En Kennedy es tal vez el lugar de Bogotá donde más miedo hay. Los 975 casos la ponen como el área de mayor peligro de la capital, colocándola por encima de muchas ciudades capitales de departamento, en Bogotá. Son los días más difíciles por los que ha tenido que pasar Yeimi Carolina Agudelo Hernández, la joven alcadesa de la localidad. A sus 30 años esta administradora pública de la ESAP tiene el reto de su vida: hacerle frente al Coronavirus en una compleja localidad de gran densidad con Corabastos, el gran centro proveedor de comida de la ciudad. Por allí pasan al menos 150 mil personas diariamente a abastecerse de mercado en los 5.300 puestos de trabajo, un flujo que incluye la entrada y salida de 12 mil vehículos al día que transportan 10.000 toneladas de alimentos. Una barbaridad.
Se posesionó como alcaldesa en plena cuarentena, el pasado 17 de abril. Y lo hizo de manera virtual. En la soledad de su casa, sin conciencia de que terminaría enfrentada al monstruo invisible de una epidemia que ha ido cercando su localidad. Se identifica políticamente como liberal socialdemócrata y terminó escogida por la alcaldesa Claudia Lopez después de un engorroso proceso de selección.
Su agenda era otra, con la terminación del hospital de Occidente y en especial la torre de urgencias como gran prioridad, para lo cual cuenta con un presupuesto de $66. 792 millones que viene en parte de la alcaldía de Enrique Peñalosa, ampliado por la nueva alcaldesa. Tendrá 15 consultorios, 13 salas de cuidados intensivos, 69 nuevas camas y 103 camillas que ayudarían a aliviar una localidad que tiene 1.208.980 habitantes distribuidos en 438 barrios que compone 12 UPZ Kennedy Central, Timiza, Carvajal, Américas, Bavaria, Castilla, Tintal Norte, Calandaima, Corabastos, Gran Britalia, Patio Bonito y Las Margaritas. Varios de estos barrios en alerta naranja, sometidos a drásticas medidas de encierro para evitar la propagación del virus y que la alcaldesa ha tomado como desafío persona.
La alcaldesa en Kennedy
La joven alcaldesa teme que las cifras de contagio crezcan aún más porque los vecinos de la localidad de Kennedy no cumplen con responsabilidad el aislamiento obligatorio. El precio que paga el millón de habitantes es altísimo. La tensión es grande porque las ayudas no han llegado oportunamente y hay sectores francamente deprimidos.
Sus días no terminan y su preocupación además de preservar la salud está la reactivación económica que es urgente para evitar la crisis social que traerá desesperación y protestas por parte de los pobladores. Largas horas de expectativa y tensión tiene la alcaldesa Yeimi por delante sin que tener todas las cartas en su mano por actuar frente a una epidemia que no se detiene y aún no llega a su tope y no parece poder controlarse pronto