Colombia es un país que cuenta con una riqueza hídrica única. Encontramos aguas lluvias, aguas superficiales, aguas subterráneas, aguas termominerales, aguas de origen glaciar y aguas marinas y océanicas. Es el único país de América del Sur que cuenta con costas sobre los dos océanos y cerca del 50% del territorio nacional corresponde a áreas marítimas e insulares.
Además, 26% del territorio nacional está compuesto por humedales, tales como arrecifes, estuarios, manglares, ciénagas, turberas, sabanas y bosques inundables, entre otros, y cerca del 87% de la población colombiana habita en zonas de humedal.
Adicional a esto, nuestro país es el segundo más biodiverso del mundo. Solo teniendo en cuenta el inventario en peces de agua dulce, se estima que más del 25% de los peces del mundo están en territorio colombiano. Toda esta riqueza en agua y biodiversidad asociada es algo por lo cual debemos sentirnos muy orgullosos y afortunados, es nuestro oro líquido.
Sin embargo, esto también nos hace pensar: si tenemos tanta riqueza hídrica, ¿por qué esto no se ve reflejado en términos socioeconómicos para nuestro país y sus habitantes?, ¿por qué tan solo el 46% de los colombianos que viven en zonas rurales tienen acceso a agua potable?, ¿por qué hay enfermedades y mortalidades asociadas al mal manejo, uso y almacenamiento del agua?, ¿por qué nuestros ríos y mares se están viendo afectados por la contaminación de residuos sólidos y líquidos?, ¿por qué no contamos con suficientes recursos pesqueros?, ¿podría la pérdida de nuestros bosques estar afectando el suministro y disponibilidad del agua?
Pero, también, ¿cuáles son las responsabilidades que tenemos ante este gran privilegio de contar con tan alta riqueza y diversidad en agua, fauna y flora?, ¿estaremos sacándole el mayor provecho a estos recursos, y de la manera más adecuada?, ¿podría Colombia reducir su dependencia al petróleo haciendo uso de energías renovables a partir de fuentes inagotables como el agua, innovar en estrategias de turismo sostenible para dar a conocer su riqueza en paisajes acuáticos, asegurar un uso eficiente del agua y de los recursos pesqueros para garantizar la seguridad alimentaria de su población, implementar medidas para no deteriorar la calidad de sus aguas?, ¿podría Colombia convertirse en un ejemplo a seguir, por la manera en la que usa, conserva y maneja sus recursos hídricos?
Para una gestión sostenible del agua en Colombia se requiere que las instituciones gubernamentales, no gubernamentales, académicas y del sector privado, en alianza con las comunidades, trabajen en conjunto. Esto permitirá generar una planificación y gobernanza articuladora y cooperativa, que incluya elementos basados en la memoria e identidad del territorio y su biodiversidad, con una mirada sistémica y no sectorial, para generar soluciones a los problemas relacionados con el agua, y de esa manera, garantizar la sostenibilidad de una de las mayores riquezas que tenemos en nuestro país, nuestra agua.
* Directora del Instituto Javeriano del Agua.