Si usted ve caminando a Ángela Posada Swafford por una calle cualquiera puede pensar que es de esas personas extravagantes, incluso algo raras, con su cabello corto y amonado, algo loco pero que por más que lo mueva queda en su sitio y una sonrisa que en algunos momentos contagia la alegría que esta bogotana, pero radicada en Miami, irradia al pasar. Si usted la ve, seguramente no pensará que es la periodista científica más importante que tiene Colombia, que lleva más de 25 años hablando de astronomía, física, geología y muchas otras ciencias, que ha ido 2 veces al polo sur y espera regresar este año, que ha descendido 3 mil metros en el fondo del mar, nadó con ballenas, ha estado en la cima de volcanes, hoy está en México, mañana en Zimbabwe y pasado mañana en el “Cometa del Vómito” de la Nasa, es sin duda alguna, la representación humana de todo lo que un niño querría hacer cuando fuera grande.
Ángela es también la autora de una serie de ciencia para niños, llamada “Juntos en la aventura”, donde se convierte en la tía Abigaíl y con 3 niños más viven experiencias únicas, todas reportadas en algún momento de la vida de esta mujer, la primera latino americana en convertirse en becaria del Knight Science Journalism Fellowship otorgada por el Instituto Tecnológico de Massachusetts, MIT.
“La ciencia es querer entender el mundo, querer entender la naturaleza, interrogar a la naturaleza y el periodismo es interrogar a la sociedad e integrar eso que los científicos hacen, llevarlo a la cotidianidad de la sociedad, que la gente entienda por qué y para que los científicos quieren entender la naturaleza”, dice Ángela sentada en el borde de una cama, luego de recorrer el corredor polaco y conocer parte de Manizales. Ella es lo que las abuelas llamarían “una cajita de música”, cuenta con mucha gracia la manera en que ha vendido artículos exponiendo su propia vida, como la vez en que le dispararon a quema ropa para probar la ropa blindada de Miguel Caballero o la manera en que se lanzó de un barco de la armada solo para estar cerca de una ballena, la cual pudo tocar.
“Yo siempre he sido así, a mí me extraña que no haya personas que digamos no tengan ese fuego interno, hay personas que no les apasionan nada, eso para mí es muy extraño, a mí me gusta montones hablar con gente que se le enciendan los ojos de la emoción cuando le hablas de algo y contar las cosas bonitas que nos rodean, las raras y las extrañas y las que no tienen explicación. A mí me parece genial que alguien me hable de algo tan raro como la energía oscura o la materia oscura”, Ángela mantiene el niño interno vivo, todo le parece sorprendente, todo merece ser contado, todo lo que ve, siente y experimenta es un mundo que debe conocer a fondo, actualmente es freelance de múltiples medios como Muy Interesante México y España, Suma+Mente de Semana y Colciencias, Discovery Channel, entre otros y hace cursos alrededor del globo de periodismo científico.
Infancia y experiencias
Tiene 3 hermanos, 2 hombres y una mujer, Ángela es la menor, sus padres la tuvieron cuando estaban algo mayores por lo su madre decía que la cogieron cansada, “yo era a la que llevaban a todos lados, a los viajes. Los sábados eran ricos porque íbamos a museo, restaurante, librería, cine”, allí se empieza a notar de dónde nace la curiosidad sin fin de esta mujer que estuvo casada con otro periodista, el cual conoció cuando estaba realizando su maestría en USA, sus padres le decían que la enviaron por un máster y regresó con un míster, míster Swafford (su apellido materno es Rockwook).
Por increíble que suene era, como la gran mayoría de comunicadores, mala para los números, física, matemática, química, las pasaba “raspando”. “Ahora soy una enamorada de la física, de la química, de las matemáticas, todavía no puedo hacerte una fórmula, todavía me rajaría, pero en la universidad de los Andes tuve un profesor que me cambió el chip, una maravilla”, esto lo logró al mostrarle para qué sirven, al enseñarle la fórmula que hace volar un cohete. Al encontrarle una aplicación a todos estos números y letras, se empezó a encariñar perdidamente como cualquier quinceañera de todo lo que tuviera ciencia en su interior.
Es amante de los pájaros y del mar, aunque este último es lo único que logra ponerla pensativa, nostálgica, el constante devenir de las olas la pone de un humor diferente, al alegre y sonriente que mantiene Ángela.
Le da un poco de miedo las alturas, aunque ha estado mucho más arriba que millones de personas, “a veces pienso un poco en la vejez, me da como una aprehensión, no como miedo, sino que digo cómo será ese momento, estaré preparada financieramente, seguramente que no, en este momento no, pero una cosa así palpable de miedo, no, llevo una vida tan satisfactoria sin mucho dinero, pero he podido hacer lo que he querido”, afirma y luego envía una risotada que irrumpe en todo el edificio.
Su increíble casa y el periodismo
En los años en que Ángela ha visitado más de medio mundo ha visto cosas muy extrañas, pero recuerda aún con sorpresa, su visita a 3 mil metros en el fondo del mar en una investigación marítima “para mí fue como habernos posado en la superficie de marte, eso es como haber llegado a un mundo alienígena, increíble”, cuando habla suelta una que otra palabra en inglés, lo que hace más vívido su relato, habla de su vida muy fácilmente, pero al preguntarle por ella se corcha con facilidad.
Allí vio lo que hasta el momento ha sido lo más extraño “un animal rarísimo, era como una manta de la cama, de ese tamaño, una estructura que parecía un pedazo de tela transparente con venas, yo sé que parece que me la hubiera fumado verde pero le prometo que no, no tenía ojos, no tenía cola, era una cosa sin forma que tenía venas y un corazón pulsante“, mientras cuenta esto agarra la colcha donde está sentada y trata de formar dicho “monstruo marino”, sus ojos brillan al volver a esos momentos en que poco a poco ha ido cumpliendo todos sus sueños.
Vive en Miami, en un pequeño apartamento, en el que ha guardado cientos de suvenires de sus viaje; techo, paredes están llenos, un minimalista enloquecería allí, por ejemplo, del Parque del Café se llevó una ramita, que seguramente adornará ese espacio, pero le tiene gran aprecio a una tortuguita de Costa Rica que mantiene en formol, luego de encontrársela en una playa, al llegar a su hogar “ la pielecita del huevo se abrió y vi con una sorpresa enorme a una tortuguita un 80 por ciento formada, una tortuguita bebe y está agarrada de lo que queda de la yema del huevo, entonces es divina, porque tiene unos ojitos de alienígena, como de marciano, y es la cosa más tierna y simbólica para mí y allí está mirándome”.
También tiene un muñequito de barro, que ella misma hizo de cerca de un centímetro de alto, pero no es cualquier barro, la materia prima de este adorno lo obtuvo en una investigación oceanográfica que buscaba evidencia del meteorito que mató a los dinosaurios hace 65 millones de años, “en esas capas de barro estaba efectivamente el barro de ese meteorito que mató a los dinosaurios, ¿cómo se sabía?, porque viéndolo a microscopio encontraron que ese barro tenía un material que se llama iridio y el iridio es un metal que no existe en la tierra en estado puro, solo en los meteoritos, entonces eso fue lo que selló el futuro de los dinosaurios”.
Lo más difícil para ella, como para muchos, es el financiamiento y el tiempo, quiere hacer miles de cosas pero debe cumplir con sus artículos para poder sobrevivir, cuenta entre risas que debería conseguirse un mecenas que le pague la hipoteca y la envíe a África a investigar porque se considera una periodista de trincheras. Le gustaría hacer con más cautela sus textos, tomarse momentos más largos para “sentarme a pensar cuál puede ser la mejor forma para escribir, me gustaría poderme sentar a pensar en sinónimos lindos, en más verbos, en muchas cosas pero no hay tiempo”.
La historia que viene
Seguro que la autobiografía de Ángela Posada sería un éxito, solo por imaginar lo que ella ha vivido, pero esas características tan peculiares con las que cuenta son genéticas, quiere tomarse un año sabático para hacer una investigación sobre su abuelo materno míster Rockwood, quien fue un explorador, navegante, estuvo en el Amazonas, trabajó para el canal de panamá, peleó contra los piratas en Alaska, “él fue oficial del guardacostas en USA, luchaban contra piratas que cazaban focas ilegalmente, estuvo involucrado en algún tipo de revolución en Nicaragua y era periodista del Chicago Tribune”, la ciencia, los genes, ¡por Dios¡, no saben mentir.
Este hombre terminó en Bogotá como agregado naval del gobierno americano, hace más de 100 años y conoció a la abuela de Ángela, míster Rockwood, se enamoró de Bogotá, incluso en sus crónicas la describía como La ciudad sobre las nubes, ese será el título de la novela que escribirá sobre él.
Ángela debe sentarse a terminar varios programas de Discovery Channel, además de iniciar varios textos para algunas revistas, los cuales ni siquiera ha empezado, finalmente habla un poco sobre el periodismo y dice que está en una transición muy difícil pero que no morirá y se mostró sorprendida porque en Latino América, poco a poco, el tema científico está calando en los medios.
Está escribiendo el 9 libro de su serie y espera regresar a esta región, se va enamorada de la amabilidad, del café y de las faldas de Manizales.
Ángela se despide con un abrazo rápido, de esos que no quieren hacer largo un momento difícil y que dejan la posibilidad de que es corto porque se repetirá.
Y BIOS
“es un bicho extraordinario, es como si estuviera en Helsinki, Finlandia, Noruega, es un sitio que no imaginé encontrarme de ese nivel, solo con el edificio se ve que estamos hablando con palabras mayores, hay una inversión fuerte, aquí hay algo serio, me di cuenta que aquí se está haciendo investigación de un nivel al que Colombia no sé qué tan acostumbrado estaba, creo que ni siquiera la gente de BIOS se alcanza a dar cuenta del potencial o de lo que eso puede llegar a ser, me encanta, es un símbolo de la nueva era del país ante el mundo”.
Dato 1
Estuvo en Manizales dictando cursos de periodismo científico para el proyecto que financia el Sistema General de Regalías que actualmente ejecuta BIOS, además con el fin conocer esta iniciativa de investigación de alto nivel, la más importante del país y para formar a investigadores y comunicadores del proyecto que financia Colciencias, Caldas Biodiverso.
Dato 2
Quiere volver a Manizales y Caldas para hacer avistamiento de aves, conocer los volcanes de la región, investigar sobre la biodiversidad de la zona y adentrarse en los adelantos de BIOS.