Francy Hernández conoció a los primeros uniformados, con sus impecables vestidos de la Armada, cuando era una niña. Compartió con ellos desde que instalaron una base naval a orillas del rio Putumayo, en El Encanto, la vereda amazónica donde nació en 1.990.
Desde entonces Francy creció correteando en la base porque su padre, don Édgar Hernández, líder de la comunidad, trabajaba para los militares reparando lo que allí se les dañara.
En el Encanto, un territorio alejado de las grandes civilizaciones, a donde se llega después de navegar unas 12 horas desde Puerto Leguízamo, capital del Putumayo, Francy solo pudo cursar hasta quinto de primaria. Tuvo que dejar su casa para volver con el cartón de bachiller seis años después.
Viajó a Bogotá en busca de un futuro que no encontró. Solo bastaron dos semestres en la inclemente capital: fría, excluyente y costosa para abandonar el proyecto de estudiar finanzas, carrera que empezó a estudiar en un instituto pequeño y económico. Regresó a El Encanto y embolató sus sueños de ser profesional.
En 2009 a la comunidad llegó un aviso de acuerdo entre la gobernación del Amazonas y la Armada Nacional para darle la oportunidad a las mujeres indígenas de pertenecer a la institución como oficiales. Una oportunidad nunca antes vista y que nunca más volvió a presentarse. Francy y otras nueve mujeres indígenas levantaron la mano.
El buen Icfes que sacó como bachiller y el resultado de las pruebas le otorgaron a la hija de don Édgar y dona Mirta Sosa la beca total para convertirse en la única indígena oficial de la Armada Nacional. Empezó a estudiar en 2010 y en 2014 recibió el grado como teniente de corbeta, el primer grado de un oficial naval, de manos del entonces presidente Juan Manuel Santos en la base de Almirante Padilla, en Cartagena.
Desde entonces la Teniente Francy Hernández ha recorrido los mares y ríos de Colombia como comandante de varias unidades fluviales. Ha tenido bajo su mando las operaciones de gigantes barcos como el ARC de alta velocidad Juan Chaco, en Bahía Málaga y el ARC Santa Catalina, con el que se vigilan y se defienden las islas de San Andrés y Providencia y los cayos que completan estos territorios marítimos.
La teniente Francy Hernández, orgullosa de sus raíces indígenas y quien es reconocida con un orgullo dentro de su comunidad que no supera los cuatro mil habitantes y que ha vivido siempre de la agricultura, la caza, la pesca, sueña con ser la primera indígena Almirante de la Armada. Apenas lleva seis años en la institución. Ya ha dejado atrás un rango; para lograr el ambicioso sueño profesional tiene por delante siete más.