En plena 11 con calle 69 queda “El Inglés – Gastro Pub”. Era mi tercera vez ahí y como es costumbre, su propietario Lee James Madden, salió a atenderme con su clásica chaqueta amarilla de cocineroy sus cachetes rosados. Con una sonrisa a medio terminar, me entregó la carta y me preguntó qué quería tomar. Lo tenía claro, quería earl gray frappe. Cambiaron la carta y ahora es mucho más extensa y como no quería repetir “fish and chips”, que en este lugar es fantástico, pedí una “Bacon cheese-burger”. Él me pregunta el término de la carne… Punto positivo para “El Inglés”.
Curiosamente, llega sin ser pedida, una sopa casera al estilo de las de la tía-abuela, que contrasta con la oferta del lugar. Estaba deliciosa y verdaderamente me cayó perfecto para mi hambre atroz.
Mientras la tomaba, me distraje observando la decoración del lugar… Una variada oferta de vinos, porta-vasos con lugares emblemáticos londinenses con el nombre del restaurante, otros con una caricatura del dueño y a mi lado derecho, afuera, un tablero en tiza que indica los horarios de atención.
Una vez disfrutaba mi última cucharada, aparece Lee James con mi plato, una hamburguesa con queso, tocineta y un huevo frito hecho en un pequeño molde, anillos de cebolla, papas a la francesa y ensalada. “Me sobreactúe al pedir”, pensé…pero en eso se quedó, en una vaga sensación.
En el centro de la mesa hay salsas, sal, pimienta y vinagre balsámico. Pedí mayonesa, esta vez a una mesera que me trajo lo que llamarían popularmente “mayonesa de la casa”, deliciosa y me atrevería a decir que recién hecha.
Hay una LEY que tengo por naturaleza y es que la hamburguesa se come con las manos… La verdad no sé si haya un tecnicismo para definir que estoy en lo cierto o no, pero para mí es la manera de disfrutarla. Y esta, no fue la excepción, a pesar de que casi me era imposible sostenerla por su tamaño. Así la empece y así la terminé, hasta chuparme los dedos y por supuesto, como es mi costumbre, dejé el centro para el final.
Me sentí más que satisfecha y se lo hice saber a lo que él respondió “gracias”, con su peculiar acento. Desde chiquita soy catadora de hamburguesas y este lugar está en mi “top of mind” no sólo por su comida y la autenticidad de su propietario, sino porque mantiene eso que siempre defiendo de los cocineros que más me gustan y es que cocinan por amor y por placer más que por fama y éxito económico… Al menos así lo percibo yo. Para ser un pub, su horario es extraño, abre de domingo a domingo solamente hasta las 4 de la tarde.
Una amiga dice que hay que tener dos estómagos, uno para la comida salada y el otro para el postre… A mí me quedaron debiendo el segundo, sin embargo pedí el mejor postre de este lugar y uno de los mejores de la ciudad: el “sticky toffee pudding” un típico postre inglés hecho a base de un bizcocho de dátiles y ciruelas. Lo sirven caliente, bañado en una salsa espesa de caramelo y con una bola de helado de vainilla. Un regalo al paladar. Así que si se pasa por ahí y no tiene mucho tiempo para almorzar, al menos pídase esta delicia de delicias con un té y siga su camino feliz.
Este restaurante de más o menos 18 puestos, un mini baño con un letrero en inglés que traduce “su mamá no trabaja aquí, recoja su propio desorden” y una cocina que se esconde tras una puerta de vaivén , protagoniza mi crónica de hoy, para asegurarles que su paladar, como el mío, quedará agradecido.
El inglés de chapinero, es un hombre que sin alardear de su talento, ofrece platos genorosos en los que prima la calidad sobre el precio. Una tarde de lunes atípica fue el motivo de esta reseña.
Pásese, deléitese y felicite al chef “cacheti-rojo” por su sazón!
El Inglés
Gastro-Pub
Cr 11 69-40
Tel. 2555524
