Una fortuna hecha sobre el sudor y lágrimas de los colombianos

Una fortuna hecha sobre el sudor y lágrimas de los colombianos

Lejos están los dueños de los fondos privados como Sarmiento Angulo de ser responsables ante la sociedad y colaborar en la construcción de un país justo

Por: Anhy Durley González Durán
julio 12, 2018
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Una fortuna hecha sobre el sudor y lágrimas de los colombianos
Foto:Grupo Aval

Luis Carlos Sarmiento Angulo es conocido como el hombre que creó una fortuna en la industria de la construcción y luego la invirtió en bancos, controlando gran parte del sector financiero en Colombia. En 2012, la revista Semana, bajo el título Todo poderososeñaló que la revista Forbes describía su fortuna con la palabra selfmade, que significa hecho por sí mismo. Sin embargo, lo cierto es que su capital no ha sido hecho a puro pulso, sino con el sudor y lágrimas de muchos colombianos.

Sarmiento estudió Ingeniería Civil en universidad pública y comenzó a aceptar obras públicas para la construcción de vías en zonas de violencia donde nadie se atrevía a trabajar. Empezó sus contactos con el sector público y luego con la creación de vivienda de clase media se convirtió en líder y el pionero de ese nuevo mercado, en una época en la que solo las entidades del Estado podían prestar para comprar casas.

A comienzos de la década de los 70 se implementó el UPAC, abriendo las puertas a los particulares para financiar la vivienda, ante lo cual el magnate decidió crear su propio banco, para poder otorgar créditos hipotecarios a los compradores de sus casas. El UPAC, que es un sistema originario del Brasil, fue implantado en Colombia para mantener el poder adquisitivo de la moneda y ofrecer una solución a los colombianos que necesitaran tomar un crédito hipotecario de largo plazo para comprar vivienda.

La realidad de este sistema a favor de los prestamistas y los problemas que soportaron los compradores de vivienda se empezaron a evidenciar. Los nuevos propietarios resultaron pagando cuotas muy altas, excediendo su capacidad de pago. En consecuencia, algunos resultaron pagando cuotas por encima de sus salarios, llevando a que muchos morosos fueran desalojados, mientras otros decidieron renunciar a su sueño de propietarios, entregando sus viviendas, luego de haber pagado hasta tres veces su valor inicial. Es decir, el alza desmesurada de las tasas de interés hizo que las obligaciones de los deudores del UPAC se disparan y muchos de ellos en medio de lágrimas perdieron sus inmuebles e incluso sus vidas al optar por el suicidio ante el fracaso.

Un poco tarde para los ciudadanos esta situación llegó hasta la Corte Constitucional, que mediante fallo intervino. Como resultado fue creada la nueva unidad con la cual se calcularían y ajustarían los créditos: la unidad de valor real constante, conocida como UVR.

Ante esta situación el gobierno actuó. En El Tiempo, del 5 de agosto 2002, bajo el título Crisis financiera y fin de UPAC, se lee: “En noviembre de 1998, y como salvamento para el sector bancario y ayuda a los morosos de la banca hipotecaria, el Gobierno decretó la emergencia económica. Entre las medidas adoptadas estaban: Se creó el impuesto bancario dos por mil, con vigencia hasta diciembre de 1999. Recursos que se destinaron a salvar la banca”. Luego se extendió y amplió, hoy es 4 por mil y lo temporal se hizo definitivo, aunque superada la crisis y su destino.

En ese orden fue creciendo la fortuna de Sarmiento Angulo. De hecho, en La Silla Vacía, en un artículo titulado con el nombre del banquero, actualizado el 4 de diciembre de 2017, se lee: “Desde Virgilio Barco, Sarmiento ha tenido buena comunicación con todos los presidentes”. Ciertamente esto le ha permitido gestionar sus propósitos ante la injerencia en asuntos del Estado, logrando —en palabras del senador Alexander López— que en Colombia se legisle solo a favor del sector financiero.

El mismo magnate ya lo había sostenido Semana en el artículo El rey Midas, del 28 de noviembre de 2009, al expresar: “En los 'ratos libres' también se dedica a ser interlocutor de presidentes —dice que desde Virgilio Barco hasta ahora todos han sido amigos suyos—, participa en redacción de leyes —se siente orgulloso de que en muchas de ellas hay artículos redactados por él— y en los últimos años ha dejado oír su voz crítica sobre asuntos medulares del país”.

Por otro lado, desde el 31 de octubre de 2009, antes de controlar el importante diario del país, en El Tiempo, con el título Yo también quiero uno, se denunció: “Es indignante que este país de siete millones de indigentes subvencione a una de las principales fortunas de Latinoamérica. (…) en el debate de Agro Ingreso Seguro, conocimos que Luis Carlos Sarmiento Angulo, segundo hombre más rico de Colombia, propietario de un grupo financiero y de otro industrial, fue beneficiario de auxilios estatales que podría costear con sus propios recursos. Es irritante, además, que el dueño de bancos que otorgan préstamos con intereses brutales, absurdos, recurra al Estado para recibir los suyos a precio de huevo”.  Justa indignación, puesto que a los campesinos y pobres del país, los supuestos destinatarios de los subsidios, se les negó la ayuda por no cumplir requisitos.

En las Las2Orillas, el 21 de julio de 2014, bajo el título Los subsidios de Agro Ingreso Seguro: ¿cruce de favores?, se dice que en la campaña a la presidencia en el 2002: “…el empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo que a través de las empresas Unipalma S.A.; Pizano S.A. y Organización Pajonales, le entregó $50 millones a la campaña presidencial y a la postre resultó beneficiado con subsidios de riego y drenaje por más de $12 mil millones de pesos”.

En Café Stéreo, en un artículo del 4 de julio de 2018, con el título El regalito de Santos al banquero más rico de Colombia: blanquear sus tierras mal habidas, un exrepresentante a la Cámara por el Valle también acusa al empresario por beneficiarse de los subsidios estatales.

Así mismo, el magnate del emporio económico llamado Grupo Aval ha creado fiduciarias, que administran el dinero para construir centros comerciales y en las que la administración pública decide invertir para los proyectos de vivienda; entonces por ejemplo, su fiduciaria Fidubogotá es la encargada de manejar el dinero mientras se desembolsan definitivamente los subsidios. Su labor consiste en recibir el capital del fondo que maneja el Ministerio de Vivienda, administrarlo y desembolsarlo a los constructores a medida que van ejecutando las obras. De esa forma, el Gobierno puede manejar la relación con un solo responsable, en vez de los cientos de constructores que harán las casas y para la fiduciaria implicará su mejor negocio en muchos años. Lo anterior, se puede evidenciar en La Silla Vacía, en el artículo Sarmiento, el primer gran beneficiado de la Ley de Vivienda para los más pobres, publicado el 4 de julio de 2012.

Pero entre los muchos negocios de Sarmiento Angulo se encuentra el más lesivo para el pueblo colombiano, el de los fondos privados de pensión. En la misma revista Semana, citada anteriormente, se analiza su brillante idea: “Él mismo fue hasta Chile, con su entonces asesor Luis Alberto Moreno, y le trajo al presidente César Gaviria un estudio de qué estaban haciendo bien allá en esa materia. Ese aporte fue bien recibido no solo por el gobierno, sino por el entonces senador Álvaro Uribe Vélez, quien era el ponente de la reforma, y fue entonces cuando nacieron la amistad y la admiración que hoy los unen”. Junto con Moreno Mejía, el actual presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), trajo al país el más jugoso negocio para la banca privada, el modelo que ha arruinado a la clase trabajadora de otros países como Chile, donde es evidente que no funcionó por cuanto lo único que causó fue acrecentar la brecha entre los ricos dueños de los fondos y los cotizantes que reciben paupérrimas sumas como pensión. Con este negocio, los trabajadores no tienen futuro pensional, pero el multimillonario de Colombia logró escalonar posiciones cada vez más cerca del pódium de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes.

Este suculento negocio ha hecho que con el sudor del trabajo de los colombianos se haya enriquecido aún más el llamado rey Midas, en otra forma de esclavitud. Por ejemplo, para que un cotizante sobre un salario mínimo aspire a una pensión de igual valor tendría que laborar 120 años; así mismo, quien cotice sobre 4 salarios mínimos tendría que trabajar durante 30 años para percibir igualmente un salario mínimo. Es triste ver llorar hombres y mujeres, que luego de haber sido engañados por los fondos privados, percibirán un salario mínimo, que no cubrirá su mínimo vital establecido en 4 o más salarios mínimos, con pensiones que no les alcanzará ni para cubrir los gastos de servicios públicos y mucho menos para cubrir los impuestos prediales de los estratos 5 y 6, donde a puro pulso han conseguido sus viviendas. Lo anterior, aunado a la anuencia de los empleadores que por comisiones o ignorancia obligaron o aconsejaron a sus empleados para trasladarse del fondo público a dichos fondos privados, sin dimensionar la complicidad en el grave daño a sus economías.

Con su emporio financiero puede desarrollar sus sueños como la ciudad empresarial que lleva su nombre, como proyecto inmobiliario no residencial más grande en la historia de la ciudad capital.

Jack Ma, el segundo hombre más rico de China, según Forbes, expone la siguiente frase: "Hoy en día, la fabricación del dinero es muy simple. Pero hacer dinero sostenible, siendo responsable ante la sociedad y mejorar el mundo es muy difícil”. Ante esto se puede afirmar que lejos están los dueños de los fondos privados —como Sarmiento Angulo— de ser responsables ante la sociedad y colaborar en la construcción de una Colombia justa.

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