La capital del reggaetón a nivel mundial se llama Medellín, y fue denominada así por los máximos exponentes de este género como: Tego Calderón, Wisin, Yandel, Don Omar, Zion y Lennox, Entre otros. Particularmente este género con raíces en Panamá y Puerto Rico, resulto más rentable en la capital paisa que en cualquier lugar del hemisferio. Como diría J Balvin “acá está el negocio socio”.
Desde entonces, la mayoría de estaciones radiales en la ciudad, desplazaron otros géneros musicales de su parrilla, para convertir en su principal eje de programación el género del reggaetón. En consecuencia, surgió una numerosa camada de artistas regionales y nacionales que encontraron en el género urbano un proyecto de vida, una oportunidad de trabajo, una musa para sus letras.
Entre tanto, la sociedad comenzó a escuchar reggaetón en las publicidades comerciales, en las salas de espera de las peluquerías, en los gimnasios, en la tienda de don Pedro, en las farmacias; hasta los personeros de las instituciones educativas hacen sus campañas llevando artistas de reggaetón.
Por su parte, las letras de estas canciones han sido motivo de rechazo por un amplio sector de la sociedad, puesto que sus mensajes inducen al sexo, el alcohol, y las drogas. Aunque lo anterior no sería nada novedoso si leyéramos ¡Que viva la música! de Andrés Caicedo. Quizá entenderíamos que la realidad de lo que se vive en los barrios se manifiesta hasta en pistas musicales antes protagonizadas por el rock and roll y la salsa, ahora por el reggaetón que centra el foco de atención.
No obstante, el contenido musical que sostienen los artistas de este género en sus canciones indudablemente cala en el inconsciente de sus oyentes. Según afirma Van dijk, “el discurso es un evento en el que los actores reciben el mensaje entendiéndolo y acogiéndolo en diversos grados”. Entonces, si el emisor repetitivamente habla de, armas, sexo y drogadicción ¿Con que se identificarán sus oyentes? Por ejemplo, que en lugar de tener una sola mujer nos inviten a tener cuatro. ¿Acaso ignoran que sus esposas y madres también son mujeres?
¿Acaso serán los reguetoneros quienes están ejemplificando las conductas sociales de nuestros jóvenes? ¿Son ellos los modelos de esta nueva generación?
Posiblemente, el mismo gobierno es quién les legitima mediante condecoraciones de oro para artistas con canciones de doble sentido.