardo siempre tuvo en la mente un perfil similar al de su socio a quien conoció en el año 1982, tal vez un exmilitar como lo era Uldarico para seguir con la línea férrea y de carácter que prevalecía desde la gerencia. Pero la hija mayor de Eduardo Hernández, Stefanía, levantó la mano.
La milenial de 26 años había nacido entre taxis y crecido en los corredores de la empresa. Para el momento dirigía un proyecto de tecnología dentro de la compañía y ya había pasado por varios de sus departamentos, poniendo en práctica lo aprendido en las importantes universidades en las que ha estudiado. Es administradora de empresas de la EAN, especializada en gestión tecnológica en la U. Javeriana, y cuenta con otros estudios de la Universidad de Berkeley y del Babson College de Estados Unidos. Estudiar es una de sus pasiones. Actualmente hace una maestría en la U. Javeriana.
Tenía las credenciales y las ganas para asumir el reto y recibió las riendas de la compañía. El desafío era mayúsculo. Entrar a moverse como cabeza directiva en un gremio de 50 mil meromachos, no era tema de poca monta. A los seis meses Stefanía estaba más que bien sentada en la silla. Ya lleva tres años al frente de la empresa, creando e implementando, entre muchos más, procesos tecnológicos, formativos y de modernización que lleven a la prestación de un mejor servicio, que es una de sus mayores luchas. Dejó callado a más de uno.
Otra de sus luchas ha sido por el respeto hacia la mujer, tanto para las mujeres taxistas que trabajan con ella, que cada vez son más, como para las pasajeras. Gracias a ella han entrado más mujeres a conducir taxi de manera profesional.
Cambió el concepto administrativo que traía la compañía. Inyectó su toque juvenil, moderno y milenial lo que le ha permitido a Taxis Libres competir con todas las plataformas de servicio de transporte, ha modernizado la compañía y ha mejorado la calidad del servicio. Cuenta con un equipo de 400 personas con las que trabaja día y noche y con el ojo encima del experimentado Eduardo Hernández, sobre todo en los números.
El nuevo estilo se siente desde que se cruza la puerta de la empresa. Con Uldarico, que tenía voz de mando militar, las órdenes se cumplían casi a la brava, pero Stefanía aunque tiene su temple, es conciliadora, analizadora, moderna, tecnológica, participativa y sobre todo disfruta el trabajo en una compañía que vio crecer y a la que se lo debe todo.