Jueves del pasado 12 de marzo del 2020 un día que creí que iba a ser como cualquier otro con precauciones a causa del coronavirus, pero sin ningún tipo de restricción. No pensé que desde ese día iniciaría mi cuarentena, a ciencia cierta no tenía idea de la magnitud de este virus, y a pesar de saber que habían muertos y demás, la verdad no lo tomé con la seriedad del caso, pues pensé que esto sería de unos pocos días cuidándonos y todo se iba a ir resolviendo.
Empezó a crecer la incertidumbre, las cifras de infectados empezaron a crecer cada semana, cada día, cada hora. La situación se fue poniendo cada vez más difícil, para empezar, yo trabajo con mi padre en un negocio propio y aunque nos va muy bien, no tenemos garantías por el momento, nos sustentamos con ahorros que hemos hecho durante un largo tiempo, que, aunque estaban destinados y pensados para otras cosas, se están utilizando para alimento, cosas de aseo personal, y por mi parte leche, pañales y todo lo que necesita un bebé.
Soy católico, le pido y le doy gracias a Dios por todo, y sería mentira decir que estamos pasando por necesidad, pero como es obvio todo se ajusta un poco más, sin embargo, con el pasar de los días no podemos tener sosiego pues en casa tenemos un adulto mayor con algunos problemas de salud, él tiene Alzhéimer, demencia senil, y lo que es peor en este momento una enfermedad pulmonar obstructiva crónica (epoc). Por lo anterior, nos toca tener las precauciones necesarias con mi abuelo, pues este virus sería fatal para él.
Por otro lado, esta pandemia también nos ha regalado algo importante que tal vez se estaba perdiendo, y es el tiempo en familia, he aprovechado a compartir más tiempo con mi hija, lo cual entre semana no era posible, también he tenido más tiempo para realizar los trabajos de la universidad, he descansado, y he podido realizar ejercicio de nuevo. Es impresionante la vuelta de hoja que ha dado la vida para todos, y tal vez esto nos hacía falta en algunos aspectos.
Ahora bien, también es inevitable pensar en los que no tienen como ganar dinero, o en los que no tenían ahorros como nosotros para poder subsistir. La pandemia también ha traído crisis en los hogares, y se me hace un nudo en la garganta al saber que hay personas a mi alrededor que están pasando hambre, por nuestra parte pudimos ayudar a una familia de venezolanos que viven cerca de nosotros, y aunque sabemos que lo hicimos con buena fe también sabemos que no es suficiente. La verdad son este tipo de cosas que me llenan de tristeza e incertidumbre, y no sé cómo vayamos a terminar todos después de esto, solo sé que el tiempo va pasando y la situación es más crítica para algunos que para otros y no hay muchas opciones u oportunidades que tomar.