Desde que arrancó la pandemia, el presidente Duque, comportándose como un verdadero socialista, no ha hecho otra cosa que despilfarrar los recursos públicos como si fueran él.
Para él no ha sido suficiente la existencia de programas como Familias en Acción, el PAE, Adulto Mayor y Jóvenes en Acción, tampoco el hecho de que a los estratos bajos se les regalan los servicios públicos y la salud. No. Tenía que inventarse la devolución del IVA, la Generación E (para regalarles la universidad) y el Ingreso Solidario.
Lo más decepcionante, sin lugar a dudas, es que él mismo haya presentado ante el Congreso un proyecto de ley para que el Ingreso Solidario se convierta en una renta básica permanente y se pague entre 380 y 480.000 pesos mensuales a sus beneficiarios.
¿Qué se gana con esto? Patrocinar la proliferación de una nueva generación de gente desagradable, que ni trabaja ni estudia, que lo único que saben hacer es ver fútbol, tomar trago, protagonizar riñas callejeras y reproducirse irresponsablemente como cucarachas.
En este país, donde el 85% de los colombianos son de estratos 1, 2 y 3, venir a recostárselos del todo al otro 15% que sí trabaja, que sí estudió y que se esmeró por vivir bien es una completa canallada.
Ni siquiera Hugo Chávez se atrevió a tanto. Si los jóvenes de ahora son de “cristal”, porque no se les puede exigir nada, ¿cómo serán los del futuro que van a nacer de padres mantenidos por el Estado?
La mejor forma de ayudarle a los pobres a salir de donde están es con empleos, no con subsidios. Subiendo impuestos se espanta la inversión. ¡Qué decepción!