El hincha del Deportivo Cali, el que conoce la verdadera historia de la escuadra vallecaucana, nunca imaginó que la propia directiva del club podría generar tanto daño institucional. Resulta algo difícil de digerir, pero toca aceptarlo con mucho dolor: es la única responsable de lo que está pasando. Nombrar a los responsables es un caso perdido, no ayuda mucho a lo que le ocurre al equipo. Sin embargo, se debe decir que Álvaro Martínez y sus compinches entendieron que están arruinados, y que su única salvación consiste en atraer la mirada de un buen inversionista.
Así que, por estos días en la sede de la Vásquez Cobo, orgullo administrativo de viejos tiempos, cuando había amor y compromiso por la institución, se viene manejando la llegada de Luis Carlos Sarmiento Angulo, lo que es, según mi humilde opinión, una luz en medio de la oscuridad. No se ve alternativa más sana que la de un banquero prominente, sabiendo que ya se han desechado otras propuestas de salvación que no han gustado de todo.
Es una buena noticia, teniendo en cuenta como viene la cosa. Por eso el gran reto que hoy se tiene pasa por convencer a los socios caleños, a esos románticos que van a sentir que se les ha quitado un bien preciado, o que se los está sacando definitivamente de un negocio del que ya no pueden responder. Ellos deben entender que el fútbol de hoy se sostiene con chequera, y solamente los clubes que pueden sostener tremendo gasto, esa es la gran verdad, son lo que van a competir con eficiencia y buenos resultados.
Por consiguiente, no se puede despreciar el salvavidas que hoy se le tira al Cali desde el barco del Grupo Aval, en la medida que se va a cambiar una dinámica de saqueo que ha llevado al equipo a la mediocridad y, por supuesto, a la ruina que le viene respirando en la nuca. Si se pasa por alto esta ayuda quedaría claro que no habría ningún deseo de cambiar el rumbo, ni mucho menos el reconocimiento del daño que ningún directivo del pasado le hizo a la institución.
Este es el momento propicio para volver a recuperar la senda institucional, pero desde la conformación de una sociedad anónima, tal como acontece con otros clubes colombianos, que tienen dolientes de verdad y se preocupan por competir con seriedad. El asociado caleño, así sienta que va a perder, también debe pensar que no desea arriesgar su capital en el equipo, así que es el momento de que venda y permita que otros hagan las cosas bien.
Como hincha considero que el Cali tiene demasiado potencial en manos de otras personas, no tan viciadas como los directivos que produjeron esta debacle deportiva e institucional. Lo que más deseo es que se genere proyección, compromiso y un esfuerzo inagotable para llevar al equipo a lo más alto, algo que nunca se ha hecho desde que se fue don Humberto Arias, el expresidente que, según opinión de muchos caleños, nunca se enriqueció con la camiseta azucarera: el viejo trabajaba con pasión.