Ocurrió en mayo del 2016. El equipo de BMX ultimaba detalles en su preparación a los Olímpicos de Rio de Janeiro. El programa los llevó a disputar varias competencias en Barranquillas. Los ciclistas se alojaron en el hotel Estelar. En sus puertas se agolpaban cientos de hinchas ansiosos por ver a Mariana Pajón. Paisa de sonrisa amplia, la Reina del BMX difícilmente le niega algo a sus seguidores. Por eso acepta, si la agenda lo permite, largas e improvisadas sesiones de fotos con desconocidos. Uno de ellos fue Popeye. Bajo el calor asfixiante de Barranquilla el lugarteniente favorito de Pablo Escobar esperó y se tomó la foto con la campeona olímpica. Él mismo en sus redes sociales publicó la foto ese mismo 30 de mayo del 2016 con este mensaje: “Un verdadero ejemplo para la,juventud .campeona mariana”.
A partir de ese momento empezaron a tejerse un poco de cuentos sobre la filiación política de Pajón. Uno de ellos aseveraba que era admiradora del sicario y que además era una fanática uribista. Yo le creo al hermano y jefe de prensa de la deportista, Miguel Pajón, cuando dice que Mariana ni siquiera sabía quién era Popeye. Con la obsesión que tiene por entrenar desde los cinco años, dudo que la campeona tenga tiempo para ver noticieros. Y si sabía ¿qué pasa? En esa época, mayo del 2016, Popeye era un rock star. No podía caminar por el Centro Comercial El Tesoro de Medellín sin que le pidieran una foto. Supuestamente ya había pagado todos sus líos con la justicia y sí, en un mundo donde no existe Dios un sicario parlanchín perfectamente puede convertirse en influencer. ¿Qué se suponía que hiciera Mariana? Sólo unos pocos valientes podrían decirle No a Popeye. Además, tampoco es ningún delito. Igual si Popeye me hubiera pedido una foto yo se la daba, con el miedo que me dan los sicarios. Pero a mí nunca me piden nada. Soy nadie, bagazo masticado, cigarrillo mojado, una piedra en el camino. Es difícil ser Marian Pajón en un país en donde pululan los jueces morales.
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Yo le creo al hermano y jefe de prensa de la deportista, Miguel Pajón, cuando dice que Mariana ni siquiera sabía quién era Popeye
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Y los jueces morales aparecieron en los cuartos de final del BMX de Tokio 2020. En la noche del jueves 28 de julio el país que la dice querer tanto ni siquiera sabía que competía. Caracol, que en un alarde de soberbia compró los derechos de las Olimpiadas para pasarlas en su señal HD que sólo tienen unos poquitos colombianos, decidió seguir emitiendo su taladrante y exitoso reality sobre niños cantores, que mostrarnos un poquito de la gloria olímpica. Señores, ¿tan difícil era parar La Voz Kids para ver a uno de los pocos orgullos nacionales que tiene este país? Tenía razón Borges, ser colombiano es un acto de fe. Pero bueno, Caracol sólo obedece y la gran mayoría de colombianos tenía hambre por comer su plato de basura diaria. Y entonces, mientras Mariana arrasaba en la ronda clasificatoria, los jueces de la moral comenzaron a publicar la foto absolutamente salida de contexto de la supuesta fanática uribista con el sicario favorito de Pablo Escobar.
Si, obvio que la mayoría de los colombianos siente orgullo por Mariana y tampoco creo que todos los petristas la linchen, pero hay mensajes que hacen ruido como estos en Twitter: “Mariana Pajón les quitó el puesto a dos deportistas para poder llevar a Tokio a su novio y un baúl con las cenizas Popeye”, o este otro “Admiro a quienes les toca con las uñas. No los de cuna de oro que toda la vida han tenido comodidades y la palanca para hacer lo que quieren. Mariana pajón la Amiguis de Popeye, que boleta”. Ya vamos en que ella fue amiga íntima de Popeye. Qué boleta que somos.
Acá de nada va a servir decir que Mariana ni es uribista fanática, ni jamás en su vida fue íntima de Popeye. En su momento decidió no apoyar el Proceso de Paz con las Farc y formaba parte de esa inmensa mayoría que rechazaba al Presidente Santos y ya, eso no es un crimen. Un crimen es perdérnosla, un crimen es que Caracol ni siquiera se plantee no pasar La Voz Kids para que los niños aprendan de valores deportivos viendo la exhibición que realizó en las primeras pruebas en Tokio. Un crimen es prejuzgar por una foto sin conocer el contexto. Pero de eso se trata Twitter, de matonear, de lanzar la piedra y después averiguar la verdad aunque la verdad, en esta era post apocalíptica, ya no importa.
Y estos haters nunca pierden: cuando gane su tercer oro olímpico entonces todos se subirán al bus de la victoria y si pierde volverán a sacar la foto de Popeye y se inventarán cualquier cuento. Es el esquizofrénico mundo de Twitter amigos. No podemos hacer otra cosa que encogernos de hombros y ver el infierno diario.