Pocos sabían el secreto. Los otros pocos a los que les llegó como ventisca después de la muerte de Gabriel García Márquez, también lo guardaron. Pudo más el respeto hacia Mercedes Barcha, la entonces viuda y única esposa del Nobel, y la lealtad con Gabo, que las ganas de contarlo a los cuatro vientos. Además, antes de soltar la bomba había que confirmar que Gabo había tenido un amorío con la Mexicana Susana Cato y una hija fruto de aquel amor de los años 90, que llamaron Indira y que no lleva el apellido García.
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El rumor cayó 2014 en manos de su uno de sus biógrafos oficiales, el paisa Dasso Saldivar, quien después de indagar, preguntar e investigar lo pudo confirmar. Los que sabían hicieron el pacto de intentar olvidar el secreto hasta que las cenizas de Mercedes Barcha fueran puestas al lado de su las de su esposo. Así se hizo.
La noticia se confirmó oficialmente en enero de 2022, año y medio después de la muerte de Mercedes y ocho tras la muerte de Gabo. La tarea, encomendada por los dos biógrafos de García Márquez, Saldivar y el británico Gerard Martin, le fue asiganda al pintor, escritor y periodista, amigo personal de Gabo, Gustavo Tatis Guerra, quien lo contó en un texto en el diario El Universal de Cartagena.
La historia del amor de Gabriel García Márquez y Susana Cato
Gabo conoció y se interesó por la periodista y guionista Susana Cato en la Cuba de Fidel Castro, en la Escuela Internacional de Cine y Televisión en Cuba. El escritor tenía 63 años y ella 30. Él estaba dictando unos talleres y ella era una de sus alumnas. Era 1990. Un año después nació Indira, quien, aunque fue protegida y amada por el Nobel, nunca fue reconocida legalmente por él.
En medio de lecturas de poetas y literatos y gustos compartidos la admiración de Susana se convirtió en amistad, que luego trascendieron a miradas cómplices. Luego sería un romance paradisiaco en la isla que tenían a sus anchas. Susana, quien para ese entonces era reportera de la revista mexicana Proceso, donde trabajó hasta el año 2000, y el escritor colombiano ya como pareja secreta escribieron juntos el guion de la película Con el amor no se juega y también hicieron el diálogo del cortometraje ‘El espejo de dos lunas’.
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Indira nació en México en 1991. creció sabiendo siempre quién era su padre, pero el pacto de secreto también lo debían cumplir ella y su mamá. Heredó de su mamá y del escritor su pasión por el cine. Ambos en su juventud fueron periodistas críticos de las películas. Él lo hizo como periodista de El Espectador y ella, trabajando para Proceso. Aunque solo un par de personas sabían de la existencia de la niña, quien fue un sueño hecho realidad de Gabo, el escritor siempre veló por su bienestar.
Su destino estaba trazado. Al terminar el colegio se matriculó en Literatura Dramática y Teatro en la Universidad Nacional Autónoma de México. Se volvió cineasta y escritora. Hoy con 33 años, hoyes una de las jóvenes cineastas con gran proyección. Cómo productora y guionista del documental Llévate mis amores, dirigido por Arturo González Villaseñor ha ganado varios premios. Dirigió también el corto ¡Qué grande eres, magazo!, escrito por su mamá, quién después de salir de la revista Proceso se dedicó también a escribir y a trabajar por la cultura mexicana.
Hoy, Indira y Susana, y ya sin la zozobra encima de tener que cuidar su secreto como un tesoro, siguen viviendo su vida tan normal, creciendo alejadas de los dos hijos García Barcha, Rodrigo y Gonzalo, cómo siempre lo estuvieron y con quienes ni siquiera comparte el apellido, aunque el mundo no duda que ella sea la hija del gran Gabo, quien aun después de muerto sigue produciendo obras como la que este 6 de marzo, día de su natalicio, publica Penguin Random House, En agosto nos vemos.
